/ miércoles 24 de enero de 2024

Todo Mundo es tu Maestro | Claroscuro

No sé si a ustedes también les pasa, supongo que debe ser muy humano el tono claroscuro. Entender y a veces no, ser dulce y amargo a la vez, bueno y malo, alegre y nostálgico. La razón por la cual tengo la capacidad de ser feliz en la adversidad y sonreír es gracias a que conozco la tristeza. Por qué en los tiempos en los que parece que tengo todo, el vacío embarga mi corazón, así que ante la mesa llena de comida me siento desgraciado y ante un plato de frijoles puedo sentir una profunda alegría. Puedo tener muchas cosas pero no el perrito chato cabeza de huevo de mis sueños acurrucado a mi costado. Después, ese perrito me encuentra pero yo lo abrazo con mucha tristeza porque extraño a mi familia y me siento solo.

Cuando las circunstancias son idóneas para la felicidad, el complot emocional desbarata los sentimientos. Una eterna búsqueda de más, más alto, más adentro, más luz, más profundo, más oscuro. Parece que la plenitud no se alcanza con lo que se tiene a la mano, perecedero, caduco, frágil e inservible.

Me inquieta mi incapacidad de ser mejor, puedo leer y memorizar nuevos conocimientos, y cuando por fin entiendo algo surgen muchísimas nuevas preguntas. Luego resulta que no entiendo nada. En los libros, en la calle, en el internet, en las emociones reales y virtuales la búsqueda no tiene fin. Salgo a la calle y a veces me topo con personas sobresalientes pero víctimas del monstruoso ego, luego otras sencillas y víctimas de la mediocridad, y en el punto medio, en el equilibrio hay un montón de seres humanos humanos luchando con el claroscuro de sus conciencias.

Diferentes enfoques del mundo, pero todo es absolutamente pequeño y frágil ante la contrariedad de la existencia. A veces crees merecerlo todo y a veces no eres nadie para merecer nada, vivo entre la luz y la sombra. Al parecer la culpa de todo es mía pero también del destino, también del ego, de la mediocridad y de las pocas oportunidades que han tocado a mi puerta. Por más intentos que haga por ser normal y estar en la media en las encuestas, resulta que no encajo, estoy en los extremos de los gráficos, soy especial, una alma errante en la soledad del misterio supremo. Me identifico con los locos, buscadores de tesoros, excavadores incansables de sueños inexistentes. No sé si un don o maldición ser parte de las minorías, no sé si ególatra o mediocre, o soy tan simple como las mayorías, uno más del montón. Un ser humano que se infla y desinfla de pasión. Que a veces lo tiene todo y a veces nada. A veces nadie y a veces todo. Claroscuro.

Adalberto Gutiérrez | Ingeniero Agrónomo

No sé si a ustedes también les pasa, supongo que debe ser muy humano el tono claroscuro. Entender y a veces no, ser dulce y amargo a la vez, bueno y malo, alegre y nostálgico. La razón por la cual tengo la capacidad de ser feliz en la adversidad y sonreír es gracias a que conozco la tristeza. Por qué en los tiempos en los que parece que tengo todo, el vacío embarga mi corazón, así que ante la mesa llena de comida me siento desgraciado y ante un plato de frijoles puedo sentir una profunda alegría. Puedo tener muchas cosas pero no el perrito chato cabeza de huevo de mis sueños acurrucado a mi costado. Después, ese perrito me encuentra pero yo lo abrazo con mucha tristeza porque extraño a mi familia y me siento solo.

Cuando las circunstancias son idóneas para la felicidad, el complot emocional desbarata los sentimientos. Una eterna búsqueda de más, más alto, más adentro, más luz, más profundo, más oscuro. Parece que la plenitud no se alcanza con lo que se tiene a la mano, perecedero, caduco, frágil e inservible.

Me inquieta mi incapacidad de ser mejor, puedo leer y memorizar nuevos conocimientos, y cuando por fin entiendo algo surgen muchísimas nuevas preguntas. Luego resulta que no entiendo nada. En los libros, en la calle, en el internet, en las emociones reales y virtuales la búsqueda no tiene fin. Salgo a la calle y a veces me topo con personas sobresalientes pero víctimas del monstruoso ego, luego otras sencillas y víctimas de la mediocridad, y en el punto medio, en el equilibrio hay un montón de seres humanos humanos luchando con el claroscuro de sus conciencias.

Diferentes enfoques del mundo, pero todo es absolutamente pequeño y frágil ante la contrariedad de la existencia. A veces crees merecerlo todo y a veces no eres nadie para merecer nada, vivo entre la luz y la sombra. Al parecer la culpa de todo es mía pero también del destino, también del ego, de la mediocridad y de las pocas oportunidades que han tocado a mi puerta. Por más intentos que haga por ser normal y estar en la media en las encuestas, resulta que no encajo, estoy en los extremos de los gráficos, soy especial, una alma errante en la soledad del misterio supremo. Me identifico con los locos, buscadores de tesoros, excavadores incansables de sueños inexistentes. No sé si un don o maldición ser parte de las minorías, no sé si ególatra o mediocre, o soy tan simple como las mayorías, uno más del montón. Un ser humano que se infla y desinfla de pasión. Que a veces lo tiene todo y a veces nada. A veces nadie y a veces todo. Claroscuro.

Adalberto Gutiérrez | Ingeniero Agrónomo

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