/ viernes 5 de agosto de 2022

Espejos de Vida | Talleres literarios

Hay un anuncio de Mayonesa McCormick que dice: “Solito nada me sabe igual”, parto de esa aseveración para la reflexión que motiva la escritura de este artículo. El ser humano es social por naturaleza, se congrega para compartir, aprender, vincular metas y aspiraciones, para disfrutar y experimentar el diálogo que proporciona la otredad; para reforzar las individualidades, porque se reconoce que al sumarse éstas a las otras, se adhieren fuerzas y sinergias, así como intereses comunes que permiten el desarrollo y crecimiento, primeramente, desde la persona, para luego ir trascendiendo en círculos concéntricos hasta arropar a quienes se encuentran en el área de compartimiento, llegando su fulgor hasta otros contextos externos.

Es así como nacen las agrupaciones religiosas, políticas, deportivas, sindicales, entre otras muchas más. En esta ocasión, quiero abordar la importancia de pertenecer y coordinar dos talleres literarios, uno versa sobre la lectura y el otro se aboca a la escritura; ambos aluden a las cuatro macro habilidades de la comunicación: escuchar, hablar, leer y escribir.

Indudablemente los tiempos actuales favorecen esta interacción, porque aun cuando la presencia y cercanía de unos con los otros sea un factor importantísimo, gracias a las herramientas que nos proporcionan las Nuevas Tecnologías, podemos estar en constante comunicación con los demás, planteando estrategias específicas para alcanzar los objetivos y metas propuestas.

Todo proyecto tiene una génesis y un motor impulsor, el primer taller germina en un diálogo entre amigas maestras, partiendo del interés común por la lectura, de esa necesidad inherente de compartir y comunicar las distintas emociones, sensaciones y enseñanzas que nos despierta un libro. Se prosiguió a invitar a otras personas, encontrando poca respuesta; misma que no permitió mermar en lo absoluto, el proseguir con la encomienda propuesta.

Al paso de los meses se han ido sumando otros integrantes, cada uno ha contribuido enormemente en el desarrollo y éxito de esta empresa; aportando, primeramente, su entusiasmo, dedicación y tiempo para efectuar las lecturas, para compartir en el grupo de WhatsApp y en el de Facebook: Sembradores de esperanza: “Leyendo y reconstruyendo” y con su asistencia a las reuniones mensuales, donde se implementan diversas técnicas como la «Exégesis», que significa extraer el significado de un texto dado, para interpretarlo por medio del análisis y crítica literaria.

Estos libros nos han permitido viajar y adentrarnos a las historias de diversos continentes, reconocer algunas de sus problemáticas políticas y sociales y el impacto que estas han dejado en quien tiene a bien relatarlas, ya sea en forma biográfica, narrativa, novela o utilizando el realismo mágico, que como su nombre lo indica, utiliza datos verídicos mezclados con la fantasía, llevándonos a experimentar una gama de emociones al vivir los sucesos, reconocer los personajes e identificar la maestría de la pluma de diferentes escritores.

El taller de escritura nace del interés de unas bellas damas que solicitan mi apoyo; todas con el antecedente de haber participado previamente en un taller de DEMAC, para mujeres que se atreven a contar su historia. Esta maravillosa coincidencia que nos permite reencontrarnos y reconocernos por medio de la palabra escrita, volcando en letras la catarsis emocional y la creatividad que cada una llevamos dentro.

Este aprendizaje continuo conlleva una alta responsabilidad de las integrantes, porque fomentar el hábito de escribir, requiere tiempo, constancia, perseverancia y mucha dedicación; el aprender a hacer un espacio en nuestra ajetreada vida, hacer partícipes y cómplices a nuestro entorno inmediato, para que comprendan el por qué y para qué escribimos, y algo substancial que valoro en toda su magnitud, la valentía de permitir que otros lean y conozcan sus producciones.

Mi aplauso y reconocimiento para quienes dan vida y calor a estos talleres.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra Jubilada

Hay un anuncio de Mayonesa McCormick que dice: “Solito nada me sabe igual”, parto de esa aseveración para la reflexión que motiva la escritura de este artículo. El ser humano es social por naturaleza, se congrega para compartir, aprender, vincular metas y aspiraciones, para disfrutar y experimentar el diálogo que proporciona la otredad; para reforzar las individualidades, porque se reconoce que al sumarse éstas a las otras, se adhieren fuerzas y sinergias, así como intereses comunes que permiten el desarrollo y crecimiento, primeramente, desde la persona, para luego ir trascendiendo en círculos concéntricos hasta arropar a quienes se encuentran en el área de compartimiento, llegando su fulgor hasta otros contextos externos.

Es así como nacen las agrupaciones religiosas, políticas, deportivas, sindicales, entre otras muchas más. En esta ocasión, quiero abordar la importancia de pertenecer y coordinar dos talleres literarios, uno versa sobre la lectura y el otro se aboca a la escritura; ambos aluden a las cuatro macro habilidades de la comunicación: escuchar, hablar, leer y escribir.

Indudablemente los tiempos actuales favorecen esta interacción, porque aun cuando la presencia y cercanía de unos con los otros sea un factor importantísimo, gracias a las herramientas que nos proporcionan las Nuevas Tecnologías, podemos estar en constante comunicación con los demás, planteando estrategias específicas para alcanzar los objetivos y metas propuestas.

Todo proyecto tiene una génesis y un motor impulsor, el primer taller germina en un diálogo entre amigas maestras, partiendo del interés común por la lectura, de esa necesidad inherente de compartir y comunicar las distintas emociones, sensaciones y enseñanzas que nos despierta un libro. Se prosiguió a invitar a otras personas, encontrando poca respuesta; misma que no permitió mermar en lo absoluto, el proseguir con la encomienda propuesta.

Al paso de los meses se han ido sumando otros integrantes, cada uno ha contribuido enormemente en el desarrollo y éxito de esta empresa; aportando, primeramente, su entusiasmo, dedicación y tiempo para efectuar las lecturas, para compartir en el grupo de WhatsApp y en el de Facebook: Sembradores de esperanza: “Leyendo y reconstruyendo” y con su asistencia a las reuniones mensuales, donde se implementan diversas técnicas como la «Exégesis», que significa extraer el significado de un texto dado, para interpretarlo por medio del análisis y crítica literaria.

Estos libros nos han permitido viajar y adentrarnos a las historias de diversos continentes, reconocer algunas de sus problemáticas políticas y sociales y el impacto que estas han dejado en quien tiene a bien relatarlas, ya sea en forma biográfica, narrativa, novela o utilizando el realismo mágico, que como su nombre lo indica, utiliza datos verídicos mezclados con la fantasía, llevándonos a experimentar una gama de emociones al vivir los sucesos, reconocer los personajes e identificar la maestría de la pluma de diferentes escritores.

El taller de escritura nace del interés de unas bellas damas que solicitan mi apoyo; todas con el antecedente de haber participado previamente en un taller de DEMAC, para mujeres que se atreven a contar su historia. Esta maravillosa coincidencia que nos permite reencontrarnos y reconocernos por medio de la palabra escrita, volcando en letras la catarsis emocional y la creatividad que cada una llevamos dentro.

Este aprendizaje continuo conlleva una alta responsabilidad de las integrantes, porque fomentar el hábito de escribir, requiere tiempo, constancia, perseverancia y mucha dedicación; el aprender a hacer un espacio en nuestra ajetreada vida, hacer partícipes y cómplices a nuestro entorno inmediato, para que comprendan el por qué y para qué escribimos, y algo substancial que valoro en toda su magnitud, la valentía de permitir que otros lean y conozcan sus producciones.

Mi aplauso y reconocimiento para quienes dan vida y calor a estos talleres.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra Jubilada