/ jueves 23 de diciembre de 2021

Punto Gélido | Luces de Navdad

Es habitual que en esta época, donde tradicionalmente el manto blanco suele cubrir los valles, los montes, la ciudades y hasta los desiertos, tengamos la costumbre de iluminar nuestros hogares; en el interior, con esas luces que colocamos sobre el llamado árbol de navidad, para darle ese toque que despierta el espíritu propio de la época, en nuestras familias y en nuestros corazones. También solemos adornar con gran cantidad de luces los espacios públicos, calles, avenidas, camellones, plazas y más, así como comercios y fachadas de nuestros hogares, con ello nos envolvemos como comunidad en ese ambiente característico, donde la iluminación es un elemento principal.

Existen otros tipos de luces que no necesariamente son proyectadas por un foco, sino por un contexto diferente, así por ejemplo; una remuneración económica extraordinaria puede convertirse en una luz que guía nuestras acciones y obras, satisface temporalmente algunas necesidades físicas y en muchos de los casos nuestras necesidades emocionales. Otras luces que suelen deslumbrarnos, son las que proyectan aquellos posibles regalos que esperamos o deseamos recibir, solo que en ocasiones, las decepciones pueden ser más grandes de lo que imaginamos, nuestras expectativas pueden estar fuera de una dimensión real.

Algunas luces más que iluminan la época navideña, son aquellas que se encienden cuando recibimos en nuestros hogares a familiares, amigos y conocidos, la convivencia es una condición infaltable en el ser humano, solo que en ocasiones la soledad, hace que esas luces nunca se enciendan. Otras luces son aquellas que se encienden sobre la mesa, un plato de comida, una copa de vino, un bocadillo y tal vez hasta un simple vaso con agua, provocan que la luz de la navidad brille, sin embargo, existen tantas mesas en las cuales esas luces no se encienden, ni en esta época, ni en ninguna otra a lo largo del año.

En esta temporada la mercadotecnia suele utilizar más que en cualquier otro momento, el resplandor de las luces para cautivar, no solo las miradas, sino la atención y la voluntad de los frenéticos consumidores, quienes atrapados por el momento y las circunstancias se dejan seducir por las ofertas, por las compras de pánico y hasta por el frenesí emocional de simplemente consumir, sin dimensionar que tal vez esas mismas luces que hoy los deslumbraron, y que los llevaron a adquirir objetos o cosas, que es posible que no necesitaran, los condicionen en los próximos días o meses a vivir en una obscuridad estresante.

Pero, en medio de estos rituales inducidos por diferentes entes, donde el folklor, la costumbre y la misma cultura, nos hacen disfrutar y ser partícipes, en medio de una multitud de luces y colores, con diferentes contenidos, significados y objetivos, es posible que muchos de nosotros, terminemos extraviándonos en medio de este peregrinar, perdemos o tal vez nunca tengamos certera conciencia de cuál es la única y verdadera luz que debe guiarnos, de cuál es la esencia de la época navideña.

En medio de esta libertad para decidir y escoger, el deseo es que la verdadera luz de la navidad sea quien realmente ilumine nuestro entorno, nuestro hogar, la familia, pero esencialmente nuestra vida y llene con su mística luz nuestro corazón y nuestro espíritu. Que guiados por ella encontremos sanos momentos de convivencia comunitaria, familiar y principalmente de plenitud personal, de reflexión, de reencuentro, de ese renacer que le de un verdadero sentido a nuestra forma de pensar, de ser y de hacer.

Que en medio de la multitud de luces de la navidad, tengamos la gracia de saber identificar la luz principal.

Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial

Es habitual que en esta época, donde tradicionalmente el manto blanco suele cubrir los valles, los montes, la ciudades y hasta los desiertos, tengamos la costumbre de iluminar nuestros hogares; en el interior, con esas luces que colocamos sobre el llamado árbol de navidad, para darle ese toque que despierta el espíritu propio de la época, en nuestras familias y en nuestros corazones. También solemos adornar con gran cantidad de luces los espacios públicos, calles, avenidas, camellones, plazas y más, así como comercios y fachadas de nuestros hogares, con ello nos envolvemos como comunidad en ese ambiente característico, donde la iluminación es un elemento principal.

Existen otros tipos de luces que no necesariamente son proyectadas por un foco, sino por un contexto diferente, así por ejemplo; una remuneración económica extraordinaria puede convertirse en una luz que guía nuestras acciones y obras, satisface temporalmente algunas necesidades físicas y en muchos de los casos nuestras necesidades emocionales. Otras luces que suelen deslumbrarnos, son las que proyectan aquellos posibles regalos que esperamos o deseamos recibir, solo que en ocasiones, las decepciones pueden ser más grandes de lo que imaginamos, nuestras expectativas pueden estar fuera de una dimensión real.

Algunas luces más que iluminan la época navideña, son aquellas que se encienden cuando recibimos en nuestros hogares a familiares, amigos y conocidos, la convivencia es una condición infaltable en el ser humano, solo que en ocasiones la soledad, hace que esas luces nunca se enciendan. Otras luces son aquellas que se encienden sobre la mesa, un plato de comida, una copa de vino, un bocadillo y tal vez hasta un simple vaso con agua, provocan que la luz de la navidad brille, sin embargo, existen tantas mesas en las cuales esas luces no se encienden, ni en esta época, ni en ninguna otra a lo largo del año.

En esta temporada la mercadotecnia suele utilizar más que en cualquier otro momento, el resplandor de las luces para cautivar, no solo las miradas, sino la atención y la voluntad de los frenéticos consumidores, quienes atrapados por el momento y las circunstancias se dejan seducir por las ofertas, por las compras de pánico y hasta por el frenesí emocional de simplemente consumir, sin dimensionar que tal vez esas mismas luces que hoy los deslumbraron, y que los llevaron a adquirir objetos o cosas, que es posible que no necesitaran, los condicionen en los próximos días o meses a vivir en una obscuridad estresante.

Pero, en medio de estos rituales inducidos por diferentes entes, donde el folklor, la costumbre y la misma cultura, nos hacen disfrutar y ser partícipes, en medio de una multitud de luces y colores, con diferentes contenidos, significados y objetivos, es posible que muchos de nosotros, terminemos extraviándonos en medio de este peregrinar, perdemos o tal vez nunca tengamos certera conciencia de cuál es la única y verdadera luz que debe guiarnos, de cuál es la esencia de la época navideña.

En medio de esta libertad para decidir y escoger, el deseo es que la verdadera luz de la navidad sea quien realmente ilumine nuestro entorno, nuestro hogar, la familia, pero esencialmente nuestra vida y llene con su mística luz nuestro corazón y nuestro espíritu. Que guiados por ella encontremos sanos momentos de convivencia comunitaria, familiar y principalmente de plenitud personal, de reflexión, de reencuentro, de ese renacer que le de un verdadero sentido a nuestra forma de pensar, de ser y de hacer.

Que en medio de la multitud de luces de la navidad, tengamos la gracia de saber identificar la luz principal.

Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial