/ martes 20 de abril de 2021

Cuidando nuestra salud | El temido enemigo (Parte I)

El día de hoy quiero compartirles un cuento de Jorge Bucay que se llama “el temido enemigo” porque trata de dos temas que quiero resaltar en nuestra reflexión de esta ocasión.

Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como a la madrastra de Blanca Nieves no le era suficiente verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarles si él era el más poderoso del reino.

Invariablemente le decían lo mismo:

Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee. Él conoce el futuro. (en aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente “magos”)

El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquél no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que, además el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.

No decían lo mismo del rey.

Quizá porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.

Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago, o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan: organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago. Después de la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacaría su espada para matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, ya que se había equivocado en su predicción. Se acabarían, en una sola noche, el mago y el mito de sus poderes…

Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto el día del festejo llegó.

Después de la gran cena, el rey hizo pasar al mago al centro y le preguntó:

¿Es cierto que puedes leer el futuro?

Un poco dijo el mago.

¿Y puedes leer tu propio futuro? preguntó el rey.

Un poco dijo el mago.

Entonces quiero que me des una prueba –dijo el rey. ¿Qué día morirás? ¿Cuál es la fecha de tú muerte?

El mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.

¿Qué pasa mago? dijo el rey sonriente. ¿No lo sabes? ¿no es cierto que puedes ver el futuro?

No es eso dijo el mago, pero lo que sé, no me animo a decírtelo.

¿Cómo que no te animas? dijo el rey. Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino saber cuándo perderemos a sus personajes más eminentes… Contéstame, pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?

La próxima semana descubriremos el desenlace del este cuento de Jorge Bucay que se llama “el temido enemigo” me despido soy Jessica Cano Gasperín.


El día de hoy quiero compartirles un cuento de Jorge Bucay que se llama “el temido enemigo” porque trata de dos temas que quiero resaltar en nuestra reflexión de esta ocasión.

Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como a la madrastra de Blanca Nieves no le era suficiente verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarles si él era el más poderoso del reino.

Invariablemente le decían lo mismo:

Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee. Él conoce el futuro. (en aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente “magos”)

El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquél no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que, además el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.

No decían lo mismo del rey.

Quizá porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.

Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago, o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan: organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago. Después de la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacaría su espada para matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, ya que se había equivocado en su predicción. Se acabarían, en una sola noche, el mago y el mito de sus poderes…

Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto el día del festejo llegó.

Después de la gran cena, el rey hizo pasar al mago al centro y le preguntó:

¿Es cierto que puedes leer el futuro?

Un poco dijo el mago.

¿Y puedes leer tu propio futuro? preguntó el rey.

Un poco dijo el mago.

Entonces quiero que me des una prueba –dijo el rey. ¿Qué día morirás? ¿Cuál es la fecha de tú muerte?

El mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.

¿Qué pasa mago? dijo el rey sonriente. ¿No lo sabes? ¿no es cierto que puedes ver el futuro?

No es eso dijo el mago, pero lo que sé, no me animo a decírtelo.

¿Cómo que no te animas? dijo el rey. Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino saber cuándo perderemos a sus personajes más eminentes… Contéstame, pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?

La próxima semana descubriremos el desenlace del este cuento de Jorge Bucay que se llama “el temido enemigo” me despido soy Jessica Cano Gasperín.