/ jueves 6 de junio de 2024

Punto Gélido / El árbol ha sido sacudido

El árbol ha sido sacudido las ramas viejas y las hojas secas han caído hasta el mismo suelo, los buenos frutos son sólo un recuerdo distante, los malos frutos una condena permanente, el robusto tronco se ha estremecido hasta su fibra más interior, y su raíces han vibrado a tal grado que aún no logran recuperarse, de pronto fueron despertadas y sacadas de golpe de su zona de confort, el árbol se encuentra en shock, aún no logra entender qué sucedió, de dónde y cómo llegó ese vendaval que lo ha sorprendido, estrujado y conmocionado como pocas veces en sus años de existencia. La realidad se impone, el árbol ha sido sacudido desde la copa hasta su raíz más profunda, hoy ese árbol tiene posiblemente sólo 2 opciones; una dejarse secar sin hacer ningún intento, (morir), o renovarse y luchar por volver a verse frondoso y fuerte, con frutos buenos y abundantes.

El árbol ha sido sacudido, la poda si es que así se quiere asumir es generosa, el tiempo ha sido el espacio donde el verdugo de los parásitos, las plagas, los excesos de los vientos de soberbia, la sequía de nuevas ideas y de nuevas mentes frescas, la ausencia de nueva tierra rica en liderazgos, la falta de un torrente que fluya llevando una oxigenación suficiente a cada célula del árbol, los malos frutos e incluso el desgaste y las quemaduras provocadas por la exposición constante al escrutinio público, han generado en ese árbol la presencia de hojas y de ramas secas, de raíces débiles. La lección es coyuntural, profunda, en el hermoso huerto de este país hay árboles nuevos que comienzan a crecer frondosos, prometedores y fuertes, la competencia es real, los espacios se ocupan y la vida sigue, se requiere que esos árboles viejos o nuevos, sencillamente den buenos y abundantes frutos.

El árbol ha sido sacudido, hoy se impone la necesidad de que con el paso de los días, si es que así se quiere, se comience por remover la tierra con la herramienta infalible del autoanálisis, abonar es espacio con la receta perfecta de la resiliencia, regar constantemente las raíces con la presencia y la sabiduría de ese pueblo, que espera resultados que le solucionen sus más apremiantes necesidades, y sí, cortar constantemente con la motosierra afilada de la razón, el trabajo y la verdad, todas aquellas ramas que con el paso de los días se van secando, convirtiéndose tan solo en una carga para el tronco, además del aspecto negativo que a la vista ofrecen en la fisonomía general del árbol.

El árbol ha sido sacudido, la lección ahí está a la vista de propios y extraños, pero no todo está perdido, el árbol aunque sacudido, estremecido y a la vista hasta medio muerto, sigue estando plantado en el huerto, sigue ocupando un lugar, quizás hoy con una importancia diferente, pero sigue ahí, está en sus raíces, en su tronco y en sus ramas la posibilidad latente de renovarse, de generar nuevos tallos, nuevas y vigorosas hojas, ramas más fuertes y más grandes, seguir ampliando su tronco y fortaleciendo sus ricas raíces, no todo es malo, depende de como se quiera ver la situación, la óptica siempre es importante, en ocasiones las lecciones fuertes son la única forma de poder crecer.

El árbol ha sido sacudido, aquí la pregunta es, la persona, sí, esa ave, la inquilina de ese árbol, ¿en dónde se encuentra ahora?, quizás se encuentra desprotegida y los rayos del sol la están afectando severamente, es probable que el nido se cayó junto con las ramas y las hojas secas, o bien después de tantos años de recibir alojo y protección a la sombra de ese árbol, al ver la tempestad simplemente extendió sus alas y voló a otro, lo abandonó sin ningún remordimiento.

En fin, como seres humanos en ocasiones nuestro árbol individual ha sido sacudido, ante ello, ¿Cómo hemos reaccionado?, hemos permitido que simplemente se seque o luchamos para que pronto vuelva estar frondoso y vigoroso, es sano y necesario quitarse de encima las ramas y las hojas secas para poder crecer.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo

El árbol ha sido sacudido las ramas viejas y las hojas secas han caído hasta el mismo suelo, los buenos frutos son sólo un recuerdo distante, los malos frutos una condena permanente, el robusto tronco se ha estremecido hasta su fibra más interior, y su raíces han vibrado a tal grado que aún no logran recuperarse, de pronto fueron despertadas y sacadas de golpe de su zona de confort, el árbol se encuentra en shock, aún no logra entender qué sucedió, de dónde y cómo llegó ese vendaval que lo ha sorprendido, estrujado y conmocionado como pocas veces en sus años de existencia. La realidad se impone, el árbol ha sido sacudido desde la copa hasta su raíz más profunda, hoy ese árbol tiene posiblemente sólo 2 opciones; una dejarse secar sin hacer ningún intento, (morir), o renovarse y luchar por volver a verse frondoso y fuerte, con frutos buenos y abundantes.

El árbol ha sido sacudido, la poda si es que así se quiere asumir es generosa, el tiempo ha sido el espacio donde el verdugo de los parásitos, las plagas, los excesos de los vientos de soberbia, la sequía de nuevas ideas y de nuevas mentes frescas, la ausencia de nueva tierra rica en liderazgos, la falta de un torrente que fluya llevando una oxigenación suficiente a cada célula del árbol, los malos frutos e incluso el desgaste y las quemaduras provocadas por la exposición constante al escrutinio público, han generado en ese árbol la presencia de hojas y de ramas secas, de raíces débiles. La lección es coyuntural, profunda, en el hermoso huerto de este país hay árboles nuevos que comienzan a crecer frondosos, prometedores y fuertes, la competencia es real, los espacios se ocupan y la vida sigue, se requiere que esos árboles viejos o nuevos, sencillamente den buenos y abundantes frutos.

El árbol ha sido sacudido, hoy se impone la necesidad de que con el paso de los días, si es que así se quiere, se comience por remover la tierra con la herramienta infalible del autoanálisis, abonar es espacio con la receta perfecta de la resiliencia, regar constantemente las raíces con la presencia y la sabiduría de ese pueblo, que espera resultados que le solucionen sus más apremiantes necesidades, y sí, cortar constantemente con la motosierra afilada de la razón, el trabajo y la verdad, todas aquellas ramas que con el paso de los días se van secando, convirtiéndose tan solo en una carga para el tronco, además del aspecto negativo que a la vista ofrecen en la fisonomía general del árbol.

El árbol ha sido sacudido, la lección ahí está a la vista de propios y extraños, pero no todo está perdido, el árbol aunque sacudido, estremecido y a la vista hasta medio muerto, sigue estando plantado en el huerto, sigue ocupando un lugar, quizás hoy con una importancia diferente, pero sigue ahí, está en sus raíces, en su tronco y en sus ramas la posibilidad latente de renovarse, de generar nuevos tallos, nuevas y vigorosas hojas, ramas más fuertes y más grandes, seguir ampliando su tronco y fortaleciendo sus ricas raíces, no todo es malo, depende de como se quiera ver la situación, la óptica siempre es importante, en ocasiones las lecciones fuertes son la única forma de poder crecer.

El árbol ha sido sacudido, aquí la pregunta es, la persona, sí, esa ave, la inquilina de ese árbol, ¿en dónde se encuentra ahora?, quizás se encuentra desprotegida y los rayos del sol la están afectando severamente, es probable que el nido se cayó junto con las ramas y las hojas secas, o bien después de tantos años de recibir alojo y protección a la sombra de ese árbol, al ver la tempestad simplemente extendió sus alas y voló a otro, lo abandonó sin ningún remordimiento.

En fin, como seres humanos en ocasiones nuestro árbol individual ha sido sacudido, ante ello, ¿Cómo hemos reaccionado?, hemos permitido que simplemente se seque o luchamos para que pronto vuelva estar frondoso y vigoroso, es sano y necesario quitarse de encima las ramas y las hojas secas para poder crecer.

Leoncio Durán Garibay / Ingeniero Agrónomo