/ miércoles 23 de septiembre de 2020

Entre los genes y el medio ambiente

¿Cómo influyen los genes y el medio ambiente en los rasgos y características humanas? ¿Hasta dónde la manera en la que actuamos y cómo somos proviene de la información del ADN que guardan nuestras células? ¿Hasta qué punto somos lo que nos ha tocado vivir y el entorno en el que nos hemos desarrollado? El porcentaje es difícil determinarlo empezando con la complejidad que hace a cada ser humano único no solo en su ADN y que los factores ambientales no son determinantes, así que las probabilidades cambian en cada persona.

Aunque nuestros rasgos físicos son altamente determinados por la genética, no lo son totalmente, pues una dieta equilibrada, ejercicio y buena calidad de vida, puede llevar a cambios en ciertos rasgos que se creían solo genéticos, como la altura, así que las personas pueden ser más altas o bajas de lo que su genética les tenía preparado, o pueden ser más gordas o delgadas, mas morenas o blancas y hasta más o menos inteligentes de lo que determina su genética.

Los estudios más convincentes sobre influencia genética y medio ambiente se han llevado a cabo con gemelos idénticos que son las únicas personas que pueden tener el mismo ADN. Muchos de ellos han sido separados desde el momento de su nacimiento y han crecido en entornos diferentes. Tomas Buchar de la Universidad de Minesota el cual estudio 8,500 pares de gemelos a lo largo de 3 décadas. Los gemelos son sujetos de investigación ideal. En un artículo de 2004 reportó que la inteligencia se hereda hasta un 24% en niños, pero en adultos la influencia genética cambia y se va hasta un 80% ya que cuando llegamos a la adultez nos vemos menos influenciados por el ambiente y tendemos a construir los ambientes que se adaptan a nuestras disposiciones. Una de sus conclusiones en niños de 5 años la herencia es del 22% pero para personas de 26 años haciende a un 88%. Ya que los niños son maleables y es más importante el ambiente que propician los padres. Los padres y el medio ambiente tienen un efecto determinante en los niños pero de adultos los genes van cobrando fuerza. En caso de los gemelos el más desnutrido de los dos le impidió desarrollo de su potencial genético. Un ambiente de normal a pobre mostro efectos modestos en el desarrollo de la inteligencia.

En una investigación más reciente el doctor Rober Plomin de la Universidad de Austin Texas, plasma sus investigaciones con gemelos en su libro blueprint (how DNA makes us who we are). Igual que Buchar pero ya más contundente, comprueba que la influencia del ADN se vuelve más importante en cuanto envejecemos. Plomin en su libro expresa en porcentajes la heredabilidad de la inteligencia: en el periodo de la infancia es tan solo 40%, adolescencia un 55%, adultez temprana un 65% y adultez tardía un 80%. Como si a medida que envejecemos los genes de van apoderando de nosotros.

Estos dos científicos me llevan a una reflexión que lleva años dando vueltas en mi cabeza, desde el momento en que cambié mi forma de pensar, primero creyendo en que somos arquitectos de nuestro propio destino, para mejor darle la razón a los griegos y su filosofía fatalista que viene desde filósofos como Sócrates o Platon hasta los poetas trágicos, Sófocles y Eurípides. Que nos muestran que no tenemos mucho margen de error para escapar de nuestro destino.

Las personas no nacemos como pizarras en blanco, por mas que nos guste pensar que elegimos y tenemos muchas oportunidades, en este estudio la influencia aleatoria es la más importante. Asi que no hay mucho que podamos hacer ante lo que nos toca. Porque los genes son códigos al azar que heredamos y que nos van a establecer límites amplios. Estos científicos desde una perspectiva científica le dan algo de razón a la filosofía fatalista de los filósofos griegos. Pero como un futuro manifiesto no es muy agradable de creer, tenemos una leve esperanza que nos abren las probabilidades para no caer en el determinismo. Aun con un gran porcentaje que afecta la influencia del ADN, tenemos esa probabilidad para modificar y superar a nuestros genes.

¿Cómo influyen los genes y el medio ambiente en los rasgos y características humanas? ¿Hasta dónde la manera en la que actuamos y cómo somos proviene de la información del ADN que guardan nuestras células? ¿Hasta qué punto somos lo que nos ha tocado vivir y el entorno en el que nos hemos desarrollado? El porcentaje es difícil determinarlo empezando con la complejidad que hace a cada ser humano único no solo en su ADN y que los factores ambientales no son determinantes, así que las probabilidades cambian en cada persona.

Aunque nuestros rasgos físicos son altamente determinados por la genética, no lo son totalmente, pues una dieta equilibrada, ejercicio y buena calidad de vida, puede llevar a cambios en ciertos rasgos que se creían solo genéticos, como la altura, así que las personas pueden ser más altas o bajas de lo que su genética les tenía preparado, o pueden ser más gordas o delgadas, mas morenas o blancas y hasta más o menos inteligentes de lo que determina su genética.

Los estudios más convincentes sobre influencia genética y medio ambiente se han llevado a cabo con gemelos idénticos que son las únicas personas que pueden tener el mismo ADN. Muchos de ellos han sido separados desde el momento de su nacimiento y han crecido en entornos diferentes. Tomas Buchar de la Universidad de Minesota el cual estudio 8,500 pares de gemelos a lo largo de 3 décadas. Los gemelos son sujetos de investigación ideal. En un artículo de 2004 reportó que la inteligencia se hereda hasta un 24% en niños, pero en adultos la influencia genética cambia y se va hasta un 80% ya que cuando llegamos a la adultez nos vemos menos influenciados por el ambiente y tendemos a construir los ambientes que se adaptan a nuestras disposiciones. Una de sus conclusiones en niños de 5 años la herencia es del 22% pero para personas de 26 años haciende a un 88%. Ya que los niños son maleables y es más importante el ambiente que propician los padres. Los padres y el medio ambiente tienen un efecto determinante en los niños pero de adultos los genes van cobrando fuerza. En caso de los gemelos el más desnutrido de los dos le impidió desarrollo de su potencial genético. Un ambiente de normal a pobre mostro efectos modestos en el desarrollo de la inteligencia.

En una investigación más reciente el doctor Rober Plomin de la Universidad de Austin Texas, plasma sus investigaciones con gemelos en su libro blueprint (how DNA makes us who we are). Igual que Buchar pero ya más contundente, comprueba que la influencia del ADN se vuelve más importante en cuanto envejecemos. Plomin en su libro expresa en porcentajes la heredabilidad de la inteligencia: en el periodo de la infancia es tan solo 40%, adolescencia un 55%, adultez temprana un 65% y adultez tardía un 80%. Como si a medida que envejecemos los genes de van apoderando de nosotros.

Estos dos científicos me llevan a una reflexión que lleva años dando vueltas en mi cabeza, desde el momento en que cambié mi forma de pensar, primero creyendo en que somos arquitectos de nuestro propio destino, para mejor darle la razón a los griegos y su filosofía fatalista que viene desde filósofos como Sócrates o Platon hasta los poetas trágicos, Sófocles y Eurípides. Que nos muestran que no tenemos mucho margen de error para escapar de nuestro destino.

Las personas no nacemos como pizarras en blanco, por mas que nos guste pensar que elegimos y tenemos muchas oportunidades, en este estudio la influencia aleatoria es la más importante. Asi que no hay mucho que podamos hacer ante lo que nos toca. Porque los genes son códigos al azar que heredamos y que nos van a establecer límites amplios. Estos científicos desde una perspectiva científica le dan algo de razón a la filosofía fatalista de los filósofos griegos. Pero como un futuro manifiesto no es muy agradable de creer, tenemos una leve esperanza que nos abren las probabilidades para no caer en el determinismo. Aun con un gran porcentaje que afecta la influencia del ADN, tenemos esa probabilidad para modificar y superar a nuestros genes.

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