/ viernes 6 de agosto de 2021

Espejos de vida | Adulto mayor

Se reconoce como adulto mayor a una persona que alcanza los 65 años de edad; tiempo en que se puede jubilar del sistema laboral. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2019, dice que en México se ha incrementado el número de personas mayores de un 7% a un 12.8, aumentando su expectativa promedio de vida a 75.3 años; esto permite visualizar una de las aristas de los cambios recientes en el régimen pensionario.

Sin embargo, mayor cantidad de vida no es sinónimo de más calidad; como país en vías de desarrollo, “quien menos tiene, es quien más sufre”, “quien menos conoce, más adolece de las injusticias”. Una gran cantidad de adultos mayores no alcanzaron un régimen pensionario digno, sobreviven con el apoyo gubernamental de $2.700.00 bimensuales; careciendo de afiliación a sistemas de salud, sin familia o cuidadores inmediatos.

La pandemia ha golpeado fuertemente a este sector de la población, por una parte, los centros destinados para su cobijo, recreación y atención, han cerrado las puertas a las personas o instituciones que comúnmente les visitaba; brindándoles apoyos en especie, pero, sobre todo compañía; tal es el caso del Asilo de Ancianos de la comunidad.

En lo que respecta al Jardín del abuelo, que cambió su nombre por “Comunidades de Mayores Machi” cuyo objetivo es proporcionar un espacio donde los adultos mayores puedan interactuar en distintas expresiones culturales, artísticas y de desarrollo, y que busca fundamentalmente promover la empatía, empoderamiento, reconocimiento de sí mismo, reincorporación en un marco de equidad y oportunidades, así como el ofrecer alternativas de desarrollo mediante actividades deportivas, culturales y de esparcimiento, también se encuentra cerrado desde la entrada de la contingencia sanitaria.

Los centros comerciales no pueden tener empacadores, empleo donde generalmente se desempeñaban obteniendo con esto, un ingreso monetario para contribuir con su familia o apoyarse en solventar sus gastos personales, perdiendo además su autonomía económica y seguridad personal.

Ante tal panorama, los problemas de salud se han acrecentado, la soledad, aislamiento y depresiones son parte de su vida.

Sírvase este escrito para hacer conciencia en el lector, del largo camino que como sociedad tenemos que recorrer. No podemos cerrar los ojos ante una situación tan alarmante que viven muchos de los adultos.

Personas que ya pagaron su peaje de vida; que trabajaron en distintas ramas, cultivaron el campo, formaron y criaron una familia y su cuerpo empieza a cobrar factura por el paso de los años.

Abramos nuestros sentidos para acogerles, ayudarles, no solamente poniendo una moneda en sus manos o un trozo de pan en su boca; sino en la medida de nuestras posibilidades, brindar acompañamiento, abrir canales de diálogo, «ya que ellos, son personas de gran bagaje experiencial», hacer una llamada telefónica, y sobre todo, que sientan el calor y amor que como humanos merecemos.


Maestra jubilada


Se reconoce como adulto mayor a una persona que alcanza los 65 años de edad; tiempo en que se puede jubilar del sistema laboral. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2019, dice que en México se ha incrementado el número de personas mayores de un 7% a un 12.8, aumentando su expectativa promedio de vida a 75.3 años; esto permite visualizar una de las aristas de los cambios recientes en el régimen pensionario.

Sin embargo, mayor cantidad de vida no es sinónimo de más calidad; como país en vías de desarrollo, “quien menos tiene, es quien más sufre”, “quien menos conoce, más adolece de las injusticias”. Una gran cantidad de adultos mayores no alcanzaron un régimen pensionario digno, sobreviven con el apoyo gubernamental de $2.700.00 bimensuales; careciendo de afiliación a sistemas de salud, sin familia o cuidadores inmediatos.

La pandemia ha golpeado fuertemente a este sector de la población, por una parte, los centros destinados para su cobijo, recreación y atención, han cerrado las puertas a las personas o instituciones que comúnmente les visitaba; brindándoles apoyos en especie, pero, sobre todo compañía; tal es el caso del Asilo de Ancianos de la comunidad.

En lo que respecta al Jardín del abuelo, que cambió su nombre por “Comunidades de Mayores Machi” cuyo objetivo es proporcionar un espacio donde los adultos mayores puedan interactuar en distintas expresiones culturales, artísticas y de desarrollo, y que busca fundamentalmente promover la empatía, empoderamiento, reconocimiento de sí mismo, reincorporación en un marco de equidad y oportunidades, así como el ofrecer alternativas de desarrollo mediante actividades deportivas, culturales y de esparcimiento, también se encuentra cerrado desde la entrada de la contingencia sanitaria.

Los centros comerciales no pueden tener empacadores, empleo donde generalmente se desempeñaban obteniendo con esto, un ingreso monetario para contribuir con su familia o apoyarse en solventar sus gastos personales, perdiendo además su autonomía económica y seguridad personal.

Ante tal panorama, los problemas de salud se han acrecentado, la soledad, aislamiento y depresiones son parte de su vida.

Sírvase este escrito para hacer conciencia en el lector, del largo camino que como sociedad tenemos que recorrer. No podemos cerrar los ojos ante una situación tan alarmante que viven muchos de los adultos.

Personas que ya pagaron su peaje de vida; que trabajaron en distintas ramas, cultivaron el campo, formaron y criaron una familia y su cuerpo empieza a cobrar factura por el paso de los años.

Abramos nuestros sentidos para acogerles, ayudarles, no solamente poniendo una moneda en sus manos o un trozo de pan en su boca; sino en la medida de nuestras posibilidades, brindar acompañamiento, abrir canales de diálogo, «ya que ellos, son personas de gran bagaje experiencial», hacer una llamada telefónica, y sobre todo, que sientan el calor y amor que como humanos merecemos.


Maestra jubilada