/ sábado 9 de julio de 2022

El traje del rey | Entre voces

Recuerdo con tanto entusiasmo ese librero de mi papá donde los libros parecían soldados bien formados dispuestos a salir a la batalla, esperando solo la misión de instruirme y vencer mi ignorancia. Como niño de seis años, en lo que me fijaba era en las pastas, la letra y las ilustraciones. Hoy quiero referirme a un cuento contenido en ese libro “Mitos y leyendas” titulado “el traje del rey” del danés Hans Christian Andersen.

Un rey soberbio al que le gustaban mucho los trajes y no vacilaba en gastar fortuna para conseguirlos, contrató a unos sastres, que eran farsantes, para que le tejieran el mejor traje del mundo. Tales sastres le decían al rey que aquellos que no vieran el lujoso traje, no eran dignos de ser sus súbditos. Mientras algunos de la corte iban a revisar cómo iba aquel vestido se daban cuenta que no habían hilado nada, pero temían decirle al rey la verdad. Al llegar el día de lucirlo, “vistieron” al rey que, desnudo salió a la calle. Un niño gritó: “está desnudo”, y aunque la gente gritaba lo mismo, el rey ensimismado siguió su camino considerando que los críticos no eran dignos de ser sus fieles súbditos.

Algo parecido he visto los últimos meses con el gabinete presidencial. No hay lugar a donde nos e muevan para apoyar al presidente. Colaboradores que en su adulación seguramente responden que la hora y el día, son las que diga él. Lo objetivo no existe, mientras tenga otros datos y otras cifras, la realidad podrá ser falseada y tejida a su antojo.

Esta semana los obispos de México han expresado su indignación nuevamente ante la violencia desmedida, la frase acuñada “Los abrazos no nos alcanzan para cubrir tanto balazo” ha recorrido titulares mundiales. Todos se dan cuenta que la cosa no va bien. Todos, menos la corte de aspirantes presidenciales. El avión, la refinería a medias, el aeropuerto, en fin, más de un proyecto que no parece ser solución de nada, son los corsaches de este vestido del rey que más de uno aplaude.

La verdad sigue reclamando ser conocida. La adulación, es la peor de las mentiras. Es miel por fuera, y hiel por dentro. Es armar una falsa realidad y creérsela. Y no solo eso, difundirla para que todos los adeptos la reconozcan como tal. ¿Cómo creer que vamos bien cuando siguen en aumento los muertos, las comunidades rurales secuestradas y una inflación que ya va en 8%? Seguramente va muy bien su estrategia de tener popularidad y poner a su pupilo(a) en la silla el 2024, porque la oposición poco testimonia para oponerse.

¿Acaso no podremos vivir mejor? ¿Sin miedo a salir y viajar? ¿Sin la incertidumbre del mañana para cubrir las necesidades más básicas? Construir un México en paz, no depende del rey ególatra, ni su corte de fanfarrias. Es el sueño y proyecto de cada ciudadano que debe hacer lo que le toca y no quedarse a la vera del camino para criticar como viste el rey o quien le sigue los pasos. Es urgente rehacer el tejido social tan fragmentado por las polarizaciones y vicios de todo tipo. La familia como valor de nuestra sociedad tiene que ser protegida y necesitamos educar a la nueva generación en valores que nos hagan una mejor nación y no ser parte de ese grupo que consciente o inconscientemente espera el turno para adular el traje del rey.

Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Recuerdo con tanto entusiasmo ese librero de mi papá donde los libros parecían soldados bien formados dispuestos a salir a la batalla, esperando solo la misión de instruirme y vencer mi ignorancia. Como niño de seis años, en lo que me fijaba era en las pastas, la letra y las ilustraciones. Hoy quiero referirme a un cuento contenido en ese libro “Mitos y leyendas” titulado “el traje del rey” del danés Hans Christian Andersen.

Un rey soberbio al que le gustaban mucho los trajes y no vacilaba en gastar fortuna para conseguirlos, contrató a unos sastres, que eran farsantes, para que le tejieran el mejor traje del mundo. Tales sastres le decían al rey que aquellos que no vieran el lujoso traje, no eran dignos de ser sus súbditos. Mientras algunos de la corte iban a revisar cómo iba aquel vestido se daban cuenta que no habían hilado nada, pero temían decirle al rey la verdad. Al llegar el día de lucirlo, “vistieron” al rey que, desnudo salió a la calle. Un niño gritó: “está desnudo”, y aunque la gente gritaba lo mismo, el rey ensimismado siguió su camino considerando que los críticos no eran dignos de ser sus fieles súbditos.

Algo parecido he visto los últimos meses con el gabinete presidencial. No hay lugar a donde nos e muevan para apoyar al presidente. Colaboradores que en su adulación seguramente responden que la hora y el día, son las que diga él. Lo objetivo no existe, mientras tenga otros datos y otras cifras, la realidad podrá ser falseada y tejida a su antojo.

Esta semana los obispos de México han expresado su indignación nuevamente ante la violencia desmedida, la frase acuñada “Los abrazos no nos alcanzan para cubrir tanto balazo” ha recorrido titulares mundiales. Todos se dan cuenta que la cosa no va bien. Todos, menos la corte de aspirantes presidenciales. El avión, la refinería a medias, el aeropuerto, en fin, más de un proyecto que no parece ser solución de nada, son los corsaches de este vestido del rey que más de uno aplaude.

La verdad sigue reclamando ser conocida. La adulación, es la peor de las mentiras. Es miel por fuera, y hiel por dentro. Es armar una falsa realidad y creérsela. Y no solo eso, difundirla para que todos los adeptos la reconozcan como tal. ¿Cómo creer que vamos bien cuando siguen en aumento los muertos, las comunidades rurales secuestradas y una inflación que ya va en 8%? Seguramente va muy bien su estrategia de tener popularidad y poner a su pupilo(a) en la silla el 2024, porque la oposición poco testimonia para oponerse.

¿Acaso no podremos vivir mejor? ¿Sin miedo a salir y viajar? ¿Sin la incertidumbre del mañana para cubrir las necesidades más básicas? Construir un México en paz, no depende del rey ególatra, ni su corte de fanfarrias. Es el sueño y proyecto de cada ciudadano que debe hacer lo que le toca y no quedarse a la vera del camino para criticar como viste el rey o quien le sigue los pasos. Es urgente rehacer el tejido social tan fragmentado por las polarizaciones y vicios de todo tipo. La familia como valor de nuestra sociedad tiene que ser protegida y necesitamos educar a la nueva generación en valores que nos hagan una mejor nación y no ser parte de ese grupo que consciente o inconscientemente espera el turno para adular el traje del rey.

Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social