/ jueves 20 de agosto de 2020

Nadie sabe lo que tiene...

La vida es un árbol frondoso que lo mismo crece a la orilla de un río, que en medio del desierto, es un enigma constante, cada día es una hoja que va cayendo del árbol, cada día es una hoja en blanco donde se escribe una historia, al final la unión de todas las historias se convierten en una novela que lleva por nombre “vida”.

En ese devenir de los días, horas y minutos aprendemos a llevar un estilo, una forma, una rutina, que nos permite dar una identidad propia en el modo de escribir nuestra propia novela, las circunstancias en ocasiones se convierten en un factor poderoso para condicionar ciertos hábitos o costumbres, sin embargo, como seres humanos todos debemos gozar de una libertad para decidir qué hacer o no hacer, dónde y cuándo.

En ocasiones la comodidad, el conformismo, la pereza y otros malos hábitos, nos llevan a adoptar posturas equivocadas o sencillamente poco productivas, en ese marasmo de información que nos agobia a cada momento, solemos perdernos, confundirnos y dejar de disfrutar el aquí y el ahora, con frecuencia perdemos la oportunidad de disfrutar cada instante, cada momento que la vida nos da la gracia de vivir, escribimos cada frase de nuestra historia utilizando la luz de la lámpara que está frente a nuestra ventana y se nos olvida encender la luz que tenemos en nuestra habitación.

Ser controversiales es una característica del ser humano, en ocasiones no logramos entendernos ni solos, vivimos deseando los rayos del sol cuando las cortinas de nubes cubren el cielo y los campos se llenan de vida bajo la fresca lluvia, deseamos que nuestros hijos crezcan pronto y luego añoramos sus juegos de infancia, vivimos quejándonos de aquello que nos falta y se nos olvida valorar todo aquello que nos sobra, nos gastamos la mejor época de la vida en busca de una riqueza material y luego nos enfermamos por la preocupación de perderlo, creemos soberbiamente que somos dueños del tiempo, luego un leve viento simplemente apaga la vela.

La vida es un juego de retos constantes, los golpes bajos son parte de ello, en ocasiones necesarios para permitirnos comprender que vivir de los recuerdos o en el mundo de burbujas pintadas de ilusiones se convierte en una forma de sufrir el presente, llenamos con facilidad nuestros sentimientos de odios, de tristezas, de soledad; nos olvidamos de perdonar, de abrazar, de besar a nuestros seres queridos, dejamos que las sonrisas se ahoguen en el mar de nuestro egoísmo.

Nadie sabe lo que tiene, hasta que la realidad se lo hace saber, o hasta que lo ve perdido, cada quien podemos elegir, no olvidemos que el dolor es una señal de que se puede sentir, que el sufrimiento también es parte de la vida; disfrutemos hoy la vida que es lo más importante que tenemos, porque aún y cuando mañana las circunstancias sean mejores, quizás lo que no tengamos sea vida para poder escribir el final de nuestra novela.

Disfrute y valore lo que tiene en el aquí y en el ahora.

La vida es un árbol frondoso que lo mismo crece a la orilla de un río, que en medio del desierto, es un enigma constante, cada día es una hoja que va cayendo del árbol, cada día es una hoja en blanco donde se escribe una historia, al final la unión de todas las historias se convierten en una novela que lleva por nombre “vida”.

En ese devenir de los días, horas y minutos aprendemos a llevar un estilo, una forma, una rutina, que nos permite dar una identidad propia en el modo de escribir nuestra propia novela, las circunstancias en ocasiones se convierten en un factor poderoso para condicionar ciertos hábitos o costumbres, sin embargo, como seres humanos todos debemos gozar de una libertad para decidir qué hacer o no hacer, dónde y cuándo.

En ocasiones la comodidad, el conformismo, la pereza y otros malos hábitos, nos llevan a adoptar posturas equivocadas o sencillamente poco productivas, en ese marasmo de información que nos agobia a cada momento, solemos perdernos, confundirnos y dejar de disfrutar el aquí y el ahora, con frecuencia perdemos la oportunidad de disfrutar cada instante, cada momento que la vida nos da la gracia de vivir, escribimos cada frase de nuestra historia utilizando la luz de la lámpara que está frente a nuestra ventana y se nos olvida encender la luz que tenemos en nuestra habitación.

Ser controversiales es una característica del ser humano, en ocasiones no logramos entendernos ni solos, vivimos deseando los rayos del sol cuando las cortinas de nubes cubren el cielo y los campos se llenan de vida bajo la fresca lluvia, deseamos que nuestros hijos crezcan pronto y luego añoramos sus juegos de infancia, vivimos quejándonos de aquello que nos falta y se nos olvida valorar todo aquello que nos sobra, nos gastamos la mejor época de la vida en busca de una riqueza material y luego nos enfermamos por la preocupación de perderlo, creemos soberbiamente que somos dueños del tiempo, luego un leve viento simplemente apaga la vela.

La vida es un juego de retos constantes, los golpes bajos son parte de ello, en ocasiones necesarios para permitirnos comprender que vivir de los recuerdos o en el mundo de burbujas pintadas de ilusiones se convierte en una forma de sufrir el presente, llenamos con facilidad nuestros sentimientos de odios, de tristezas, de soledad; nos olvidamos de perdonar, de abrazar, de besar a nuestros seres queridos, dejamos que las sonrisas se ahoguen en el mar de nuestro egoísmo.

Nadie sabe lo que tiene, hasta que la realidad se lo hace saber, o hasta que lo ve perdido, cada quien podemos elegir, no olvidemos que el dolor es una señal de que se puede sentir, que el sufrimiento también es parte de la vida; disfrutemos hoy la vida que es lo más importante que tenemos, porque aún y cuando mañana las circunstancias sean mejores, quizás lo que no tengamos sea vida para poder escribir el final de nuestra novela.

Disfrute y valore lo que tiene en el aquí y en el ahora.