/ jueves 19 de noviembre de 2020

Punto gélido | Nos mordió el perro

La libertad es uno de los valores más preciados para el ser humano, hoy las puertas están abiertas, la decisión de ejercer esa libertad está en el consciente de cada uno, sin embargo, todos sabemos o casi todos, que afuera está el perro rabioso que asecha para morder sin distinción alguna, nadie es inmune a la rabia que hay en sus colmillos.

Las advertencias han sido muchas, desde diferentes puntos surgieron voces, sonidos, anuncios y más alertándonos del peligro, pero por alguna razón el ser humano es casi siempre desafiante y en algunos casos eso está bien, pero hoy el perro rabioso nos ha vuelto a morder, ha clavado sus colmillos filosos en lo más preciado que tenemos, la familia.

Como sociedad nos encontramos desconcertados, los equilibrios se encuentran en una prueba suprema, la improvisación es la respuesta al miedo a lo desconocido, en este río revuelto de números, estadísticas y especulaciones, terminamos por ser presa fácil, a veces el instinto de supervivencia es más fuerte que la misma razón.

Hoy no nos sentimos acosados solo en los espacios abiertos, el perro ha penetrado hasta el seno de nuestros hogares, nos ha robado no solo la libertad, también la estabilidad emocional, física, la convivencia social y familiar. Tiene nuestros sentimientos y nuestra razón secuestrados por el estrés, la depresión y el miedo.

Con desesperación intentamos encontrar un lugar donde podamos sentirnos seguros, pero en el fondo estamos conscientes que ese espacio quizás en este momento no existe, los centros médicos son una alternativa que presagia problemas más graves; los insumos suelen ser limitados, los espacios terminan por ser pocos y los profesionales de la salud están cansados.

El perro rabioso que nos asecha está aquí, está allá y en todos lados, en el fondo debemos de aprender a ser solidarios, empáticos y responsables, la solución científica es posible que tarde tiempo en llegar, mientras tanto, al perro tendremos que detenerlo entre todos, para ello quizá deberemos de cambiar muchas conductas, costumbres, hábitos y más, es posible que nos encontremos en un punto disruptivo de nuestra sociedad.

Los cambios precisan rapidez, no hay tiempo para pensar, organizar y ejecutar, si no somos lo suficientemente hábiles para cambiar sobre la marcha, el perro nos seguirá mordiendo, asechando, lastimando y desafortunadamente dejando a más familias huérfanas, tristes y enlutadas.

El llamado es a la congruencia, a la unidad y a ponderar sobre cualquier otra cosa el sentido común, no es necesario un toque de queda, cuarentenas estrictas o multas desmedidas, el problema hoy es de todos como sociedad y por tanto la solución también está en manos de todos, necesitamos educación, responsabilidad, conciencia, amor propio, amor por la familia y por nuestro país. Si a ti ya te mordió el perro lo sentimos y somos solidarios contigo, pero debes continuar esforzándote para que no te vuelva a morder y si a ti no te ha mordido, esfuérzate al doble para no sentir sus colmillos.

Solo actuando en conjunto como sociedad, será posible recuperar nuestra salud y nuestra libertad.

POR LEONCIO DURÁN GARIBAY leon7dg@hotmail.com

La libertad es uno de los valores más preciados para el ser humano, hoy las puertas están abiertas, la decisión de ejercer esa libertad está en el consciente de cada uno, sin embargo, todos sabemos o casi todos, que afuera está el perro rabioso que asecha para morder sin distinción alguna, nadie es inmune a la rabia que hay en sus colmillos.

Las advertencias han sido muchas, desde diferentes puntos surgieron voces, sonidos, anuncios y más alertándonos del peligro, pero por alguna razón el ser humano es casi siempre desafiante y en algunos casos eso está bien, pero hoy el perro rabioso nos ha vuelto a morder, ha clavado sus colmillos filosos en lo más preciado que tenemos, la familia.

Como sociedad nos encontramos desconcertados, los equilibrios se encuentran en una prueba suprema, la improvisación es la respuesta al miedo a lo desconocido, en este río revuelto de números, estadísticas y especulaciones, terminamos por ser presa fácil, a veces el instinto de supervivencia es más fuerte que la misma razón.

Hoy no nos sentimos acosados solo en los espacios abiertos, el perro ha penetrado hasta el seno de nuestros hogares, nos ha robado no solo la libertad, también la estabilidad emocional, física, la convivencia social y familiar. Tiene nuestros sentimientos y nuestra razón secuestrados por el estrés, la depresión y el miedo.

Con desesperación intentamos encontrar un lugar donde podamos sentirnos seguros, pero en el fondo estamos conscientes que ese espacio quizás en este momento no existe, los centros médicos son una alternativa que presagia problemas más graves; los insumos suelen ser limitados, los espacios terminan por ser pocos y los profesionales de la salud están cansados.

El perro rabioso que nos asecha está aquí, está allá y en todos lados, en el fondo debemos de aprender a ser solidarios, empáticos y responsables, la solución científica es posible que tarde tiempo en llegar, mientras tanto, al perro tendremos que detenerlo entre todos, para ello quizá deberemos de cambiar muchas conductas, costumbres, hábitos y más, es posible que nos encontremos en un punto disruptivo de nuestra sociedad.

Los cambios precisan rapidez, no hay tiempo para pensar, organizar y ejecutar, si no somos lo suficientemente hábiles para cambiar sobre la marcha, el perro nos seguirá mordiendo, asechando, lastimando y desafortunadamente dejando a más familias huérfanas, tristes y enlutadas.

El llamado es a la congruencia, a la unidad y a ponderar sobre cualquier otra cosa el sentido común, no es necesario un toque de queda, cuarentenas estrictas o multas desmedidas, el problema hoy es de todos como sociedad y por tanto la solución también está en manos de todos, necesitamos educación, responsabilidad, conciencia, amor propio, amor por la familia y por nuestro país. Si a ti ya te mordió el perro lo sentimos y somos solidarios contigo, pero debes continuar esforzándote para que no te vuelva a morder y si a ti no te ha mordido, esfuérzate al doble para no sentir sus colmillos.

Solo actuando en conjunto como sociedad, será posible recuperar nuestra salud y nuestra libertad.

POR LEONCIO DURÁN GARIBAY leon7dg@hotmail.com