/ viernes 29 de octubre de 2021

Espejos de vida | México y sus tradiciones

El viento empieza soplar algunas bocanadas frías y húmedas, los campos cambian el color de su vestimenta, los árboles van soltando sus hojas lentamente hasta quedar desnudos y México, se prepara para vivir con intensidad una de sus tradiciones que han tenido reconocimiento e impacto en el mundo entero.

Las costumbres forman parte de la cultura e idiosincrasia de un pueblo, se van conformando en la medida que se repiten generacionalmente, aunque se presentan algunas variaciones en su comportamiento, se indaga las raíces, se encuentran significados y se van adhiriendo a las estructuras que dan soporte a las celebraciones que nos identifican como nación.

La muerte es universal y ha estado presente desde el inicio de los tiempos, la diferencia es como la adopta y entiende cada cultura; esa incógnita de querer conocer que hay más allá cuando el cuerpo físico termina su misión en la tierra y el alma se desprende en búsqueda de esa luz que guíe su camino. El imaginarse escenarios dantescos o gloriosos es una constante en algunas doctrinas, que pregonan en su credo, que quien sigue los mandatos de un ser divino, podrá gozar eternamente del paraíso prometido, en cambio, quien no acate esos preceptos, vivirá eternamente entre sufrimiento y dolor sin encontrar paz y sosiego para su alma. “Infierno”, “Purgatorio” y “Paraíso” «son escenarios traídos a colación por la pluma literaria de Dante de Alighieri en su poema titulado “La divina comedia”».

Las culturas prehispánicas utilizaban distintos ritos y sacrificios para agradar, evitar o entender a la muerte, las sepulturas eran de acuerdo a la jerarquía del difunto, desde convertirlo en cenizas para regarse en campos, embalsamiento, entierros en templos especiales con algunos sirvientes para que les atendieran en el más allá, hasta el más humilde, que era simplemente enterrado en algún rincón de su casa, con la compañía de un perro sacrificado.

El agregar comida en sus tumbas, objetos preciados o con relación a los gustos u oficios del difunto, así como la vestimenta especial, son ritos que se siguen practicando con diversa fuerza e intensidad.

La fusión de culturas trajo consigo nuevas prácticas mezcladas con supersticiones, magia, paganismo, credos y oraciones, y son la plataforma de este magno evento que inicia desde la fiesta de “todos los santos”, donde se celebra a los difuntos infantes, hasta el día dos de noviembre que es para todos los demás.

Los panteones se visten de colores, el aroma de las flores inunda el aire; el amarillo del Cempasúchil prevalece, pues es considerada como un símbolo de vida y muerte; hay altares, ofrendas, comida, música, bebidas, celebraciones religiosas; un espacio que reúne a la familia para conmemorar a sus deudos; hay lágrimas, risas, evocaciones, recuerdos compartidos, diálogos con los difuntos, pues se tiene la creencia que esos días, su alma retorna para convivir y hacerse presente en pensamiento y corazón de sus familiares.

Los panteones se convierten también en sitios de reencuentro, ya que muchas personas vuelven ese día a visitar a sus muertos. Se denomina como “la feria del hueso”, porque los comerciantes exhiben y anuncian sus productos que van desde arreglos florales hasta ropa, cobertores, comida, etc.

Hay procesiones y desfiles engalanados por catrines y catrinas que se visten de gala para esta celebración.

Es así, como se vive y practica este sincronismo de elementos que cada persona adopta de acuerdo a su poder de adquisición y a sus creencias y necesidades espirituales.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra



El viento empieza soplar algunas bocanadas frías y húmedas, los campos cambian el color de su vestimenta, los árboles van soltando sus hojas lentamente hasta quedar desnudos y México, se prepara para vivir con intensidad una de sus tradiciones que han tenido reconocimiento e impacto en el mundo entero.

Las costumbres forman parte de la cultura e idiosincrasia de un pueblo, se van conformando en la medida que se repiten generacionalmente, aunque se presentan algunas variaciones en su comportamiento, se indaga las raíces, se encuentran significados y se van adhiriendo a las estructuras que dan soporte a las celebraciones que nos identifican como nación.

La muerte es universal y ha estado presente desde el inicio de los tiempos, la diferencia es como la adopta y entiende cada cultura; esa incógnita de querer conocer que hay más allá cuando el cuerpo físico termina su misión en la tierra y el alma se desprende en búsqueda de esa luz que guíe su camino. El imaginarse escenarios dantescos o gloriosos es una constante en algunas doctrinas, que pregonan en su credo, que quien sigue los mandatos de un ser divino, podrá gozar eternamente del paraíso prometido, en cambio, quien no acate esos preceptos, vivirá eternamente entre sufrimiento y dolor sin encontrar paz y sosiego para su alma. “Infierno”, “Purgatorio” y “Paraíso” «son escenarios traídos a colación por la pluma literaria de Dante de Alighieri en su poema titulado “La divina comedia”».

Las culturas prehispánicas utilizaban distintos ritos y sacrificios para agradar, evitar o entender a la muerte, las sepulturas eran de acuerdo a la jerarquía del difunto, desde convertirlo en cenizas para regarse en campos, embalsamiento, entierros en templos especiales con algunos sirvientes para que les atendieran en el más allá, hasta el más humilde, que era simplemente enterrado en algún rincón de su casa, con la compañía de un perro sacrificado.

El agregar comida en sus tumbas, objetos preciados o con relación a los gustos u oficios del difunto, así como la vestimenta especial, son ritos que se siguen practicando con diversa fuerza e intensidad.

La fusión de culturas trajo consigo nuevas prácticas mezcladas con supersticiones, magia, paganismo, credos y oraciones, y son la plataforma de este magno evento que inicia desde la fiesta de “todos los santos”, donde se celebra a los difuntos infantes, hasta el día dos de noviembre que es para todos los demás.

Los panteones se visten de colores, el aroma de las flores inunda el aire; el amarillo del Cempasúchil prevalece, pues es considerada como un símbolo de vida y muerte; hay altares, ofrendas, comida, música, bebidas, celebraciones religiosas; un espacio que reúne a la familia para conmemorar a sus deudos; hay lágrimas, risas, evocaciones, recuerdos compartidos, diálogos con los difuntos, pues se tiene la creencia que esos días, su alma retorna para convivir y hacerse presente en pensamiento y corazón de sus familiares.

Los panteones se convierten también en sitios de reencuentro, ya que muchas personas vuelven ese día a visitar a sus muertos. Se denomina como “la feria del hueso”, porque los comerciantes exhiben y anuncian sus productos que van desde arreglos florales hasta ropa, cobertores, comida, etc.

Hay procesiones y desfiles engalanados por catrines y catrinas que se visten de gala para esta celebración.

Es así, como se vive y practica este sincronismo de elementos que cada persona adopta de acuerdo a su poder de adquisición y a sus creencias y necesidades espirituales.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra