/ sábado 23 de julio de 2022

Entre voces | Generación de cristal

Existe mucha literatura en internet, seria y palomera, sobre la clasificación de las últimas generaciones. Se le denomina a esta generación de Cristal, a los hijos de la generación X, nacidos de 1969 a 1980. La principal característica es la fragilidad para enfrentar el sufrimiento debido a que sus padres crecieron entre carencias y normas drásticas, y no quieren que su descendencia sufra lo mismo que ellos, por eso les dan las cosas fácilmente, sin forjar su carácter. Quisiera aplicar esté término en tres ámbitos: cultural, social y espiritual.

Los nacidos en el nuevo milenio se enfrentan a una cultura más globalizada, un acceso a la información y desinformación como nunca. La tecnología parece ser esa fuerza omnipotente y la inmediatez su principal categoría. Quieren todo fácil y rápido. Les parecen largos cualquier proceso de espera, hasta el hacer fila en el supermercado, parece que les quita segundos de respiración. Recibir como respuesta en febrero que el regalo llegará hasta navidad parece que no le alcanzará la vida.

Como hemos definido al inicio, ser de cristal presenta esta fragilidad ante la espera, el proceso y sobre todo el sufrir y batallar por conseguir las cosas. Tienen muchas virtudes como es la agilidad de manipular aparatos inteligentes, pero parece que su inteligencia emocional está inmadura para controlar la ansiedad, la angustia, el dolor y todo lo que no genere un placer inmediato.

Socialmente, es triste reconocer el problema de la droga llamada también cristal que envenena a nuestros adolescentes y jóvenes. Siendo más fácil su adquisición, muchos se atreven a probar esa nueva experiencia. Al trastornar con alucinaciones, es fácil comprender que esta generación sea presa fácil de un mercado promovido por los que podrían ser sus mismos padres. ¡Qué triste es escuchar a madres de familia o a los mismos jóvenes que han estado ya en centros de rehabilitación! Con tan pocos años, y ya tanto echado a perder. En verdad que a los padres de familia les toca una ardua labor contra un mundo que promueve lo fácil y placentero. Es una labor titánica el promover una educación que exige renuncia, amor y esmero.

Hasta aquí todo se ve nublado y pesimista. Un joven de cristal débil y quebrado. Una sólida espiritualidad promueve a la persona en cada etapa y circunstancia que vive. A los jóvenes del tercer milenio no le bastan fórmulas aprendidas, o prácticas que a veces rayan en lo supersticioso. Una copa de cristal, es fina y está llamada a llenarse del mejor vino. Cada corazón está llamado a llenarse de lo mejor que hay en cada época. ¿Por qué no promovemos lo mejor de cada uno? Tu como padre de estos chicos ¿estás dando lo mejor ahora o sólo hablas del pasado con nostalgia satanizando todo lo nuevo y moderno?

En mis veintiún años de sacerdote he trabajado siempre con adolescentes y jóvenes. Me ha tocado llorar con ellos, emprender aventuras locas y rezar mucho, con ellos y por ellos. No le tienen miedo al trabajo, sino a sufrir sin sentido a terminar con las manos vacías. A veces a no llenar expectativas de sus padres, amigos y del mundo. Nos urge decirles que los necesitamos y que tienen mucho que aportar para el hoy y para el mañana. Date la oportunidad de escucharlos y descubrir lo fuertes que pueden ser si solo se les brinda la oportunidad lo que puede hacer una generación de cristal.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Existe mucha literatura en internet, seria y palomera, sobre la clasificación de las últimas generaciones. Se le denomina a esta generación de Cristal, a los hijos de la generación X, nacidos de 1969 a 1980. La principal característica es la fragilidad para enfrentar el sufrimiento debido a que sus padres crecieron entre carencias y normas drásticas, y no quieren que su descendencia sufra lo mismo que ellos, por eso les dan las cosas fácilmente, sin forjar su carácter. Quisiera aplicar esté término en tres ámbitos: cultural, social y espiritual.

Los nacidos en el nuevo milenio se enfrentan a una cultura más globalizada, un acceso a la información y desinformación como nunca. La tecnología parece ser esa fuerza omnipotente y la inmediatez su principal categoría. Quieren todo fácil y rápido. Les parecen largos cualquier proceso de espera, hasta el hacer fila en el supermercado, parece que les quita segundos de respiración. Recibir como respuesta en febrero que el regalo llegará hasta navidad parece que no le alcanzará la vida.

Como hemos definido al inicio, ser de cristal presenta esta fragilidad ante la espera, el proceso y sobre todo el sufrir y batallar por conseguir las cosas. Tienen muchas virtudes como es la agilidad de manipular aparatos inteligentes, pero parece que su inteligencia emocional está inmadura para controlar la ansiedad, la angustia, el dolor y todo lo que no genere un placer inmediato.

Socialmente, es triste reconocer el problema de la droga llamada también cristal que envenena a nuestros adolescentes y jóvenes. Siendo más fácil su adquisición, muchos se atreven a probar esa nueva experiencia. Al trastornar con alucinaciones, es fácil comprender que esta generación sea presa fácil de un mercado promovido por los que podrían ser sus mismos padres. ¡Qué triste es escuchar a madres de familia o a los mismos jóvenes que han estado ya en centros de rehabilitación! Con tan pocos años, y ya tanto echado a perder. En verdad que a los padres de familia les toca una ardua labor contra un mundo que promueve lo fácil y placentero. Es una labor titánica el promover una educación que exige renuncia, amor y esmero.

Hasta aquí todo se ve nublado y pesimista. Un joven de cristal débil y quebrado. Una sólida espiritualidad promueve a la persona en cada etapa y circunstancia que vive. A los jóvenes del tercer milenio no le bastan fórmulas aprendidas, o prácticas que a veces rayan en lo supersticioso. Una copa de cristal, es fina y está llamada a llenarse del mejor vino. Cada corazón está llamado a llenarse de lo mejor que hay en cada época. ¿Por qué no promovemos lo mejor de cada uno? Tu como padre de estos chicos ¿estás dando lo mejor ahora o sólo hablas del pasado con nostalgia satanizando todo lo nuevo y moderno?

En mis veintiún años de sacerdote he trabajado siempre con adolescentes y jóvenes. Me ha tocado llorar con ellos, emprender aventuras locas y rezar mucho, con ellos y por ellos. No le tienen miedo al trabajo, sino a sufrir sin sentido a terminar con las manos vacías. A veces a no llenar expectativas de sus padres, amigos y del mundo. Nos urge decirles que los necesitamos y que tienen mucho que aportar para el hoy y para el mañana. Date la oportunidad de escucharlos y descubrir lo fuertes que pueden ser si solo se les brinda la oportunidad lo que puede hacer una generación de cristal.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social