/ sábado 30 de abril de 2022

Entre voces | Un mundo contra ellos

En este día tan especial en que ponemos delante del reflector a las niñas y niños de todo México, quiero también enfocar mi reflexión en favor de ellos. No creo que muchos niños lean el periódico, salvo el ver fotos o alguna sección especial para ellos, que están por demás inmersos en la tecnología digital. Los adultos que siguen esta columna, seguramente tendrán hijos o nietos, que cada día son alimentados por las sonrisas y ocurrencias de los peques.

En el lejano 2009, cuando estaba esperando mis documentos migratorios para viajar a Suecia, empecé a explorar por el internet la nueva realidad a la que me enfrentaría. Un país nórdico (seguramente empezará su mente a ubicar en el mapamundi donde queda), con 9 millones de habitantes y la religión “oficial” protestantismo luterano. En 1998 fue elegido el primer obispo de origen sueco, Mons. Anders Arborelius, actualmente cardenal. Empecé a conocer sus escritos y homilías, y ahora que lo conozco y viví varios años allá lo entiendo más.

Quiero referirme a una de sus homilías donde criticaba el mundo moderno que está contra los niños, y que aparenta defenderlos y promover sus derechos. El gran tema del aborto, el matar a niñas (y niños) indefensas es ir contra la mujer desde sus primeros días; pero es un tema que da mucho para hablar y escribir. Así que este es solo uno, pero el obispo trató otros temas, por ejemplo: apresurar a los niños a crecer. Es de alguna manera robarles la edad de la inocencia, del juego, de ser simplemente niños.

Los papás quieren que el niño camine pronto, hable, coma, crezca, para superar las terribles noches de sueños interrumpidos por el llanto y deseos de comer. Quisieran muchos acelerar su proceso, para que sea más independiente. Y cuentan las hojas del calendario para ver cuándo podrán llevarlo a la guardería y poder disfrutar de más tiempo libre o para trabajar, dejando que la bebé llama “mamá” a la maestra de pre-maternal.

Otro de los temas referidos en aquella homilía era el sufrimiento de los hijos cuando se divorcian los padres. Terminan siendo “homeless” (son casa). Aunque lo disfracen de tener dos cuartos, dos casas, dos camas… nada es suyo, nada es nuestro. Son las nuevas familias de mi papá y de mi mamá. Se genera un abandono, y un deseo de huir de ese campo de guerra, de violencia y descalificaciones entre padres divorciados.

Jesús dijo: “El Reino de Dios es de los que son como los niños”, es una actitud y condición necesaria para la eterna felicidad. Son para nosotros ejemplo de perdón y reconciliación. Si en verdad queremos festejarlos, debemos de dejar de empeñarnos en empañar el proyecto de Dios en su vida. Dejemos de enseñarlos a mentir, a odiar, a utilizarlos como mensajeros de envidias o usarlos como moneda de cambio en trámites judiciales.

Celebrar a las niñas y niños, es reconocer la esperanza del mundo. La necesidad de pensar con responsabilidad qué mundo les vamos a dejar. La sustentabilidad ecológica va en la línea de ofrecerles a las nuevas generaciones la oportunidad de gozar de paisajes, especies, bosques y fauna, que puedan seguir conociendo. Felicito a todas las maestras de preescolar y primaria que luchan por ayudar a los niños en su desarrollo. Invito a todos a dejar de ser parte de un mundo contra ellos.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

En este día tan especial en que ponemos delante del reflector a las niñas y niños de todo México, quiero también enfocar mi reflexión en favor de ellos. No creo que muchos niños lean el periódico, salvo el ver fotos o alguna sección especial para ellos, que están por demás inmersos en la tecnología digital. Los adultos que siguen esta columna, seguramente tendrán hijos o nietos, que cada día son alimentados por las sonrisas y ocurrencias de los peques.

En el lejano 2009, cuando estaba esperando mis documentos migratorios para viajar a Suecia, empecé a explorar por el internet la nueva realidad a la que me enfrentaría. Un país nórdico (seguramente empezará su mente a ubicar en el mapamundi donde queda), con 9 millones de habitantes y la religión “oficial” protestantismo luterano. En 1998 fue elegido el primer obispo de origen sueco, Mons. Anders Arborelius, actualmente cardenal. Empecé a conocer sus escritos y homilías, y ahora que lo conozco y viví varios años allá lo entiendo más.

Quiero referirme a una de sus homilías donde criticaba el mundo moderno que está contra los niños, y que aparenta defenderlos y promover sus derechos. El gran tema del aborto, el matar a niñas (y niños) indefensas es ir contra la mujer desde sus primeros días; pero es un tema que da mucho para hablar y escribir. Así que este es solo uno, pero el obispo trató otros temas, por ejemplo: apresurar a los niños a crecer. Es de alguna manera robarles la edad de la inocencia, del juego, de ser simplemente niños.

Los papás quieren que el niño camine pronto, hable, coma, crezca, para superar las terribles noches de sueños interrumpidos por el llanto y deseos de comer. Quisieran muchos acelerar su proceso, para que sea más independiente. Y cuentan las hojas del calendario para ver cuándo podrán llevarlo a la guardería y poder disfrutar de más tiempo libre o para trabajar, dejando que la bebé llama “mamá” a la maestra de pre-maternal.

Otro de los temas referidos en aquella homilía era el sufrimiento de los hijos cuando se divorcian los padres. Terminan siendo “homeless” (son casa). Aunque lo disfracen de tener dos cuartos, dos casas, dos camas… nada es suyo, nada es nuestro. Son las nuevas familias de mi papá y de mi mamá. Se genera un abandono, y un deseo de huir de ese campo de guerra, de violencia y descalificaciones entre padres divorciados.

Jesús dijo: “El Reino de Dios es de los que son como los niños”, es una actitud y condición necesaria para la eterna felicidad. Son para nosotros ejemplo de perdón y reconciliación. Si en verdad queremos festejarlos, debemos de dejar de empeñarnos en empañar el proyecto de Dios en su vida. Dejemos de enseñarlos a mentir, a odiar, a utilizarlos como mensajeros de envidias o usarlos como moneda de cambio en trámites judiciales.

Celebrar a las niñas y niños, es reconocer la esperanza del mundo. La necesidad de pensar con responsabilidad qué mundo les vamos a dejar. La sustentabilidad ecológica va en la línea de ofrecerles a las nuevas generaciones la oportunidad de gozar de paisajes, especies, bosques y fauna, que puedan seguir conociendo. Felicito a todas las maestras de preescolar y primaria que luchan por ayudar a los niños en su desarrollo. Invito a todos a dejar de ser parte de un mundo contra ellos.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social