¿De qué sirve una igualdad en la ley si no trae bienestar en la vida cotidiana de las personas?
Hoy en día la lucha sigue por erradicar la violencia de género y buscar la igualdad entre mujeres y hombres, sigamos alzando la voz y en sororidad con quienes muestran esta lucha, nos unimos a la búsqueda de esta paridad de género, en conciencia y acción.
En el discurso tanto de las autoridades de los diferentes niveles de gobierno, así como de agrupaciones feministas, la violación a los derechos de las mujeres indígenas no se nombra con la misma fuerza.
En ese sentido se visualiza el olvido sustancial a las diversas comunidades indígenas, a sus mujeres, atravesando esa violación a sus derechos y a su persona como violencia disfrazada de cultura, con exclusión, falta de oportunidades, explotación laboral y discriminación.
Las mujeres indígenas sufren daños físicos, psicológicos, espirituales, sexuales y económicos entre otros; por la violencia sexual ejercida, la explotación o esclavización para ejercer labores domésticas; la criminalización de la protesta por la defensa de sus tierras y territorios; el desplazamiento forzoso. La violencia contra las mujeres, jóvenes y niñas indígenas se vincula directa o indirectamente con la pobreza, el hambre, la salud, la educación, la disponibilidad de agua, la desigualdad de género, el crecimiento económico y el cambio climático. En cuanto a esto, también recae responsabilidad en la marginación; la marginación de la mente, por falta de educación, porque una mente non educada tiene miedo a cuestionar, a exigir, pero sobre todo tiene miedo a decidir como quiere las cosas. Pero cuando una mente se educa se descubre la libertad, las obligaciones y los derechos sin negar raíces e identidad.
Es justo y necesario exigir cambios en las respuestas que no se dan a las mujeres invisibles, para que haya participación en la toma de decisiones y que se haga uso de las lenguas originarias con un lenguaje incluyente, donde nadie te diga que por tu cultura y por el hecho de ser mujer indígena no puedas acceder al desarrollo para que se haga escuchar tu voz.
A través de la educación se encuentra la libertad, y la libertad es lo más sagrado.
Que no haya más territorios ni espacios negados para las mujeres indígenas.
Que los usos y costumbres no te impidan tus derechos.
“Hasta que la dignidad se haga costumbre”
Autor: Profesor Eduardo Nájera Acosta