/ martes 10 de octubre de 2023

Cuidando nuestra salud... | ¿Por qué es tan importante el amor?

El amor es la gran fuente de sanación cuando comprendemos que está Dios en todo, podemos ver las cosas de manera diferente, se deja esa soledad y vacío, van apareciendo nuevas personas o se ven personas maravillosas que ya están en nuestra vida, se convierten en una fuente de apoyo y luz muy importante en esos momentos difíciles.

Antoine de Saint-Exupery dijo: “El amor es lo único que crece cuando se reparte”, que cierto es, cuando uno se ama y da amor, los sentimientos de paz, gratitud y amor crecen en nosotros. El amor nos libera, no cabe duda que nos llena de Gracia, permitiendo conocer, valorar, apreciar todo lo que la vida nos ofrece. Es por eso que Dios es amor y misericordia.

Cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos, conocernos, valorarnos, respetarnos, aceptarnos, teniendo la disposición todos los días aprender, hacer la mejor versión de nosotros, vamos marcando diferencia en nuestra vida y en la de los demás, cuando damos amor, este se multiplica, cuando no llega a darse esa correspondencia de la otra parte, duele, pero queda la satisfacción de haber dado las cosas de corazón, la paz y la tranquilidad de haber hecho lo correcto. Pudiendo sanar más fácilmente las heridas que cuando las cosas no se hacen por amor se hacen por dependencia, porque la otra persona no se vaya, etc.

Es importante buscar un equilibrio entre la razón y el corazón, porque si somos pura razón nos volveremos fríos, calculadores, poco empáticos y si somos puro corazón no sabremos poner límites, dándose abuso, sufrimiento, para uno, de uno mismo y por parte de los demás.

El amor es fuente de vida, energía, paz, respeto y se manifiesta con la gratitud y el servicio. Quien nos ama nos va a cuidar y respetar, pero aquí es donde entran nuestras heridas emocionales, nuestro pasado, la influencia de nuestros ancestros, nuestros padres, las experiencias, carencias, los apegos con que se crece, la personalidad, los recursos psicológicos, las redes de apoyo que se tengan, las esferas de nuestra vida (biológica-psicológica, espiritual y social). La actitud ante la vida para afrontar, superar y sanar esas heridas. Recordemos a Jung cuando dijo “yo no soy lo que me sucedió, soy lo que decido hacer con eso que me sucedió”

Nuestra personalidad, vida e historia, nos hace diferentes a cada uno de nosotros, únicos e irrepetibles y eso es maravilloso porque nos hace especiales. Todos tenemos heridas, unas más profundas que otras, pero sin ellas no seríamos lo que somos, ahora es nuestra responsabilidad sanar y hacer la mejor versión de nosotros. “Sé cómo el árbol que suelta todo aquello que ya está muerto” (Rumi)r. Darnos la oportunidad de ser felices por medio del amor, en ocasiones terminar algo que no funciona es el mejor gesto de amor que podemos tener con nosotros y los demás.

Todo ser humano libra batallas en su vida. En mayor o menor medida no existe una vida sin heridas, la mejor medicina es el amor, para que este funcione necesita ilusión, esperanza y cambios de conducta. Recordando que en esta vida todo necesita un orden, cuando lo alteramos va a ver consecuencias. Si queremos que las cosas cambien necesitamos afrontar, aceptar esa realidad, hacer cosas diferentes que van a llevar a nuestra psique y cerebro a modificarse, llevándonos a un aprendizaje significativo, teniendo una actitud positiva ante la vida que nos va a permitir valorar, agradecer, lo bueno y malo que pase en ella, haciendo la mejor versión de nosotros permitiendo que nuestra luz brille y la de los demás.

Les envío un fuerte abrazo y nos vemos la próxima semana, aprendiendo más de nosotros mismos para transformar nuestra realidad e influir en los demás de forma positiva.

Jessica Cano Gasperín | Psicoterapeuta

El amor es la gran fuente de sanación cuando comprendemos que está Dios en todo, podemos ver las cosas de manera diferente, se deja esa soledad y vacío, van apareciendo nuevas personas o se ven personas maravillosas que ya están en nuestra vida, se convierten en una fuente de apoyo y luz muy importante en esos momentos difíciles.

Antoine de Saint-Exupery dijo: “El amor es lo único que crece cuando se reparte”, que cierto es, cuando uno se ama y da amor, los sentimientos de paz, gratitud y amor crecen en nosotros. El amor nos libera, no cabe duda que nos llena de Gracia, permitiendo conocer, valorar, apreciar todo lo que la vida nos ofrece. Es por eso que Dios es amor y misericordia.

Cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos, conocernos, valorarnos, respetarnos, aceptarnos, teniendo la disposición todos los días aprender, hacer la mejor versión de nosotros, vamos marcando diferencia en nuestra vida y en la de los demás, cuando damos amor, este se multiplica, cuando no llega a darse esa correspondencia de la otra parte, duele, pero queda la satisfacción de haber dado las cosas de corazón, la paz y la tranquilidad de haber hecho lo correcto. Pudiendo sanar más fácilmente las heridas que cuando las cosas no se hacen por amor se hacen por dependencia, porque la otra persona no se vaya, etc.

Es importante buscar un equilibrio entre la razón y el corazón, porque si somos pura razón nos volveremos fríos, calculadores, poco empáticos y si somos puro corazón no sabremos poner límites, dándose abuso, sufrimiento, para uno, de uno mismo y por parte de los demás.

El amor es fuente de vida, energía, paz, respeto y se manifiesta con la gratitud y el servicio. Quien nos ama nos va a cuidar y respetar, pero aquí es donde entran nuestras heridas emocionales, nuestro pasado, la influencia de nuestros ancestros, nuestros padres, las experiencias, carencias, los apegos con que se crece, la personalidad, los recursos psicológicos, las redes de apoyo que se tengan, las esferas de nuestra vida (biológica-psicológica, espiritual y social). La actitud ante la vida para afrontar, superar y sanar esas heridas. Recordemos a Jung cuando dijo “yo no soy lo que me sucedió, soy lo que decido hacer con eso que me sucedió”

Nuestra personalidad, vida e historia, nos hace diferentes a cada uno de nosotros, únicos e irrepetibles y eso es maravilloso porque nos hace especiales. Todos tenemos heridas, unas más profundas que otras, pero sin ellas no seríamos lo que somos, ahora es nuestra responsabilidad sanar y hacer la mejor versión de nosotros. “Sé cómo el árbol que suelta todo aquello que ya está muerto” (Rumi)r. Darnos la oportunidad de ser felices por medio del amor, en ocasiones terminar algo que no funciona es el mejor gesto de amor que podemos tener con nosotros y los demás.

Todo ser humano libra batallas en su vida. En mayor o menor medida no existe una vida sin heridas, la mejor medicina es el amor, para que este funcione necesita ilusión, esperanza y cambios de conducta. Recordando que en esta vida todo necesita un orden, cuando lo alteramos va a ver consecuencias. Si queremos que las cosas cambien necesitamos afrontar, aceptar esa realidad, hacer cosas diferentes que van a llevar a nuestra psique y cerebro a modificarse, llevándonos a un aprendizaje significativo, teniendo una actitud positiva ante la vida que nos va a permitir valorar, agradecer, lo bueno y malo que pase en ella, haciendo la mejor versión de nosotros permitiendo que nuestra luz brille y la de los demás.

Les envío un fuerte abrazo y nos vemos la próxima semana, aprendiendo más de nosotros mismos para transformar nuestra realidad e influir en los demás de forma positiva.

Jessica Cano Gasperín | Psicoterapeuta