/ sábado 2 de octubre de 2021

Entre voces | México imperial

El 27 de septiembre de 1821 se consumó la independencia de México. Los vaivenes de la lucha tuvieron al final sus acuerdos y de unos a otros que se fueron firmando por fin entró el ejército Trigarante a la Ciudad de México proclamándose ya su libertad de España. Personajes los hay y de montones, que de cada uno se han escrito libros. Hoy me quiero centrar solo en uno y su ejército: Iturbide (o Agustín I y único).

Iturbide fue un militar del ejército realista que combatió a los insurgentes, en los últimos años, a Vicente Guerrero. En febrero de 1821 se cambia al bando insurgente y firma el llamado Plan de Iguala, lo mismo haría con O’Donojú en los tratados de Córdoba y así formando un gran ejército, no tuvo que disparar ni un cañón para entrar victoriosos por aquel arco de triunfo, como lo hacían los emperadores europeos. Su nombramiento como tal llegará hasta el 22 de mayo de 1822, pero esto ya se estuvo gestando desde meses atrás.

Quiero resaltar la capacidad que tuvo este militar para organizar, gestionar y unificar fuerzas. Planes donde a todos los involucraba y a todos beneficiaba de alguna manera. Inmediatamente después de su nombramiento como emperador, y para cumplir lo estipulado en sus tratados, convocó a una Junta provisional gubernativa, invitando a 38 hombres conocidos por sus virtudes, fortunas y representación. Entre ellos el obispo de Puebla con Antonio Joaquín Pérez Martínez como presidente y don Juan de O’Donojú, solo por citar a los dos primeros.

Como leí, desempolvando mi enciclopedia de México a través de los siglos en su tomo XI, el autor dice que parece fue un poco iluso Iturbide pensando que tan nobles miembros fueran a gozar de la estima de un pueblo que apenas empezaba a degustar libertad. Escribe: “Iturbide olvidó o no quiso meditar en que la libertad, luego que disfrutarla puede un pueblo, engendra irresistible tendencia a la igualdad, y los instintos democráticos se desarrollan súbitamente buscando campo donde ensayar su actividad”. Poco tiempo después se marcaría la caída de este momento imperial en la historia de México (19 de marzo de 1823).

Hablando del ejército Trigarante (tres garantías) fue creado el 24 de febrero de 1821, que diera origen poco a poco a nuestra bandera nacional, no está por demás recordar cuales eran esas grantías. La bandera del ejército era de tres franjas diagonales con una estrella en medio de cada franja. Tener una bandera significaba unión y armonía. La franja blanca simbolizaba la pureza de la religión católica, principio activo de identidad nacional. La verde el ideal de independencia no sólo con relación a España, sino a cualquier otra nación. La roja, representaba el ideal de unión entre los indígenas, mestizos, criollos y españoles residentes en México que constituían la población mexicana. Las estrellas signos para cumplir esas tres garantías.

Celebrar la independencia, su consumación, sigue siendo un llamado a todos, recordando que la libertad no solo es un valor, derecho o garantía que hay que conseguir, sino también exige la responsabilidad de ejercerla. Somos libres no solo por no estar atados, sino que somos libres para crear una sociedad más justa y equitativa. Repetiré nuevamente una idea que con frecuencia escribo, no esperemos que un solo individuo nos venga a hacer felices gobernando, seamos capaces de construir consensos y proyectos comunes. Espero que ya hayamos superado el deseo de un México Imperial.

Pbro. Lic. Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en Comunicación Social.

El 27 de septiembre de 1821 se consumó la independencia de México. Los vaivenes de la lucha tuvieron al final sus acuerdos y de unos a otros que se fueron firmando por fin entró el ejército Trigarante a la Ciudad de México proclamándose ya su libertad de España. Personajes los hay y de montones, que de cada uno se han escrito libros. Hoy me quiero centrar solo en uno y su ejército: Iturbide (o Agustín I y único).

Iturbide fue un militar del ejército realista que combatió a los insurgentes, en los últimos años, a Vicente Guerrero. En febrero de 1821 se cambia al bando insurgente y firma el llamado Plan de Iguala, lo mismo haría con O’Donojú en los tratados de Córdoba y así formando un gran ejército, no tuvo que disparar ni un cañón para entrar victoriosos por aquel arco de triunfo, como lo hacían los emperadores europeos. Su nombramiento como tal llegará hasta el 22 de mayo de 1822, pero esto ya se estuvo gestando desde meses atrás.

Quiero resaltar la capacidad que tuvo este militar para organizar, gestionar y unificar fuerzas. Planes donde a todos los involucraba y a todos beneficiaba de alguna manera. Inmediatamente después de su nombramiento como emperador, y para cumplir lo estipulado en sus tratados, convocó a una Junta provisional gubernativa, invitando a 38 hombres conocidos por sus virtudes, fortunas y representación. Entre ellos el obispo de Puebla con Antonio Joaquín Pérez Martínez como presidente y don Juan de O’Donojú, solo por citar a los dos primeros.

Como leí, desempolvando mi enciclopedia de México a través de los siglos en su tomo XI, el autor dice que parece fue un poco iluso Iturbide pensando que tan nobles miembros fueran a gozar de la estima de un pueblo que apenas empezaba a degustar libertad. Escribe: “Iturbide olvidó o no quiso meditar en que la libertad, luego que disfrutarla puede un pueblo, engendra irresistible tendencia a la igualdad, y los instintos democráticos se desarrollan súbitamente buscando campo donde ensayar su actividad”. Poco tiempo después se marcaría la caída de este momento imperial en la historia de México (19 de marzo de 1823).

Hablando del ejército Trigarante (tres garantías) fue creado el 24 de febrero de 1821, que diera origen poco a poco a nuestra bandera nacional, no está por demás recordar cuales eran esas grantías. La bandera del ejército era de tres franjas diagonales con una estrella en medio de cada franja. Tener una bandera significaba unión y armonía. La franja blanca simbolizaba la pureza de la religión católica, principio activo de identidad nacional. La verde el ideal de independencia no sólo con relación a España, sino a cualquier otra nación. La roja, representaba el ideal de unión entre los indígenas, mestizos, criollos y españoles residentes en México que constituían la población mexicana. Las estrellas signos para cumplir esas tres garantías.

Celebrar la independencia, su consumación, sigue siendo un llamado a todos, recordando que la libertad no solo es un valor, derecho o garantía que hay que conseguir, sino también exige la responsabilidad de ejercerla. Somos libres no solo por no estar atados, sino que somos libres para crear una sociedad más justa y equitativa. Repetiré nuevamente una idea que con frecuencia escribo, no esperemos que un solo individuo nos venga a hacer felices gobernando, seamos capaces de construir consensos y proyectos comunes. Espero que ya hayamos superado el deseo de un México Imperial.

Pbro. Lic. Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en Comunicación Social.