/ miércoles 27 de julio de 2022

En Sobremesa con Maxi | Gracias se queda corto

Mientras escribo estas palabras mis ojos están al borde del llanto, me cuesta trabajo el imaginar una vida sin una de las mujeres que de rodillas pedía a Dios luchando por mi vida y la de su familia. Pareciera que estamos preparados para cuando las personas mueren, pero si bien es cierto nuestra mente sabe que sucederá, el corazón resiente la separación final de los cuerpos terrenales.

Recuerdo las tardes en las cuales la visitabas para saber cómo se encontraba y al final terminaba sentado con un plato de comida caliente sobre la mesa, cuando todo parecía estar de cabeza era tan bueno recibir un regaño de su parte porque calmaba mi angustia y ansiedad.

Al ver por la ventana de su sala hacia el exterior en donde estaba un árbol con bellas flores de color rosa que hermoseaban el entorno con algunos rosales debajo de él, ella preguntaba cómo se encontraban nuestros hogares y sus integrantes era pregunta obligada al sentarte a platicar con ella.

Escuchar su risa muy marcada y sincera cuando le contaba acerca de mis crisis existenciales en las que me encontraba, ella siempre buscaba darle otro sentido a la situación sin dejar de darme consejo cuando todo terminaba.

Sus pasos lentos por todos lados, pero firmes como sus convicciones que la hacían recibir fuerza del cielo y a pesar de su edad andar como si fuera apenas una pequeñita a dar sus primeros pasos, era seria para decirte las cosas, pero en su vista denotaba la preocupación por que estuvieras haciendo lo correcto.

Su voz angelical al entonar cada estrofa de himnos con el honor limpio, puro y de reverencia que ameritaba a quien le estaba adorando, al verla leer te convencía que cada palabra era real y no fantasía sacada de las mejores películas de Disney, al postrarse existía una conexión sobrenatural sobre ella como si el cielo mismo se abriera para darle paso a su hija amada.

Nunca podré olvidar lo que sucedía cuando ponía sus manos en las mías porque rompía toda mi carnalidad para darle paso a su fe transmitida hacia mi corazón haciéndome por dentro más fuerte que el mismo Sansón, no podía sin pedirle que intercediera por mí porque estaba completamente convencido de que habitaba en ella algo sobrenatural.

Al morir una persona deja un espacio irremplazable en nuestra vida, sus enseñanzas, sus exhortaciones, sus palabras o su misma esencia seguirán en nuestra vida hasta que llegue aquel día cuando nosotros seamos los que estemos en ese lugar, gracias por las noches de rodillas luchando por su familia, gracias por los días de regaños fuertes para corrección, gracias por la sopa caliente en los días fríos, gracias por cuidar de mí desde su casa, gracias por aceptarme tal y como soy, pero sobre todas las cosas gracias por permitirme estar cercas en los momentos más difíciles y aun así darme consuelo.

No esperes ni un solo instante más para decirle a esa persona que amas lo que representa para ti, ve y dale un abrazo mientras puedas porque podría ser la última vez, agradece su vida, bendícela, hónrala, pero sobre todo ten conciencia que dejarlo para mañana podría algo que nunca sucederá.

Si la gente tuviera conciencia de que puede partir de este mundo en cualquier momento tal vez entendería que no vale la pena entristecerse con las cosas banales, oye más música y baila aún cuando no sepas ni hacerlo bien.


Maxi Nevárez | Admón. Gubernamental

Mientras escribo estas palabras mis ojos están al borde del llanto, me cuesta trabajo el imaginar una vida sin una de las mujeres que de rodillas pedía a Dios luchando por mi vida y la de su familia. Pareciera que estamos preparados para cuando las personas mueren, pero si bien es cierto nuestra mente sabe que sucederá, el corazón resiente la separación final de los cuerpos terrenales.

Recuerdo las tardes en las cuales la visitabas para saber cómo se encontraba y al final terminaba sentado con un plato de comida caliente sobre la mesa, cuando todo parecía estar de cabeza era tan bueno recibir un regaño de su parte porque calmaba mi angustia y ansiedad.

Al ver por la ventana de su sala hacia el exterior en donde estaba un árbol con bellas flores de color rosa que hermoseaban el entorno con algunos rosales debajo de él, ella preguntaba cómo se encontraban nuestros hogares y sus integrantes era pregunta obligada al sentarte a platicar con ella.

Escuchar su risa muy marcada y sincera cuando le contaba acerca de mis crisis existenciales en las que me encontraba, ella siempre buscaba darle otro sentido a la situación sin dejar de darme consejo cuando todo terminaba.

Sus pasos lentos por todos lados, pero firmes como sus convicciones que la hacían recibir fuerza del cielo y a pesar de su edad andar como si fuera apenas una pequeñita a dar sus primeros pasos, era seria para decirte las cosas, pero en su vista denotaba la preocupación por que estuvieras haciendo lo correcto.

Su voz angelical al entonar cada estrofa de himnos con el honor limpio, puro y de reverencia que ameritaba a quien le estaba adorando, al verla leer te convencía que cada palabra era real y no fantasía sacada de las mejores películas de Disney, al postrarse existía una conexión sobrenatural sobre ella como si el cielo mismo se abriera para darle paso a su hija amada.

Nunca podré olvidar lo que sucedía cuando ponía sus manos en las mías porque rompía toda mi carnalidad para darle paso a su fe transmitida hacia mi corazón haciéndome por dentro más fuerte que el mismo Sansón, no podía sin pedirle que intercediera por mí porque estaba completamente convencido de que habitaba en ella algo sobrenatural.

Al morir una persona deja un espacio irremplazable en nuestra vida, sus enseñanzas, sus exhortaciones, sus palabras o su misma esencia seguirán en nuestra vida hasta que llegue aquel día cuando nosotros seamos los que estemos en ese lugar, gracias por las noches de rodillas luchando por su familia, gracias por los días de regaños fuertes para corrección, gracias por la sopa caliente en los días fríos, gracias por cuidar de mí desde su casa, gracias por aceptarme tal y como soy, pero sobre todas las cosas gracias por permitirme estar cercas en los momentos más difíciles y aun así darme consuelo.

No esperes ni un solo instante más para decirle a esa persona que amas lo que representa para ti, ve y dale un abrazo mientras puedas porque podría ser la última vez, agradece su vida, bendícela, hónrala, pero sobre todo ten conciencia que dejarlo para mañana podría algo que nunca sucederá.

Si la gente tuviera conciencia de que puede partir de este mundo en cualquier momento tal vez entendería que no vale la pena entristecerse con las cosas banales, oye más música y baila aún cuando no sepas ni hacerlo bien.


Maxi Nevárez | Admón. Gubernamental