/ miércoles 21 de diciembre de 2022

Voces | Las tres mentiras del mexicano; el dinero, la democracia y el chile

Ignoramos cuál sea el origen de la expresión “bruja” en el sentido que estamos analizando, si bien nos inclinamos a suponer que originalmente tuvo cierta relación con las artes mágicas. Es decir que el “bruja” mexicano se ve en la necesidad de recurrir a determinados sortilegios y hechicerías que van desde el sablazo hasta la consecución de una chamba como “aviador” para salvar las apariencias y seguir tirando. Hay, en efecto algo de magia en la habilidad con que las brujas mexicanas logramos pagar la renta de la casa, mandar a los hijos a la escuela, comprar un traje nuevo, torear acreedores, adquirir un coche y salir de vacaciones, con ingresos que en otras latitudes apenas bastarían para mantener el alma hilvanada al cuerpo. El bruja mexicano es en realidad un hechicero de las finanzas.

Un inglés, un francés, un norteamericano, primero ahorra y después sale de vacaciones. Se ajusta a su presupuesto y vive rigurosamente de acuerdo con él. Por eso hay ingleses, franceses y norteamericanos pobres y ricos pero nunca brujas. El estado de brujez, es condición típicamente mexicana, del que siempre esperamos salir mediante dos procedimientos también muy nacionales: la lotería o la política. De preferencia esta última, porque es más segurita.

En México, la única democracia auténtica es la que gira alrededor del taco. En ningún momento de nuestra vida nacional nos confundimos los mexicanos de todos los orígenes raciales, categorías sociales y posiciones económicas, como alrededor de un puesto de tacos. Observen ustedes el heterogéneo público que pacientemente espera que le surtan su orden de bistec o de barbacoa: ciudadanos güeros, morenos y retintos; señoras con abrigos de pieles olorosas a Channel No.5, al lado de peladitos desarrapados; caballeros enfundados en trajes de casimir inglés, que hablan de acciones y cotizaciones bancarias, se sirven salsa con la misma cuchara de palo que acaba de dejar el cargador sudoroso o el empleadito de cuello raído… Estudiantes, financieros, burócratas, limpiabotas, artistas, rateros, doctores en filosofía y candidatos a diputados; la gama entera de nuestra sociedad se confunde se mezcla y convive democráticamente en el momento acendradamente nacional de “echarse” un taco, a todas horas y por todos los rumbos de la ciudad.

Existen diversas teorías acerca del uso excesivo del picante en la comida mexicana. Según algunos sociólogos, el empleo del chile en los alimentos es el causante del carácter violento y explosivo de los mexicanos. Se han hecho ensayos con diversos animales para comprobar esta tesis; un pacifico semental holstein a quien se le dieron chilaquiles en el desayuno, quedó convertido en toro de lidia. Un inocente ratón al que se tuvo a dieta de chiles serranos y piquines mató siete gatos y pedía a gritos que le echaran un tigre. Un loro que hasta entonces solo pedía galletas, fue alimentado con sopes en salsa verde y empezó a emplear un lenguaje de arriero…

Recomendamos a nuestros lectores que hagan uso muy moderado del picante, a menos de que estén en vísperas de ser embarcados para la línea de fuego en Ucrania.

Jorge Peña Rivera | Cirujano Dentista

Ignoramos cuál sea el origen de la expresión “bruja” en el sentido que estamos analizando, si bien nos inclinamos a suponer que originalmente tuvo cierta relación con las artes mágicas. Es decir que el “bruja” mexicano se ve en la necesidad de recurrir a determinados sortilegios y hechicerías que van desde el sablazo hasta la consecución de una chamba como “aviador” para salvar las apariencias y seguir tirando. Hay, en efecto algo de magia en la habilidad con que las brujas mexicanas logramos pagar la renta de la casa, mandar a los hijos a la escuela, comprar un traje nuevo, torear acreedores, adquirir un coche y salir de vacaciones, con ingresos que en otras latitudes apenas bastarían para mantener el alma hilvanada al cuerpo. El bruja mexicano es en realidad un hechicero de las finanzas.

Un inglés, un francés, un norteamericano, primero ahorra y después sale de vacaciones. Se ajusta a su presupuesto y vive rigurosamente de acuerdo con él. Por eso hay ingleses, franceses y norteamericanos pobres y ricos pero nunca brujas. El estado de brujez, es condición típicamente mexicana, del que siempre esperamos salir mediante dos procedimientos también muy nacionales: la lotería o la política. De preferencia esta última, porque es más segurita.

En México, la única democracia auténtica es la que gira alrededor del taco. En ningún momento de nuestra vida nacional nos confundimos los mexicanos de todos los orígenes raciales, categorías sociales y posiciones económicas, como alrededor de un puesto de tacos. Observen ustedes el heterogéneo público que pacientemente espera que le surtan su orden de bistec o de barbacoa: ciudadanos güeros, morenos y retintos; señoras con abrigos de pieles olorosas a Channel No.5, al lado de peladitos desarrapados; caballeros enfundados en trajes de casimir inglés, que hablan de acciones y cotizaciones bancarias, se sirven salsa con la misma cuchara de palo que acaba de dejar el cargador sudoroso o el empleadito de cuello raído… Estudiantes, financieros, burócratas, limpiabotas, artistas, rateros, doctores en filosofía y candidatos a diputados; la gama entera de nuestra sociedad se confunde se mezcla y convive democráticamente en el momento acendradamente nacional de “echarse” un taco, a todas horas y por todos los rumbos de la ciudad.

Existen diversas teorías acerca del uso excesivo del picante en la comida mexicana. Según algunos sociólogos, el empleo del chile en los alimentos es el causante del carácter violento y explosivo de los mexicanos. Se han hecho ensayos con diversos animales para comprobar esta tesis; un pacifico semental holstein a quien se le dieron chilaquiles en el desayuno, quedó convertido en toro de lidia. Un inocente ratón al que se tuvo a dieta de chiles serranos y piquines mató siete gatos y pedía a gritos que le echaran un tigre. Un loro que hasta entonces solo pedía galletas, fue alimentado con sopes en salsa verde y empezó a emplear un lenguaje de arriero…

Recomendamos a nuestros lectores que hagan uso muy moderado del picante, a menos de que estén en vísperas de ser embarcados para la línea de fuego en Ucrania.

Jorge Peña Rivera | Cirujano Dentista