/ martes 19 de diciembre de 2023

Cuidando nuestra salud... | Empatía (2da. parte)

La empatía entra en juego en todas las áreas del ser humano donde se relacione desde lo intrapersonal (consigo mismo) hasta lo interpersonal (pareja, familia, hijos, amigos, compañeros de trabajo, grupos a los que se pertenece y no se pertenece, en la política). La empatía es tan sensible que se relaciona con la comunicación (verbal y no verbal) principalmente con la no verbal, en la cual se arrojan pistas y una serie de claves de lo que verdaderamente se quiere comunicar (gestos, expresiones faciales, oculares, posturas, ademanes, tono de voz…). La comunicación no verbal es más inconsciente, más difícil de controlar o manipular (miedo, ansiedad, tono de voz, posturas, respuestas fisiológicas, silencios…) la persona con mejores recursos en reconocer, identificar e interpretar esas señales, será más adaptada emocionalmente hablando, más sociable y más sensible, por ende más empática.

Algo de suma importancia, es que la verdad emocional está, en la forma en que la persona dice algo en lugar de lo que se dice y no porque lo que se diga no importe claro que importa pero es base el cómo, cuándo y dónde digo las cosas, el tono y la carga emotiva que lleva al mensaje da el significado y congruencia de este. Lo cual me lleva a otra habilidad que es la asertividad fundamentada en la empatía. La capacidad de interpretar este lenguaje emocional es lo que lleva a desarrollar la empatía. Tiene muchos mecanismos inconscientes y se puede aprender lo cual es maravilloso siempre y cuando se tengan los recursos psicológicos. La asertividad es básicamente decir lo que pensemos y sintamos cuidando el cómo, cuándo y dónde digo las cosas. Es decir cuidar el tino, tono y tacto en la manera de expresarme. Y se vale decir todo siempre y cuando traiga un beneficio a la relación. Siendo respetuosos y metiéndonos con el problema y no con la persona.

Todas las habilidades de inteligencia emocional se pueden desarrollar e incrementar a diferencia del Coeficiente Intelectual que tiende a permanecer estable a lo largo de la vida.

La empatía se basa en la comunicación o conducta no verbal y entre más hábiles seamos para interpretar las señales, a través de pistas como gestos, muecas, ademanes, expresión facial, tono de voz en fin todo lo que expresamos con nuestro cuerpo más sintonía y empatía tendremos con los demás.

La empatía se desarrolla desde que los pequeños nacen se da lo que se conoce como las raíces de la empatía y lo podemos ver cuando los pequeños se sienten perturbados cuando oyen llorar a otro bebé. Los psicólogos del desarrollo han descubierto que los bebés sienten una preocupación solidaria incluso antes de darse cuenta plenamente de que existen como seres separados de los demás. Reaccionando ante la perturbación de quienes los rodean como si fuera algo propio. Al año comienzan a separar y darse cuenta que esa congoja o llanto no es de ellos sino de la otra persona aunque puede haber confusión aun.

La próxima semana continuaremos aprendiendo sobre la empatía la habilidad que nos permite ser seres sociales.

Les envió un fuerte abrazo y nos vemos la próxima semana, para aprender más de nosotros mismos, de los demás y como relacionarnos más sanamente, transformar nuestra realidad e influir en los demás de forma positiva, permitiendo que nuestra luz brille y la de los demás también, porque cada uno de nosotros es único y especial.

Jessica Cano Gasperin | Psicoterapeuta

La empatía entra en juego en todas las áreas del ser humano donde se relacione desde lo intrapersonal (consigo mismo) hasta lo interpersonal (pareja, familia, hijos, amigos, compañeros de trabajo, grupos a los que se pertenece y no se pertenece, en la política). La empatía es tan sensible que se relaciona con la comunicación (verbal y no verbal) principalmente con la no verbal, en la cual se arrojan pistas y una serie de claves de lo que verdaderamente se quiere comunicar (gestos, expresiones faciales, oculares, posturas, ademanes, tono de voz…). La comunicación no verbal es más inconsciente, más difícil de controlar o manipular (miedo, ansiedad, tono de voz, posturas, respuestas fisiológicas, silencios…) la persona con mejores recursos en reconocer, identificar e interpretar esas señales, será más adaptada emocionalmente hablando, más sociable y más sensible, por ende más empática.

Algo de suma importancia, es que la verdad emocional está, en la forma en que la persona dice algo en lugar de lo que se dice y no porque lo que se diga no importe claro que importa pero es base el cómo, cuándo y dónde digo las cosas, el tono y la carga emotiva que lleva al mensaje da el significado y congruencia de este. Lo cual me lleva a otra habilidad que es la asertividad fundamentada en la empatía. La capacidad de interpretar este lenguaje emocional es lo que lleva a desarrollar la empatía. Tiene muchos mecanismos inconscientes y se puede aprender lo cual es maravilloso siempre y cuando se tengan los recursos psicológicos. La asertividad es básicamente decir lo que pensemos y sintamos cuidando el cómo, cuándo y dónde digo las cosas. Es decir cuidar el tino, tono y tacto en la manera de expresarme. Y se vale decir todo siempre y cuando traiga un beneficio a la relación. Siendo respetuosos y metiéndonos con el problema y no con la persona.

Todas las habilidades de inteligencia emocional se pueden desarrollar e incrementar a diferencia del Coeficiente Intelectual que tiende a permanecer estable a lo largo de la vida.

La empatía se basa en la comunicación o conducta no verbal y entre más hábiles seamos para interpretar las señales, a través de pistas como gestos, muecas, ademanes, expresión facial, tono de voz en fin todo lo que expresamos con nuestro cuerpo más sintonía y empatía tendremos con los demás.

La empatía se desarrolla desde que los pequeños nacen se da lo que se conoce como las raíces de la empatía y lo podemos ver cuando los pequeños se sienten perturbados cuando oyen llorar a otro bebé. Los psicólogos del desarrollo han descubierto que los bebés sienten una preocupación solidaria incluso antes de darse cuenta plenamente de que existen como seres separados de los demás. Reaccionando ante la perturbación de quienes los rodean como si fuera algo propio. Al año comienzan a separar y darse cuenta que esa congoja o llanto no es de ellos sino de la otra persona aunque puede haber confusión aun.

La próxima semana continuaremos aprendiendo sobre la empatía la habilidad que nos permite ser seres sociales.

Les envió un fuerte abrazo y nos vemos la próxima semana, para aprender más de nosotros mismos, de los demás y como relacionarnos más sanamente, transformar nuestra realidad e influir en los demás de forma positiva, permitiendo que nuestra luz brille y la de los demás también, porque cada uno de nosotros es único y especial.

Jessica Cano Gasperin | Psicoterapeuta