/ jueves 11 de abril de 2024

Punto gélido / Durmiendo con los perros

Y ahí están ellos durmiendo con los perros, ellos los caminantes incansables que deambulan por todos los sectores de la ciudad, lo mismo de día que en las horas de la noche, encontrando aquello que no se les ha perdido y buscando aquello que tal vez siempre se les ha negado. Su aspecto físico, su apariencia, deja mucho que desear ante los ojos críticos de aquellos a quien la vida les ha regalado un racimo de virtudes, lo que suponen les autoriza para convertirse en jueces puritanos y emitir un juicio que nadie les ha pedido, pero que de mutuo propio se dan el lujo de emitir. Pero la envoltura del regalo no es garantía de que corresponda al contenido, y es ahí donde las equivocaciones suelen estar presentes, porque pocas veces nos damos la oportunidad de ir al fondo y conocer a detalle el contenido, las sorpresas siempre pueden estar latentes.

Mientras tanto, ellos siguen durmiendo con los perros, ¡y alguna vez nos hemos preguntado!, ¿por qué los perros sí los acompañan siempre?, acaso ellos, los animalitos, se han dado el tiempo para escudriñar en el interior de ese regalo, y han tenido la gracia de descubrir lo que ahí se encuentra, es probable, de ser así la lección es fuerte. Porque no sólo duermen con los perros, sino que ellos se han convertido en sus inseparables compañeros, deambulan con ellos, aguantan la sed, el hambre, el frío, la enfermedad, los maltratos y todos los inconvenientes con una lealtad y fidelidad que ya quisiera el mejor de los amigos.

Para algunas personas dormir con los perros, mascotas, puede resultar agradable, incluso un lujo cuando el animalito tiene eso que llaman pedigrí, está bañado, vacunado, peinado y sobre todo se encuentra muy bien alimentado y hasta educado, es decir, el perrito tiene clase y responde de igual forma con fidelidad y lealtad, bien por él y por sus dueños. Entonces podemos pensar que el problema no está en dormir con los perros, sino en el contexto que envuelve a unos y a otros, en la discriminación que solemos hacer por el aspecto que presentan ellos y tal vez sus dueños.

Por eso esas personas, las que tienen por recámara una plaza, un puente, una banqueta, una cueva, y como colchón un costal, un cartón o simplemente la tierra, y por cobija un periódico, un trapo viejo, el sol o la luna y las estrellas. Que suelen tener por alimento los desperdicios o las sobras que encuentran en un depósito de basura, o las migajas que en ocasiones nos damos el tiempo de compartir, no siempre son lo que aparentan, solo y solo tal vez, es probable que las oportunidades han sido muy diferentes para ellos, sin embargo, son seres humanos que guardan en su riqueza interior sentimientos, emociones, anhelos, sueños, virtudes y defectos, que pocas veces nos damos el tiempo de explorar, de conocer, de escuchar, pero principalmente de acompañar y apoyar.

Tal vez por eso esas personas siguen durmiendo con los perros, con ellos que se han convertido en sus compañeros inseparables, fieles como el que más, aun a pesar del maltrato y la discriminación que también sufren por el aspecto y el contexto en el que se desenvuelven, pero que al final no dejan de darnos una lección fuerte, porque ellos, los perros, no se han dejado llevar por las apariencias, por la envoltura del regalo, sino por lo que hay en el interior de las personas y se adaptan; caminan, sufren y es probable que hasta disfruten con su presencia. La realidad ahí está, la palabra y la acción está en manos de quien lo deseé, mientras tanto ellos siguen durmiendo con los perros.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo

Y ahí están ellos durmiendo con los perros, ellos los caminantes incansables que deambulan por todos los sectores de la ciudad, lo mismo de día que en las horas de la noche, encontrando aquello que no se les ha perdido y buscando aquello que tal vez siempre se les ha negado. Su aspecto físico, su apariencia, deja mucho que desear ante los ojos críticos de aquellos a quien la vida les ha regalado un racimo de virtudes, lo que suponen les autoriza para convertirse en jueces puritanos y emitir un juicio que nadie les ha pedido, pero que de mutuo propio se dan el lujo de emitir. Pero la envoltura del regalo no es garantía de que corresponda al contenido, y es ahí donde las equivocaciones suelen estar presentes, porque pocas veces nos damos la oportunidad de ir al fondo y conocer a detalle el contenido, las sorpresas siempre pueden estar latentes.

Mientras tanto, ellos siguen durmiendo con los perros, ¡y alguna vez nos hemos preguntado!, ¿por qué los perros sí los acompañan siempre?, acaso ellos, los animalitos, se han dado el tiempo para escudriñar en el interior de ese regalo, y han tenido la gracia de descubrir lo que ahí se encuentra, es probable, de ser así la lección es fuerte. Porque no sólo duermen con los perros, sino que ellos se han convertido en sus inseparables compañeros, deambulan con ellos, aguantan la sed, el hambre, el frío, la enfermedad, los maltratos y todos los inconvenientes con una lealtad y fidelidad que ya quisiera el mejor de los amigos.

Para algunas personas dormir con los perros, mascotas, puede resultar agradable, incluso un lujo cuando el animalito tiene eso que llaman pedigrí, está bañado, vacunado, peinado y sobre todo se encuentra muy bien alimentado y hasta educado, es decir, el perrito tiene clase y responde de igual forma con fidelidad y lealtad, bien por él y por sus dueños. Entonces podemos pensar que el problema no está en dormir con los perros, sino en el contexto que envuelve a unos y a otros, en la discriminación que solemos hacer por el aspecto que presentan ellos y tal vez sus dueños.

Por eso esas personas, las que tienen por recámara una plaza, un puente, una banqueta, una cueva, y como colchón un costal, un cartón o simplemente la tierra, y por cobija un periódico, un trapo viejo, el sol o la luna y las estrellas. Que suelen tener por alimento los desperdicios o las sobras que encuentran en un depósito de basura, o las migajas que en ocasiones nos damos el tiempo de compartir, no siempre son lo que aparentan, solo y solo tal vez, es probable que las oportunidades han sido muy diferentes para ellos, sin embargo, son seres humanos que guardan en su riqueza interior sentimientos, emociones, anhelos, sueños, virtudes y defectos, que pocas veces nos damos el tiempo de explorar, de conocer, de escuchar, pero principalmente de acompañar y apoyar.

Tal vez por eso esas personas siguen durmiendo con los perros, con ellos que se han convertido en sus compañeros inseparables, fieles como el que más, aun a pesar del maltrato y la discriminación que también sufren por el aspecto y el contexto en el que se desenvuelven, pero que al final no dejan de darnos una lección fuerte, porque ellos, los perros, no se han dejado llevar por las apariencias, por la envoltura del regalo, sino por lo que hay en el interior de las personas y se adaptan; caminan, sufren y es probable que hasta disfruten con su presencia. La realidad ahí está, la palabra y la acción está en manos de quien lo deseé, mientras tanto ellos siguen durmiendo con los perros.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo