/ sábado 27 de abril de 2024

Entre voces / El menos malo

Estamos en pleno tiempo de campañas electorales. Los candidatos a la presidencia ya habían iniciado sus debates, entrevistas, tours proselitistas, fotos y recorridos por nuestras parchadas carreteras, en medio de un clima de inseguridad que no existe en la cabeza de algunos, como si los baches no inventariados no se sintieran. A nivel estatal los candidatos a senadores buscan imitar al gran senado romano en sus discursos y los candidatos a diputados federales y locales, también se unen a las promesas. Aspirantes a las alcaldías y sindicaturas, junto con sus listas de “pluris” se llena la hoja de excel proporcionada por el instituto estatal electoral.

El árbitro prepara su uniforme, sus tenis y silbatos tratando de convencer a los ciudadanos insaculados por el mes de nacimiento y letra de apellido. Capacitar, armar casillas, preparar material y gente. Todo para los comicios esperados con tanta inquietud.

Los ciudadanos buscan promover el voto de todos los inscritos en la lista nominal, jóvenes que por primera vez votarán, ancianos que serán llevados por familiares y nietos que los visitan cada dos meses; otros asistiendo a cursos de participación ciudadana, profundizando en política sincera y responsable. En fin, una ola de mar político que se arrancó y verá un climax el próximo 2 de junio, en nuestro México lindo y herido.

Muchas personas me han compartido su desilusión por todos los partidos y candidatos. Me dicen: “No hay ni a quien irle”, “todos son iguales”, “todos igual de malos”. Otras personas que también comentan: “ya no puede haber algo peor para el país”. En fin, comentarios así de esperanzadores, que me piden un consejo al respecto.

Quisiera aclarar algo que ya he expuesto en otros momentos. Como sacerdote y ministro de culto (no por ser de la Iglesia Católica, es decir todo ministro en cualquier grupo religioso) tengo la responsabilidad de formar integralmente a mis hermanos en la sana política y doctrina social de la Iglesia. Motivar al voto y a ser buenos ciudadanos. No debo ser partidista, pues mi deber es fomentar la unidad y no la polarización. Azules y rojos, hombres y mujeres, todos son parte de mi pueblo y familia. Por tanto, si puedo hablar y escribir de política, evitando influir o promover a uno u otro candidato, pero sí motivar a conocer y seguir los valores que nuestra fe y principios promueven.

La separación Iglesia Estado, no divide la realidad, ni al hombre. El creyente vive en la ciudad, en el campo, en la sociedad. Paga impuestos y trabaja, busca la salud y la educación, va a misa y a recaudación. Estamos hablando pues de una integralidad de la persona y no una dicotomía entre católico y político, sino de un buen católico político.

El consejo pues, ante el desánimo o una visión pesimista, donde los candidatos quedan a deber mucho por su formación, personas, principios, propuestas y debates es: “Si solo hay malo, elige el mal menor, el menos malo”. Vota, tienes que votar para poder exigir luego respuesta a los electos. No anules tu voto, pues casi sería lo mismo que no votar. Fíjate en los valores de los candidatos y no votes por bloque, es decir, sin más todos del mismo color. Invito a buscar una sana democracia, el equilibrio y pluralidad en las cámaras de senadores y diputados. Que el liderazgo sea de un presidente que una a México y logre consensos, y no de alguien que quiera concentrar todo el poder a su libre arbitrio. Ya sabes, elige el menos malo.

Leonel Larios Medina / Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Estamos en pleno tiempo de campañas electorales. Los candidatos a la presidencia ya habían iniciado sus debates, entrevistas, tours proselitistas, fotos y recorridos por nuestras parchadas carreteras, en medio de un clima de inseguridad que no existe en la cabeza de algunos, como si los baches no inventariados no se sintieran. A nivel estatal los candidatos a senadores buscan imitar al gran senado romano en sus discursos y los candidatos a diputados federales y locales, también se unen a las promesas. Aspirantes a las alcaldías y sindicaturas, junto con sus listas de “pluris” se llena la hoja de excel proporcionada por el instituto estatal electoral.

El árbitro prepara su uniforme, sus tenis y silbatos tratando de convencer a los ciudadanos insaculados por el mes de nacimiento y letra de apellido. Capacitar, armar casillas, preparar material y gente. Todo para los comicios esperados con tanta inquietud.

Los ciudadanos buscan promover el voto de todos los inscritos en la lista nominal, jóvenes que por primera vez votarán, ancianos que serán llevados por familiares y nietos que los visitan cada dos meses; otros asistiendo a cursos de participación ciudadana, profundizando en política sincera y responsable. En fin, una ola de mar político que se arrancó y verá un climax el próximo 2 de junio, en nuestro México lindo y herido.

Muchas personas me han compartido su desilusión por todos los partidos y candidatos. Me dicen: “No hay ni a quien irle”, “todos son iguales”, “todos igual de malos”. Otras personas que también comentan: “ya no puede haber algo peor para el país”. En fin, comentarios así de esperanzadores, que me piden un consejo al respecto.

Quisiera aclarar algo que ya he expuesto en otros momentos. Como sacerdote y ministro de culto (no por ser de la Iglesia Católica, es decir todo ministro en cualquier grupo religioso) tengo la responsabilidad de formar integralmente a mis hermanos en la sana política y doctrina social de la Iglesia. Motivar al voto y a ser buenos ciudadanos. No debo ser partidista, pues mi deber es fomentar la unidad y no la polarización. Azules y rojos, hombres y mujeres, todos son parte de mi pueblo y familia. Por tanto, si puedo hablar y escribir de política, evitando influir o promover a uno u otro candidato, pero sí motivar a conocer y seguir los valores que nuestra fe y principios promueven.

La separación Iglesia Estado, no divide la realidad, ni al hombre. El creyente vive en la ciudad, en el campo, en la sociedad. Paga impuestos y trabaja, busca la salud y la educación, va a misa y a recaudación. Estamos hablando pues de una integralidad de la persona y no una dicotomía entre católico y político, sino de un buen católico político.

El consejo pues, ante el desánimo o una visión pesimista, donde los candidatos quedan a deber mucho por su formación, personas, principios, propuestas y debates es: “Si solo hay malo, elige el mal menor, el menos malo”. Vota, tienes que votar para poder exigir luego respuesta a los electos. No anules tu voto, pues casi sería lo mismo que no votar. Fíjate en los valores de los candidatos y no votes por bloque, es decir, sin más todos del mismo color. Invito a buscar una sana democracia, el equilibrio y pluralidad en las cámaras de senadores y diputados. Que el liderazgo sea de un presidente que una a México y logre consensos, y no de alguien que quiera concentrar todo el poder a su libre arbitrio. Ya sabes, elige el menos malo.

Leonel Larios Medina / Sacerdote católico y licenciado en comunicación social