/ viernes 26 de marzo de 2021

Mujer | Que los usos y costumbres no te impidan tu derecho

¿De qué sirve una igualdad en la ley si no trae bienestar en la vida cotidiana de las personas?

Hoy en día la lucha sigue por erradicar la violencia de género y buscar la igualdad entre mujeres y hombres, sigamos alzando la voz y en sororidad con quienes muestran esta lucha, nos unimos a la búsqueda de esta paridad de género, en conciencia y acción.

En el discurso tanto de las autoridades de los diferentes niveles de gobierno, así como de agrupaciones feministas, la violación a los derechos de las mujeres indígenas no se nombra con la misma fuerza.

En ese sentido se visualiza el olvido sustancial a las diversas comunidades indígenas, a sus mujeres, atravesando esa violación a sus derechos y a su persona como violencia disfrazada de cultura, con exclusión, falta de oportunidades, explotación laboral y discriminación.

Las mujeres indígenas sufren daños físicos, psicológicos, espirituales, sexuales y económicos entre otros; por la violencia sexual ejercida, la explotación o esclavización para ejercer labores domésticas; la criminalización de la protesta por la defensa de sus tierras y territorios; el desplazamiento forzoso. La violencia contra las mujeres, jóvenes y niñas indígenas se vincula directa o indirectamente con la pobreza, el hambre, la salud, la educación, la disponibilidad de agua, la desigualdad de género, el crecimiento económico y el cambio climático. En cuanto a esto, también recae responsabilidad en la marginación; la marginación de la mente, por falta de educación, porque una mente non educada tiene miedo a cuestionar, a exigir, pero sobre todo tiene miedo a decidir como quiere las cosas. Pero cuando una mente se educa se descubre la libertad, las obligaciones y los derechos sin negar raíces e identidad.

Es justo y necesario exigir cambios en las respuestas que no se dan a las mujeres invisibles, para que haya participación en la toma de decisiones y que se haga uso de las lenguas originarias con un lenguaje incluyente, donde nadie te diga que por tu cultura y por el hecho de ser mujer indígena no puedas acceder al desarrollo para que se haga escuchar tu voz.

A través de la educación se encuentra la libertad, y la libertad es lo más sagrado.

Que no haya más territorios ni espacios negados para las mujeres indígenas.

Que los usos y costumbres no te impidan tus derechos.

“Hasta que la dignidad se haga costumbre”


Autor: Profesor Eduardo Nájera Acosta

¿De qué sirve una igualdad en la ley si no trae bienestar en la vida cotidiana de las personas?

Hoy en día la lucha sigue por erradicar la violencia de género y buscar la igualdad entre mujeres y hombres, sigamos alzando la voz y en sororidad con quienes muestran esta lucha, nos unimos a la búsqueda de esta paridad de género, en conciencia y acción.

En el discurso tanto de las autoridades de los diferentes niveles de gobierno, así como de agrupaciones feministas, la violación a los derechos de las mujeres indígenas no se nombra con la misma fuerza.

En ese sentido se visualiza el olvido sustancial a las diversas comunidades indígenas, a sus mujeres, atravesando esa violación a sus derechos y a su persona como violencia disfrazada de cultura, con exclusión, falta de oportunidades, explotación laboral y discriminación.

Las mujeres indígenas sufren daños físicos, psicológicos, espirituales, sexuales y económicos entre otros; por la violencia sexual ejercida, la explotación o esclavización para ejercer labores domésticas; la criminalización de la protesta por la defensa de sus tierras y territorios; el desplazamiento forzoso. La violencia contra las mujeres, jóvenes y niñas indígenas se vincula directa o indirectamente con la pobreza, el hambre, la salud, la educación, la disponibilidad de agua, la desigualdad de género, el crecimiento económico y el cambio climático. En cuanto a esto, también recae responsabilidad en la marginación; la marginación de la mente, por falta de educación, porque una mente non educada tiene miedo a cuestionar, a exigir, pero sobre todo tiene miedo a decidir como quiere las cosas. Pero cuando una mente se educa se descubre la libertad, las obligaciones y los derechos sin negar raíces e identidad.

Es justo y necesario exigir cambios en las respuestas que no se dan a las mujeres invisibles, para que haya participación en la toma de decisiones y que se haga uso de las lenguas originarias con un lenguaje incluyente, donde nadie te diga que por tu cultura y por el hecho de ser mujer indígena no puedas acceder al desarrollo para que se haga escuchar tu voz.

A través de la educación se encuentra la libertad, y la libertad es lo más sagrado.

Que no haya más territorios ni espacios negados para las mujeres indígenas.

Que los usos y costumbres no te impidan tus derechos.

“Hasta que la dignidad se haga costumbre”


Autor: Profesor Eduardo Nájera Acosta