/ jueves 4 de agosto de 2022

Punto Gélido | Los Vulnerables

Los vulnerables tienen su origen en un proceso de desajustes sociales, que desafortunadamente ha crecido y se ha arraigado en nuestra sociedad, la acumulación de desventajas obedece a varios factores y adquiere varias dimensiones. Por desgracia la vulnerabilidad, se ha convertido en el presente siglo, en un rasgo social dominante, condición que no solo se enfoca a la pobreza donde solo se califica la insuficiencia de ingresos, sino que se extiende a cuestiones más amplias que tienen que ver con las estructuras e instituciones económico-sociales, y el impacto que éstas producen en comunidades, familias y personas, abarcando factores como la inseguridad, la salud, la educación, la discriminación, servicios públicos, la marginación y más, que afecta a personas o grupos que debido a sus características de desventaja; por edad, sexo, origen étnico, nivel educativo, condición económica, social, cultural, psicológica o física, pueden sufrir maltrato que violenta sus derechos humanos, ellos requieren de un mayor esfuerzo para incorporarse al desarrollo y a la convivencia. Por su parte el estado no debe ni puede prescindir de su responsabilidad reguladora, compensadora y de protección social, es un compromiso ineludible garantizar una seguridad mínima a todas las personas e igualdad de oportunidades, para todos los integrantes de una sociedad.

Hablando en particular de la vulnerabilidad de los pueblos originarios, y haciendo una pequeña remembranza del calvario que les ha tocado vivir en esta su tierra, podemos decir que antes de la conquista ellos tenían su propia forma de organización política y social, donde el Tlatoani, por ejemplo, era su gobernante y al ser nombrado adquiría una naturaleza de carácter divino. Durante la conquista se impuso una forma de gobierno regido por el derecho castellano. En la época de la Independencia los indígenas participaron activamente buscando liberarse de los tributos y cargas que les imponía la colonia, buscaban hacer valer la idea de que todos los mexicanos éramos iguales. Sin embargo, quienes quedaron al frente fueron mestizos y criollos realizando las leyes en el idioma español, excluyéndolos una vez más, pues les era casi imposible entender la legislación, siendo desplazados de la participación política, social, económica y cultural, condenándolos a vivir en la marginación y la desigualdad. Durante la Revolución estallaron los conflictos debido al despojo de tierras, por ello campesinos e indígenas se levantaron en armas luchando por sus derechos y por la restitución de sus tierras, lo cual se logró plasmar en la Constitución de 1917, con la aparición de los ejidos.

Hasta el año 2001, se les reconoce a los pueblos originarios mediante reforma constitucional, su derecho a la libre determinación y con ello la autonomía para autogobernarse, lo que hoy conocemos como votación por usos y costumbres, donde cabe resaltar que los partidos políticos no deben, ni pueden tener ninguna injerencia.

La democracia es un himno que está en la voz de muchos personajes, pero que, sin embargo, se queda casi siempre solo en un cántico. Particularmente hablando de los pueblos originarios, hoy da vergüenza ajena que continuemos haciendo usufructo de su vulnerabilidad. Que continuemos atentando contra su dignidad tratándolos como simples objetos o cosas, en pos de un enfermizo capricho de poder. Que continuemos extorsionándolos bajo amenaza de despojarlos de sus derechos establecidos en la constitución, en referencia a los apoyos sociales, que dicho sea de paso no son obra de un autoproclamado caudillo, sino de una sociedad en su conjunto. Es preocupante que los grupos originarios sean mancillados y ofrecidos en las urnas electorales, pasando con esto de la decepción a la tristeza, hasta llegar al hastío de una política que no ha sabido madurar, donde la pugna rancia sigue siendo por el poder y no por las propuestas para mejorar. Hay quienes se asumen como triunfadores desde un partido, aun a costa del desastre y la hipoteca de un país, aun a costa de lo más sagrado de un ser humano como lo es su dignidad. ¡Basta de seguir lucrando con la vulnerabilidad de los pueblos originarios!


Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial

Los vulnerables tienen su origen en un proceso de desajustes sociales, que desafortunadamente ha crecido y se ha arraigado en nuestra sociedad, la acumulación de desventajas obedece a varios factores y adquiere varias dimensiones. Por desgracia la vulnerabilidad, se ha convertido en el presente siglo, en un rasgo social dominante, condición que no solo se enfoca a la pobreza donde solo se califica la insuficiencia de ingresos, sino que se extiende a cuestiones más amplias que tienen que ver con las estructuras e instituciones económico-sociales, y el impacto que éstas producen en comunidades, familias y personas, abarcando factores como la inseguridad, la salud, la educación, la discriminación, servicios públicos, la marginación y más, que afecta a personas o grupos que debido a sus características de desventaja; por edad, sexo, origen étnico, nivel educativo, condición económica, social, cultural, psicológica o física, pueden sufrir maltrato que violenta sus derechos humanos, ellos requieren de un mayor esfuerzo para incorporarse al desarrollo y a la convivencia. Por su parte el estado no debe ni puede prescindir de su responsabilidad reguladora, compensadora y de protección social, es un compromiso ineludible garantizar una seguridad mínima a todas las personas e igualdad de oportunidades, para todos los integrantes de una sociedad.

Hablando en particular de la vulnerabilidad de los pueblos originarios, y haciendo una pequeña remembranza del calvario que les ha tocado vivir en esta su tierra, podemos decir que antes de la conquista ellos tenían su propia forma de organización política y social, donde el Tlatoani, por ejemplo, era su gobernante y al ser nombrado adquiría una naturaleza de carácter divino. Durante la conquista se impuso una forma de gobierno regido por el derecho castellano. En la época de la Independencia los indígenas participaron activamente buscando liberarse de los tributos y cargas que les imponía la colonia, buscaban hacer valer la idea de que todos los mexicanos éramos iguales. Sin embargo, quienes quedaron al frente fueron mestizos y criollos realizando las leyes en el idioma español, excluyéndolos una vez más, pues les era casi imposible entender la legislación, siendo desplazados de la participación política, social, económica y cultural, condenándolos a vivir en la marginación y la desigualdad. Durante la Revolución estallaron los conflictos debido al despojo de tierras, por ello campesinos e indígenas se levantaron en armas luchando por sus derechos y por la restitución de sus tierras, lo cual se logró plasmar en la Constitución de 1917, con la aparición de los ejidos.

Hasta el año 2001, se les reconoce a los pueblos originarios mediante reforma constitucional, su derecho a la libre determinación y con ello la autonomía para autogobernarse, lo que hoy conocemos como votación por usos y costumbres, donde cabe resaltar que los partidos políticos no deben, ni pueden tener ninguna injerencia.

La democracia es un himno que está en la voz de muchos personajes, pero que, sin embargo, se queda casi siempre solo en un cántico. Particularmente hablando de los pueblos originarios, hoy da vergüenza ajena que continuemos haciendo usufructo de su vulnerabilidad. Que continuemos atentando contra su dignidad tratándolos como simples objetos o cosas, en pos de un enfermizo capricho de poder. Que continuemos extorsionándolos bajo amenaza de despojarlos de sus derechos establecidos en la constitución, en referencia a los apoyos sociales, que dicho sea de paso no son obra de un autoproclamado caudillo, sino de una sociedad en su conjunto. Es preocupante que los grupos originarios sean mancillados y ofrecidos en las urnas electorales, pasando con esto de la decepción a la tristeza, hasta llegar al hastío de una política que no ha sabido madurar, donde la pugna rancia sigue siendo por el poder y no por las propuestas para mejorar. Hay quienes se asumen como triunfadores desde un partido, aun a costa del desastre y la hipoteca de un país, aun a costa de lo más sagrado de un ser humano como lo es su dignidad. ¡Basta de seguir lucrando con la vulnerabilidad de los pueblos originarios!


Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial