/ sábado 20 de enero de 2024

Entre Voces | Poder ciudadano

Inicia el año bisiesto 2024, un clima político que se empieza a caldear con las inminentes elecciones presidenciales y la renovación de las cámaras. Precandidatas únicas, donde muchos y muchas se bajaron del ring antes del inicio del primer episodio, para dejar el camino libre a las elegidas por las cúpulas de un movimiento ahora gobernante y una alianza, débil pero necesaria.

Los políticos han estado haciendo el movimiento de sus piezas, sus juntas y cabildeos para llegar hasta donde empieza este año decisivo. Desde el inicio del nuevo milenio los ciudadanos nos dimos cuenta que ya no hay partido oficial, que los cambios son posibles.

Es tiempo de reconocer la legalidad del árbitro, que la verdad hubiera deseado siguiera Córdoba al frente, pero no es bueno tampoco adueñarse de espacios, curules o sillas presidenciales. Una verdadera democracia debe esforzarse por tener empoderado a su pueblo que no es un montón de acarreados o borregas que van y tachan lo que otros le digan, sino lo que su conciencia política les diga.

Un periodo de seis años, con sus bisiestos, nos dan dos mil ciento noventa y dos días. Esta cantidad es muy alta en comparación con un solo día de elecciones, donde el ciudadano parece tener todo el poder de decisión. Las casillas se instalan, los electores toman su credencial y se enfilan a emitir su sufragio para no reelegir. Los dos mil y pico de días los gobernantes serán quienes dirigirán al país en su poder ejecutivo y legislativo. La economía, la salud, la educación y el transporte, todas las áreas de la vida pública tendrán que ver con ellos.

Hace unos años tomé la clase de ciudadanía activa, y me impactó una frase: “Tenemos que pasar de las protestas a las propuestas”, es decir, el ciudadano no solo debe y tiene el derecho de manifestarse irrumpiendo el tráfico o tomando lugares, sino necesita hablar y ser escuchado en espacios de decisión ciudadana.

En mis tres años que llevo en el barrio, no hemos buscado juntarnos los vecinos, ni los he convocado, ni ellos me han invitado a alguna junta para mejorar las situaciones que podamos ver anómalas. Todas las familias que habitamos esa pequeña porción de ciudad tenemos opiniones y visiones sociales quizá distintas, pero nada que el diálogo sano no pueda tolerar. Somos ciudadanos, en el barrio pasivos, aunque quizá en otros lugares mostremos mayor actividad.

La sana política nos invita a todos a tener una conciencia recta y buscar el bien de todos los que habitamos la ciudad, el estado y el país. No se trata solo de elegir a un superhéroe, o una super heroína, ecologista o exvendedora de gelatinas, se trata de construir juntos una nueva situación. Ya estoy preparando mis oídos para la ola de descalificaciones de ambos bandos, buscando trapitos que asolear; llenar al electorado de amor por unos y odio por otros. En el río revuelto, el que parece ahogarse es México.

Estoy seguro que el abstencionismo no es el camino, por más mala que parezca una candidata, el día de elecciones hay que ir a votar, porque si no lo hacemos, eliminamos ese mínimo día en que somos poderosos. Te sugiero, querido lector, que votes con conciencia, busques equilibrio de poderes, es decir, si votas por una candidata a la presidencia, balancea su poder eligiendo diputados que la contengan, a quienes tenga que convencer con buenos proyectos e iniciativas. Busquemos paz y progreso, ejerzamos nuestro poder ciudadano.

Leonel Larios Medina. | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social.

Inicia el año bisiesto 2024, un clima político que se empieza a caldear con las inminentes elecciones presidenciales y la renovación de las cámaras. Precandidatas únicas, donde muchos y muchas se bajaron del ring antes del inicio del primer episodio, para dejar el camino libre a las elegidas por las cúpulas de un movimiento ahora gobernante y una alianza, débil pero necesaria.

Los políticos han estado haciendo el movimiento de sus piezas, sus juntas y cabildeos para llegar hasta donde empieza este año decisivo. Desde el inicio del nuevo milenio los ciudadanos nos dimos cuenta que ya no hay partido oficial, que los cambios son posibles.

Es tiempo de reconocer la legalidad del árbitro, que la verdad hubiera deseado siguiera Córdoba al frente, pero no es bueno tampoco adueñarse de espacios, curules o sillas presidenciales. Una verdadera democracia debe esforzarse por tener empoderado a su pueblo que no es un montón de acarreados o borregas que van y tachan lo que otros le digan, sino lo que su conciencia política les diga.

Un periodo de seis años, con sus bisiestos, nos dan dos mil ciento noventa y dos días. Esta cantidad es muy alta en comparación con un solo día de elecciones, donde el ciudadano parece tener todo el poder de decisión. Las casillas se instalan, los electores toman su credencial y se enfilan a emitir su sufragio para no reelegir. Los dos mil y pico de días los gobernantes serán quienes dirigirán al país en su poder ejecutivo y legislativo. La economía, la salud, la educación y el transporte, todas las áreas de la vida pública tendrán que ver con ellos.

Hace unos años tomé la clase de ciudadanía activa, y me impactó una frase: “Tenemos que pasar de las protestas a las propuestas”, es decir, el ciudadano no solo debe y tiene el derecho de manifestarse irrumpiendo el tráfico o tomando lugares, sino necesita hablar y ser escuchado en espacios de decisión ciudadana.

En mis tres años que llevo en el barrio, no hemos buscado juntarnos los vecinos, ni los he convocado, ni ellos me han invitado a alguna junta para mejorar las situaciones que podamos ver anómalas. Todas las familias que habitamos esa pequeña porción de ciudad tenemos opiniones y visiones sociales quizá distintas, pero nada que el diálogo sano no pueda tolerar. Somos ciudadanos, en el barrio pasivos, aunque quizá en otros lugares mostremos mayor actividad.

La sana política nos invita a todos a tener una conciencia recta y buscar el bien de todos los que habitamos la ciudad, el estado y el país. No se trata solo de elegir a un superhéroe, o una super heroína, ecologista o exvendedora de gelatinas, se trata de construir juntos una nueva situación. Ya estoy preparando mis oídos para la ola de descalificaciones de ambos bandos, buscando trapitos que asolear; llenar al electorado de amor por unos y odio por otros. En el río revuelto, el que parece ahogarse es México.

Estoy seguro que el abstencionismo no es el camino, por más mala que parezca una candidata, el día de elecciones hay que ir a votar, porque si no lo hacemos, eliminamos ese mínimo día en que somos poderosos. Te sugiero, querido lector, que votes con conciencia, busques equilibrio de poderes, es decir, si votas por una candidata a la presidencia, balancea su poder eligiendo diputados que la contengan, a quienes tenga que convencer con buenos proyectos e iniciativas. Busquemos paz y progreso, ejerzamos nuestro poder ciudadano.

Leonel Larios Medina. | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social.