/ viernes 31 de diciembre de 2021

Espejos de vida | Misiva de amor

Recuerdo el día exacto que supe de tu existencia, la preocupación que me embargó como madre, al pensar en la juventud de tus padres y del compromiso que se tiene con los hijos; pero, por otro lado, sentí un cosquilleo de gozo en mi corazón, al imaginar ese ser diminuto que se estaba gestando en el vientre de mi hija y que llevaría nuestra sangre, perpetuando así el árbol genealógico de nuestra existencia.

Fui testigo de tu desarrollo, acompañando a tu madre a los estudios de ultrasonido y compartiendo su dicha al conocer que serías una hermosa muñequita.

Desde ese momento, empezamos a comprar bellas prendas de vestir, que cubrirían y darían calor a tu pequeño cuerpo. El día de tu nacimiento, nos embargaba una mezcla de preocupación y regocijo, yo sabía el trance doloroso que esperaba a tu madre, así como el temor inherente del proceso de alumbramiento, rogando al ser omnipotente porque arribaras a este mundo como la princesa que eres.

Desde el primer instante atrapaste nuestro corazón, tus grandes ojos querían aprisionar y descubrir el espacio que te rodeaba. A partir de ese momento, cada día nos sorprendías con nuevos aprendizajes, ya sea apretando nuestra mano, sonriendo, cuando te sentaste sola, los primeros pasos, la dentición, los balbuceos, imitación del sonido de los animales y cada cosa que hacías, nosotros la aplaudíamos con la certeza de conocer tu inteligencia y capacidad de aprendizaje que demostrabas en cada acción efectuada.

En la guardería destacabas por tus sonrisas y vivacidad y con una inmensa capacidad de amar. En el transcurso de la primaria, fuiste una niña muy platicadora, súper social, pero siempre participaste en eventos de exposiciones, lectura, escritura de cuentos, baile y canto y concursos académicos destacando por tu gran capacidad de retención, memorizando y encontrando significado a tus participaciones, lo que hacía muy elocuente tu expresión verbal y corporal.

Siempre has sobresalido con las mejores calificaciones del resto del grupo, resultados escolares en los que sigues floreciendo, porque la dedicación y perseverancia son de tus grandes atributos que has cultivado a través del tiempo.

Te vimos transitar de la niñez a la adolescencia, dejar las muñecas, trastecillos y juguetes propios de esa etapa, al ir mostrando interés en otros juegos y pasatiempos, como los patines, patinetas, juegos de mesa; entrar en momentos de introspección y soledad contigo misma y el preferir estar en tu cuarto o en compañía de tus amigas en vez de que con el resto de la familia.

Cada día has demandado mayor libertad, demostrando con creces la responsabilidad y respeto a las normas que en casa se te han impuesto.

El 27 de diciembre, tuvimos la inmensa fortuna de ser copartícipes del XV aniversario de tu nacimiento; el poder de convocatoria en tu nombre fue tan exitoso que acudió familia dispersa en la unión americana y la república mexicana; con lágrimas en los ojos te vimos arribar a la iglesia para dar gracias a Dios, tu rostro irradiaba luminosidad y felicidad; padres, abuelos, tíos, primos, todos reunidos para brindar y festejar en tu nombre.

Cuando bailaste el primer vals en los brazos de tu padre, las lágrimas corrían libremente por las mejillas de la concurrencia, que mayor alegría que ser estrechada al compás de la música por ese hombre que ha sido parte de tu vida; estar abrigada por la mirada amorosa de tu madre, cuyo corazón se desborda con solo mirarte, deseando que tu existencia transcurra por un camino de rosas.

Solo me resta decirte, que eres una jovencita afortunada, rodeada de personas que te amamos incondicionalmente y que siempre estaremos velando por tu felicidad.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra

Recuerdo el día exacto que supe de tu existencia, la preocupación que me embargó como madre, al pensar en la juventud de tus padres y del compromiso que se tiene con los hijos; pero, por otro lado, sentí un cosquilleo de gozo en mi corazón, al imaginar ese ser diminuto que se estaba gestando en el vientre de mi hija y que llevaría nuestra sangre, perpetuando así el árbol genealógico de nuestra existencia.

Fui testigo de tu desarrollo, acompañando a tu madre a los estudios de ultrasonido y compartiendo su dicha al conocer que serías una hermosa muñequita.

Desde ese momento, empezamos a comprar bellas prendas de vestir, que cubrirían y darían calor a tu pequeño cuerpo. El día de tu nacimiento, nos embargaba una mezcla de preocupación y regocijo, yo sabía el trance doloroso que esperaba a tu madre, así como el temor inherente del proceso de alumbramiento, rogando al ser omnipotente porque arribaras a este mundo como la princesa que eres.

Desde el primer instante atrapaste nuestro corazón, tus grandes ojos querían aprisionar y descubrir el espacio que te rodeaba. A partir de ese momento, cada día nos sorprendías con nuevos aprendizajes, ya sea apretando nuestra mano, sonriendo, cuando te sentaste sola, los primeros pasos, la dentición, los balbuceos, imitación del sonido de los animales y cada cosa que hacías, nosotros la aplaudíamos con la certeza de conocer tu inteligencia y capacidad de aprendizaje que demostrabas en cada acción efectuada.

En la guardería destacabas por tus sonrisas y vivacidad y con una inmensa capacidad de amar. En el transcurso de la primaria, fuiste una niña muy platicadora, súper social, pero siempre participaste en eventos de exposiciones, lectura, escritura de cuentos, baile y canto y concursos académicos destacando por tu gran capacidad de retención, memorizando y encontrando significado a tus participaciones, lo que hacía muy elocuente tu expresión verbal y corporal.

Siempre has sobresalido con las mejores calificaciones del resto del grupo, resultados escolares en los que sigues floreciendo, porque la dedicación y perseverancia son de tus grandes atributos que has cultivado a través del tiempo.

Te vimos transitar de la niñez a la adolescencia, dejar las muñecas, trastecillos y juguetes propios de esa etapa, al ir mostrando interés en otros juegos y pasatiempos, como los patines, patinetas, juegos de mesa; entrar en momentos de introspección y soledad contigo misma y el preferir estar en tu cuarto o en compañía de tus amigas en vez de que con el resto de la familia.

Cada día has demandado mayor libertad, demostrando con creces la responsabilidad y respeto a las normas que en casa se te han impuesto.

El 27 de diciembre, tuvimos la inmensa fortuna de ser copartícipes del XV aniversario de tu nacimiento; el poder de convocatoria en tu nombre fue tan exitoso que acudió familia dispersa en la unión americana y la república mexicana; con lágrimas en los ojos te vimos arribar a la iglesia para dar gracias a Dios, tu rostro irradiaba luminosidad y felicidad; padres, abuelos, tíos, primos, todos reunidos para brindar y festejar en tu nombre.

Cuando bailaste el primer vals en los brazos de tu padre, las lágrimas corrían libremente por las mejillas de la concurrencia, que mayor alegría que ser estrechada al compás de la música por ese hombre que ha sido parte de tu vida; estar abrigada por la mirada amorosa de tu madre, cuyo corazón se desborda con solo mirarte, deseando que tu existencia transcurra por un camino de rosas.

Solo me resta decirte, que eres una jovencita afortunada, rodeada de personas que te amamos incondicionalmente y que siempre estaremos velando por tu felicidad.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra