/ viernes 12 de abril de 2024

Espejos de vida / Eclipse 2024

El 11 de julio de 1991, hace treinta y tres años, apareció un eclipse en el firmamento, sin duda alguna, fue total o parcial en algunas franjas geográficas de nuestro país, sin embargo, en ese tiempo los medios masivos de comunicación carecían de la celeridad, expansión y alcance que tienen hoy en día, porque aunque trato de hurgar en mi memoria, no logro rescatar recuerdos de ese evento.

El 8 de abril del 2024, fue anunciado con mucha antelación, hubo difusión y explicaciones muy didácticas e ilustrativas que generaron el interés por conocer e investigar sobre su trayectoria, estando a la expectativa para ser testigos de ese espectacular momento.

La información circuló de diversas formas, la más rápida, pero no más veraz, fue la trasmitida de boca en boca, algunas personas confirieron el lado romántico y religioso de la leyenda: momento especial de alineación perfecta, propiciado por Dios, como un regalo que permite concretizar el encuentro amoroso entre el astro rey y el satélite lunar; otras, esperaban con miedo y desconcierto, incluso hubo quienes mostraron incredulidad, pero entre las emociones más predominantes, sobresalió el asombro, por un lado, al reconocer los avances de la ciencia y la tecnología, así como su capacidad al observar la esfera celeste, por otro, la magnanimidad del universo y sus manifestaciones visibles.

Desde hace años, hemos designado la semana de Pascua para compartir vacaciones con nuestros nietos, por lo que estábamos alojados en Mazatlán Sinaloa, llamando nuestra atención sobremanera, la gran cantidad de extranjeros que circulaba por las calles. Fuimos al aeropuerto a llevar un familiar, pudiendo constatar la aglomeración de turistas que venían a hospedarse, entre ellos, se encontraban científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) precisamente para disfrutar y estudiar este espectacular evento.

Empezamos a seguir las noticias con interés manifiesto, dándonos cuenta de que este hermoso puerto de México, estaba en los ojos del mundo, ya que fue elegido por la NASA, como el mejor punto geográfico para instalarse y documentar tan magnífico fenómeno astrológico cuya ruta estaba designada con exactitud cronometrada, en tiempo y forma.

Los hoteles a pie de playa, balcones y distintos espacios abiertos, se aprestaron a brindar el mejor escenario posible a la vista de los emocionados espectadores.

En nuestro caso, elegimos parar en un mirador muy cerca del puerto. Con lentes especiales en mano, la emoción anudando al estómago y compartiendo el espacio físico con cientos de turistas, presenciamos esa despliegue y alineación perfecta de inicio a fin, hasta que la oscuridad cubrió por completo el horizonte.

Fueron momentos breves pero sumamente intensos, compartiendo con nuestros nietos ese regalo excepcional. Somos una pareja sexagenaria, esperamos tener larga vida y tener la oportunidad de volver a disfrutar este fenómeno sin igual.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas

El 11 de julio de 1991, hace treinta y tres años, apareció un eclipse en el firmamento, sin duda alguna, fue total o parcial en algunas franjas geográficas de nuestro país, sin embargo, en ese tiempo los medios masivos de comunicación carecían de la celeridad, expansión y alcance que tienen hoy en día, porque aunque trato de hurgar en mi memoria, no logro rescatar recuerdos de ese evento.

El 8 de abril del 2024, fue anunciado con mucha antelación, hubo difusión y explicaciones muy didácticas e ilustrativas que generaron el interés por conocer e investigar sobre su trayectoria, estando a la expectativa para ser testigos de ese espectacular momento.

La información circuló de diversas formas, la más rápida, pero no más veraz, fue la trasmitida de boca en boca, algunas personas confirieron el lado romántico y religioso de la leyenda: momento especial de alineación perfecta, propiciado por Dios, como un regalo que permite concretizar el encuentro amoroso entre el astro rey y el satélite lunar; otras, esperaban con miedo y desconcierto, incluso hubo quienes mostraron incredulidad, pero entre las emociones más predominantes, sobresalió el asombro, por un lado, al reconocer los avances de la ciencia y la tecnología, así como su capacidad al observar la esfera celeste, por otro, la magnanimidad del universo y sus manifestaciones visibles.

Desde hace años, hemos designado la semana de Pascua para compartir vacaciones con nuestros nietos, por lo que estábamos alojados en Mazatlán Sinaloa, llamando nuestra atención sobremanera, la gran cantidad de extranjeros que circulaba por las calles. Fuimos al aeropuerto a llevar un familiar, pudiendo constatar la aglomeración de turistas que venían a hospedarse, entre ellos, se encontraban científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) precisamente para disfrutar y estudiar este espectacular evento.

Empezamos a seguir las noticias con interés manifiesto, dándonos cuenta de que este hermoso puerto de México, estaba en los ojos del mundo, ya que fue elegido por la NASA, como el mejor punto geográfico para instalarse y documentar tan magnífico fenómeno astrológico cuya ruta estaba designada con exactitud cronometrada, en tiempo y forma.

Los hoteles a pie de playa, balcones y distintos espacios abiertos, se aprestaron a brindar el mejor escenario posible a la vista de los emocionados espectadores.

En nuestro caso, elegimos parar en un mirador muy cerca del puerto. Con lentes especiales en mano, la emoción anudando al estómago y compartiendo el espacio físico con cientos de turistas, presenciamos esa despliegue y alineación perfecta de inicio a fin, hasta que la oscuridad cubrió por completo el horizonte.

Fueron momentos breves pero sumamente intensos, compartiendo con nuestros nietos ese regalo excepcional. Somos una pareja sexagenaria, esperamos tener larga vida y tener la oportunidad de volver a disfrutar este fenómeno sin igual.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas