/ jueves 18 de abril de 2024

Punto gélido / ¿Qué es un gol?

Cuántos nos hemos emocionado cuando el comentarista deportivo casi se ha quedado sin cuerdas bucales, gritando la anotación de un gol. Estadios completamente llenos de personas, donde ellos, los aficionados, saltan de sus asientos, levantan las manos, cantan y gritan con la máxima pasión para celebrar la anotación de un gol de su equipo. Dueños, entrenadores, jugadores y los integrantes del equipo hacen todas las faramallas posibles para descargar la adrenalina y festejar al compás de una anotación, como ellos le llaman. Cuántos jugadores de fútbol han pasado a la inmortalidad, por el solo hecho de haber anotado muchos goles a lo largo de su carrera deportiva. Cuántos récords y estadísticas están vigentes en torno a los goles anotados en campeonatos del mundo, ligas continentales, nacionales, regionales, locales y hasta de tal o cual barrio o colonia donde se juega fútbol llanero o de calle.

Cuántas personas, empresas, ciudades y países se hacen vivir de este mega negocio disfrazado de sano deporte llamado fútbol, donde todo alcanza su máxima expresión cuando una sencilla pelota o balón, logra pasar esa famosa raya blanca y se introduce en esa puerta extendida cubierta por redes, que defiende un celoso guardián llamado portero y un grupo de 10 jugadores, de los cuales algunos se asumen como heroicos defensores. El balón logra traspasar esa raya blanca, gracias a que es impulsado por un jugador con alguna parte de su cuerpo, incluso por las manos lo cual está, dicen ellos, prohibido por las propias reglas del juego. El balón puede ser acariciado o impulsado violentamente por la fuerza que el jugador le impone al momento de golpearlo, el gol vale igual, incluso si es un autogol, la euforia que provoca en los jugadores y aficionados de uno u otro equipo es la misma, unos locos de contentos y otros locos por la frustración. El partido dura un poco más de 90 minutos, se juega en un campo deportivo acondicionado lo mejor posible, los jugadores quienes se preparan arduamente física y mentalmente, hacen todo lo que pueden para lograr el mayor número de anotaciones a su favor y así proclamarse como ganadores, pero existen encuentros donde el llamado gol simplemente no se da, y entonces parecería que el juego no cumplió con su máximo objetivo, y el grito de, ¡Gol!, se quedó ahogado en propios y extraños.

Como personas podemos decir que también todos los días jugamos nuestro propio partido, solo que este juego se llama vida, lo hacemos en un entorno, en un espacio pequeño o grande de ese campo llamado mundo. Nuestro partido tiene un tiempo finito, por lo general no sabemos cuánto durará. Algunos como personas se preparan más, otros menos para este juego, unos cuentan con mejores oportunidades, para otros las oportunidades simplemente son escasas. Existen personas que prefieren hacer su juego de manera individual, para otras es mejor competir agrupados en ese equipo llamado familia, empresas, sociedad, en fin. Aquí lo importante es saber dilucidar qué hacemos, cuando en nuestro juego llamado vida no somos capaces de anotar ni un solo gol, o cuando solo anotamos uno y queremos vivir de ello, o bien cuando anotamos varios goles, pero a pesar de ello no logramos ser felices. Pero peor aún, qué pasa cuando en el juego de la vida recibimos una goleada tras otra, qué hacemos para revertir esa situación.

El juego de la vida es maravilloso, de eso no hay ninguna duda, pero como buenos jugadores aquí lo importante es saber, qué tanto disfrutamos de ese juego, cómo nos preparamos para hacerlo de la mejor forma, qué hacemos cuando el juego nos es adverso, qué hacemos cuando el juego nos sonríe, y finalmente, cuántos goles hemos anotado y cuantos más queremos anotar, para que al final podamos decir, este juego, lo jugué a mi manera, lo disfruté y puedo sentirme satisfecho de haberlo ganado.

Al final de cuentas anotar un gol, es un momento de felicidad.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo

Cuántos nos hemos emocionado cuando el comentarista deportivo casi se ha quedado sin cuerdas bucales, gritando la anotación de un gol. Estadios completamente llenos de personas, donde ellos, los aficionados, saltan de sus asientos, levantan las manos, cantan y gritan con la máxima pasión para celebrar la anotación de un gol de su equipo. Dueños, entrenadores, jugadores y los integrantes del equipo hacen todas las faramallas posibles para descargar la adrenalina y festejar al compás de una anotación, como ellos le llaman. Cuántos jugadores de fútbol han pasado a la inmortalidad, por el solo hecho de haber anotado muchos goles a lo largo de su carrera deportiva. Cuántos récords y estadísticas están vigentes en torno a los goles anotados en campeonatos del mundo, ligas continentales, nacionales, regionales, locales y hasta de tal o cual barrio o colonia donde se juega fútbol llanero o de calle.

Cuántas personas, empresas, ciudades y países se hacen vivir de este mega negocio disfrazado de sano deporte llamado fútbol, donde todo alcanza su máxima expresión cuando una sencilla pelota o balón, logra pasar esa famosa raya blanca y se introduce en esa puerta extendida cubierta por redes, que defiende un celoso guardián llamado portero y un grupo de 10 jugadores, de los cuales algunos se asumen como heroicos defensores. El balón logra traspasar esa raya blanca, gracias a que es impulsado por un jugador con alguna parte de su cuerpo, incluso por las manos lo cual está, dicen ellos, prohibido por las propias reglas del juego. El balón puede ser acariciado o impulsado violentamente por la fuerza que el jugador le impone al momento de golpearlo, el gol vale igual, incluso si es un autogol, la euforia que provoca en los jugadores y aficionados de uno u otro equipo es la misma, unos locos de contentos y otros locos por la frustración. El partido dura un poco más de 90 minutos, se juega en un campo deportivo acondicionado lo mejor posible, los jugadores quienes se preparan arduamente física y mentalmente, hacen todo lo que pueden para lograr el mayor número de anotaciones a su favor y así proclamarse como ganadores, pero existen encuentros donde el llamado gol simplemente no se da, y entonces parecería que el juego no cumplió con su máximo objetivo, y el grito de, ¡Gol!, se quedó ahogado en propios y extraños.

Como personas podemos decir que también todos los días jugamos nuestro propio partido, solo que este juego se llama vida, lo hacemos en un entorno, en un espacio pequeño o grande de ese campo llamado mundo. Nuestro partido tiene un tiempo finito, por lo general no sabemos cuánto durará. Algunos como personas se preparan más, otros menos para este juego, unos cuentan con mejores oportunidades, para otros las oportunidades simplemente son escasas. Existen personas que prefieren hacer su juego de manera individual, para otras es mejor competir agrupados en ese equipo llamado familia, empresas, sociedad, en fin. Aquí lo importante es saber dilucidar qué hacemos, cuando en nuestro juego llamado vida no somos capaces de anotar ni un solo gol, o cuando solo anotamos uno y queremos vivir de ello, o bien cuando anotamos varios goles, pero a pesar de ello no logramos ser felices. Pero peor aún, qué pasa cuando en el juego de la vida recibimos una goleada tras otra, qué hacemos para revertir esa situación.

El juego de la vida es maravilloso, de eso no hay ninguna duda, pero como buenos jugadores aquí lo importante es saber, qué tanto disfrutamos de ese juego, cómo nos preparamos para hacerlo de la mejor forma, qué hacemos cuando el juego nos es adverso, qué hacemos cuando el juego nos sonríe, y finalmente, cuántos goles hemos anotado y cuantos más queremos anotar, para que al final podamos decir, este juego, lo jugué a mi manera, lo disfruté y puedo sentirme satisfecho de haberlo ganado.

Al final de cuentas anotar un gol, es un momento de felicidad.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo