/ jueves 30 de diciembre de 2021

Punto Gélido | Termina el viaje del 2021

Hoy que estamos a punto de llegar a la estación final, de este viaje llamado 2021, es la oportunidad para hacer un breve recuento de los momentos más relevantes, que acontecieron mientras el tren de la vida seguía su marcha, con dirección a su destino interminable. Aprovechemos para recostarnos suavemente sobre el asiento, para cerrar los ojos y hacer un recorrido rápido por esa película, que inexorablemente filmamos con nuestra propia vida.

Al iniciar el año, tal vez fuimos de las personas que practicamos la tradición de degustar doce uvas, al compás de pedir doce deseos (propósitos), o quizás nueve, o cinco, o uno. Impulsados por este ritual, comenzamos el año con ánimos renovados, con energía positiva y abundante, y con la esperanza firme de realizar todos los propósitos, que desde luego estaban etiquetados con el sello de ser buenos. Y así, abordamos el tren del 2021, el cual realizó su viaje sobre las vías del tiempo, haciendo sus respectivas paradas, en cada una de las estaciones que están marcadas en el calendario, brindándonos la oportunidad para subir o bajar las cosas que consideráramos necesarias para seguir viajando, así, algunos aprovechamos para subir provisiones (amor, felicidad, trabajo, perdón, familia, etc.) y también para bajar desperdicios (rencor, frustración, cansancio, soledad, etc.).

Las preguntas son: ¿Qué tan firmes fuimos en cumplir nuestros propósitos? ¿Qué hicimos para lograrlos? Y entonces valdría la pena reflexionar, sobre cuántos de esos propósitos realmente logramos y cuántos se nos quedaron atorados u olvidados sin saber en dónde. ¿Qué pasó?, tal vez nos hicimos propósitos que no eran importantes, o bien fuimos débiles y perezosos para lograrlos, o quizá, no aprendimos a bajar y subir lo necesario en cada estación, para lograr cumplirlos.

Pero, es posible que seamos de esas personas que estamos poseídos por un inflexible espíritu aventurero, y simplemente abordamos el tren al principio del año, sin ningún plan trazado previamente, nada de uvas o de deseos, sencillamente queríamos viajar, asumiendo el reto de tomar decisiones en cada estación, bajando y subiendo lo necesario, en base al derrotero que tomaran las circunstancias propias del momento, quizá de acuerdo a nuestro estado de ánimo o en base a las oportunidades que el viaje presentara. Sabedores de asumir las consecuencias sin ningún reproche o lamento, pues sería difícil establecer un patrón de medición, que nos permita saber si avanzamos o retrocedimos como personas, lo único realmente seguro será que el tiempo no se detendrá, ni tampoco el tren de la vida.

Cualquiera que haya sido la opción que escogimos al principio del año, hoy que estamos llegando al final del 2021, lo importante es que al bajar en esta estación, revestidos de humildad demos gracias, por todos y cada uno de los momentos que hemos vivido en el transcurso de este viaje. Hagamos uso de nuestra escala de valores y pongamos la etiqueta de bueno o malo, a cada una de las aventuras o experiencias, y después, podemos guardarlas en el cajón principal de los recuerdos, o bien, en el último cajón donde se encuentra el olvido.

Solo un breve instante será suficiente, para bajar del tren del año 2021, y en la estación escucharemos una voz que nos dirá; pasajeros, prepárense para abordar el tren del 2022, por favor revisen cuidadosamente su equipaje, asegúrense de dejar el rencor, la pereza, la tristeza, la envidia, y algunas cosas más fuera de su maleta, y por ningún motivo, se les vaya olvidar poner una buena dosis de amor, felicidad, esfuerzo, sabiduría, fe, esperanza y positivismo en la parte central de su maleta.

¡Feliz año 2022!


Leoncio Durán Garibay | Punto Gélido

Hoy que estamos a punto de llegar a la estación final, de este viaje llamado 2021, es la oportunidad para hacer un breve recuento de los momentos más relevantes, que acontecieron mientras el tren de la vida seguía su marcha, con dirección a su destino interminable. Aprovechemos para recostarnos suavemente sobre el asiento, para cerrar los ojos y hacer un recorrido rápido por esa película, que inexorablemente filmamos con nuestra propia vida.

Al iniciar el año, tal vez fuimos de las personas que practicamos la tradición de degustar doce uvas, al compás de pedir doce deseos (propósitos), o quizás nueve, o cinco, o uno. Impulsados por este ritual, comenzamos el año con ánimos renovados, con energía positiva y abundante, y con la esperanza firme de realizar todos los propósitos, que desde luego estaban etiquetados con el sello de ser buenos. Y así, abordamos el tren del 2021, el cual realizó su viaje sobre las vías del tiempo, haciendo sus respectivas paradas, en cada una de las estaciones que están marcadas en el calendario, brindándonos la oportunidad para subir o bajar las cosas que consideráramos necesarias para seguir viajando, así, algunos aprovechamos para subir provisiones (amor, felicidad, trabajo, perdón, familia, etc.) y también para bajar desperdicios (rencor, frustración, cansancio, soledad, etc.).

Las preguntas son: ¿Qué tan firmes fuimos en cumplir nuestros propósitos? ¿Qué hicimos para lograrlos? Y entonces valdría la pena reflexionar, sobre cuántos de esos propósitos realmente logramos y cuántos se nos quedaron atorados u olvidados sin saber en dónde. ¿Qué pasó?, tal vez nos hicimos propósitos que no eran importantes, o bien fuimos débiles y perezosos para lograrlos, o quizá, no aprendimos a bajar y subir lo necesario en cada estación, para lograr cumplirlos.

Pero, es posible que seamos de esas personas que estamos poseídos por un inflexible espíritu aventurero, y simplemente abordamos el tren al principio del año, sin ningún plan trazado previamente, nada de uvas o de deseos, sencillamente queríamos viajar, asumiendo el reto de tomar decisiones en cada estación, bajando y subiendo lo necesario, en base al derrotero que tomaran las circunstancias propias del momento, quizá de acuerdo a nuestro estado de ánimo o en base a las oportunidades que el viaje presentara. Sabedores de asumir las consecuencias sin ningún reproche o lamento, pues sería difícil establecer un patrón de medición, que nos permita saber si avanzamos o retrocedimos como personas, lo único realmente seguro será que el tiempo no se detendrá, ni tampoco el tren de la vida.

Cualquiera que haya sido la opción que escogimos al principio del año, hoy que estamos llegando al final del 2021, lo importante es que al bajar en esta estación, revestidos de humildad demos gracias, por todos y cada uno de los momentos que hemos vivido en el transcurso de este viaje. Hagamos uso de nuestra escala de valores y pongamos la etiqueta de bueno o malo, a cada una de las aventuras o experiencias, y después, podemos guardarlas en el cajón principal de los recuerdos, o bien, en el último cajón donde se encuentra el olvido.

Solo un breve instante será suficiente, para bajar del tren del año 2021, y en la estación escucharemos una voz que nos dirá; pasajeros, prepárense para abordar el tren del 2022, por favor revisen cuidadosamente su equipaje, asegúrense de dejar el rencor, la pereza, la tristeza, la envidia, y algunas cosas más fuera de su maleta, y por ningún motivo, se les vaya olvidar poner una buena dosis de amor, felicidad, esfuerzo, sabiduría, fe, esperanza y positivismo en la parte central de su maleta.

¡Feliz año 2022!


Leoncio Durán Garibay | Punto Gélido