/ jueves 12 de septiembre de 2019

Nuestra pobre independencia

Nuestro movimiento independentista, al igual que sucedió en la mayor parte de los países americanos, venia impulsada por el profundo deseo de la libre determinación del destino nacional e individual.

Los Héroes que estudiamos y mentamos continuamente tenían el anhelo de construir un espacio que tuviera la posibilidad de discutir sin miedos las estrategias y mecanismos para llevar el rumbo del gobierno.

Hoy, no entendemos a profundidad lo que tenemos, el gran tesoro que nos heredaron. Vemos como el fanatismo se ha convertido en nuevo grillete y como es que la gente es incapaz de criticar al gobierno y prefiere sumarse de forma ciega y repetir reiteradamente los mismos errores, los errores que transforman a un gobernante justo en un tirano.

Las personas cuando no son libres o no entienden su libertad odian a quienes critican al gobierno incluso condenan a la crítica.

Ejemplo de la pobre independencia del mexicano está en la adoración a sus gobiernos. Entiendo que al gobierno hay que apoyarlo a sacar los problemas sociales adelante o solucionarlos, pero nunca debemos poner a nuestros gobiernos en el pedestal de la adoración ciega.

Hace un mayor bien quien está dispuesto a observar los yerros del gobiernos que aquellos que fingen que no existen.

Un gobierno que consigue la ceguera de sus ciudadanos se vuelve autocomplaciente y autoritarios, los gobiernos que se saben observados prefieren mantenerse en el camino de la rectitud y las buenas prácticas.

Desde esa óptica, alabar a los gobernantes es el camino más seguro para volverlo un dictador vanidoso e incapaz de escuchar al pueblo

En este sentido, pregúntate a ti mismo ¿eres un ciudadano critico o eres alguien que depende emocionalmente del gobierno? ¿Eres capaz de observar los errores del gobierno y poner de tu parte para solventarlos o simplemente justificas todo? ¿Te molesta que alguien más critique al gobierno? Si no eres capaz de criticar ni soportar la crítica es muy probable que hayas encontrado un punto de fanatismo y no una posición ciudadana.

Nuestra independencia se encuentra empobrecida, pues aunque no dependemos de gobiernos extranjeros, o al menos no de forma explícita, tenemos una marcada dependencia con el poder y no somos ciudadanos libres y propositivos, de hecho no hemos perdido esa costumbre de ciervos, pues seguimos esperando que los líderes sean absolutos.

Es necesaria la adquisición de nuevas pautas, unas más auténticas y funcionales, necesitamos ciudadanos que se atrevan a pensar y proponer, no aquellos que agachan la cabeza


Nuestro movimiento independentista, al igual que sucedió en la mayor parte de los países americanos, venia impulsada por el profundo deseo de la libre determinación del destino nacional e individual.

Los Héroes que estudiamos y mentamos continuamente tenían el anhelo de construir un espacio que tuviera la posibilidad de discutir sin miedos las estrategias y mecanismos para llevar el rumbo del gobierno.

Hoy, no entendemos a profundidad lo que tenemos, el gran tesoro que nos heredaron. Vemos como el fanatismo se ha convertido en nuevo grillete y como es que la gente es incapaz de criticar al gobierno y prefiere sumarse de forma ciega y repetir reiteradamente los mismos errores, los errores que transforman a un gobernante justo en un tirano.

Las personas cuando no son libres o no entienden su libertad odian a quienes critican al gobierno incluso condenan a la crítica.

Ejemplo de la pobre independencia del mexicano está en la adoración a sus gobiernos. Entiendo que al gobierno hay que apoyarlo a sacar los problemas sociales adelante o solucionarlos, pero nunca debemos poner a nuestros gobiernos en el pedestal de la adoración ciega.

Hace un mayor bien quien está dispuesto a observar los yerros del gobiernos que aquellos que fingen que no existen.

Un gobierno que consigue la ceguera de sus ciudadanos se vuelve autocomplaciente y autoritarios, los gobiernos que se saben observados prefieren mantenerse en el camino de la rectitud y las buenas prácticas.

Desde esa óptica, alabar a los gobernantes es el camino más seguro para volverlo un dictador vanidoso e incapaz de escuchar al pueblo

En este sentido, pregúntate a ti mismo ¿eres un ciudadano critico o eres alguien que depende emocionalmente del gobierno? ¿Eres capaz de observar los errores del gobierno y poner de tu parte para solventarlos o simplemente justificas todo? ¿Te molesta que alguien más critique al gobierno? Si no eres capaz de criticar ni soportar la crítica es muy probable que hayas encontrado un punto de fanatismo y no una posición ciudadana.

Nuestra independencia se encuentra empobrecida, pues aunque no dependemos de gobiernos extranjeros, o al menos no de forma explícita, tenemos una marcada dependencia con el poder y no somos ciudadanos libres y propositivos, de hecho no hemos perdido esa costumbre de ciervos, pues seguimos esperando que los líderes sean absolutos.

Es necesaria la adquisición de nuevas pautas, unas más auténticas y funcionales, necesitamos ciudadanos que se atrevan a pensar y proponer, no aquellos que agachan la cabeza