/ domingo 16 de agosto de 2020

Un Clamor 

Bajo las circunstancias que nos ha tocado vivir en los últimos tiempos, no están para andarnos por las ramas, sino para clamar a Dios con en voz en cuello. Fue en momentos muy oscuros de Judá y Jerusalén, cuando a causa de su pecado, vendía destrucción por manos del ejército de babilonia. Fue precisamente en ese tiempo que vino palabra de aliento de Dios a Jeremías “Clama a mí y yo te responderé…” (Jer. 33:3)

Clamar es gemir, afligirse, suplicar. El diccionario dice “Quejarse a gritos pidiendo ayuda” En el espíritu del idioma hebreo, clamar significa acosar a una persona, insistir sin desistir. Dios le dijo a Jeremías, clama a mí, aflígete ante mí, gime ante mí, insiste sin desistir ante mí, y yo te responderé. Es como si Dios les digiera: “clama a mi ahora, desahógate, descarga tu clamor por esa ciudad sobre mi echa sobre mi tus cargas y tu necesidad, que yo te responderé” David dice: “En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos (2 Sam. 22:7)

Un clamor a Dios es la única opción que tenemos, no hay plan “b” clamar es lo más seguro para que la nación sea sanada. Necesitamos que las ventanas de los cielos se abran una y otra vez sobre nuestras cabezas y descienda sanidad a toda la nación, a toda la tierra.

Un clamor, sincero, de todo corazón, lleno de arrepentimiento y fe, es la solución para ver cambios sustanciales en nuestra nación. ¿Cuándo fue la última vez que invertimos unas cuantas horas en la noche o en la mañana para interceder por nuestra nación? El mismo Dios dice que cuando clamaos a Él, Él nos responderá. El poder de la oración está articulada sobre la fidelidad de Dios para llevar a cabo lo que él ha prometido, y él promete: “…yo te responderé” Sí queremos ver nuestra nación sana, es tiempo de clamar delante de Dios y reconocer lo que hemos hecho mal y arrepentirnos de ello.

Dios le dice a Jeremías que clame, fíjese que no le dice “ora cuando puedas y yo cuando tenga tiempo te responderé” Tampoco le dice: “piensa tú, mientras Yo pienso si te respondo o no” sino que le dice que CLAME; clama a mi ahora, desahógate, descarga tu clamor por esa nación sobre mí, echa sobre mi tus cargas y tu necesidad, que yo te responderé.

Abraham, el gran patriarca, padre de todos los creyentes nos ofreció el primer ejemplo de oración por una nación, en el episodio de la intercesión por las ciudades de Sodoma y Gomorra cuando serían destruidas a causa de su pecado (Gen. 18:16-33)

Hay quienes piensan que Dios no responde, pero, Sí, Dios responde, Jesús mismo nos dice en Mateo 7:7-8 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” Esta es la respuesta de parte de Dios a través de nuestro Señor Jesucristo, y su Palabra es verdad.

Creo que este momento de nuestra historia, es el mejor tiempo para buscar y clamar a Dios que tenga misericordia de nuestra nación y volvernos Él de todo corazón. ¿Si no es ahora? ¿Cuándo?

En el salmo 91:15 dice: “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”

Es clamar con fe a Dios desde lo profundo de nuestro corazón por nuestra nación, creyendo sin dudar, que Dios nos responderá.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo, y un día vaya al cielo.

Bajo las circunstancias que nos ha tocado vivir en los últimos tiempos, no están para andarnos por las ramas, sino para clamar a Dios con en voz en cuello. Fue en momentos muy oscuros de Judá y Jerusalén, cuando a causa de su pecado, vendía destrucción por manos del ejército de babilonia. Fue precisamente en ese tiempo que vino palabra de aliento de Dios a Jeremías “Clama a mí y yo te responderé…” (Jer. 33:3)

Clamar es gemir, afligirse, suplicar. El diccionario dice “Quejarse a gritos pidiendo ayuda” En el espíritu del idioma hebreo, clamar significa acosar a una persona, insistir sin desistir. Dios le dijo a Jeremías, clama a mí, aflígete ante mí, gime ante mí, insiste sin desistir ante mí, y yo te responderé. Es como si Dios les digiera: “clama a mi ahora, desahógate, descarga tu clamor por esa ciudad sobre mi echa sobre mi tus cargas y tu necesidad, que yo te responderé” David dice: “En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos (2 Sam. 22:7)

Un clamor a Dios es la única opción que tenemos, no hay plan “b” clamar es lo más seguro para que la nación sea sanada. Necesitamos que las ventanas de los cielos se abran una y otra vez sobre nuestras cabezas y descienda sanidad a toda la nación, a toda la tierra.

Un clamor, sincero, de todo corazón, lleno de arrepentimiento y fe, es la solución para ver cambios sustanciales en nuestra nación. ¿Cuándo fue la última vez que invertimos unas cuantas horas en la noche o en la mañana para interceder por nuestra nación? El mismo Dios dice que cuando clamaos a Él, Él nos responderá. El poder de la oración está articulada sobre la fidelidad de Dios para llevar a cabo lo que él ha prometido, y él promete: “…yo te responderé” Sí queremos ver nuestra nación sana, es tiempo de clamar delante de Dios y reconocer lo que hemos hecho mal y arrepentirnos de ello.

Dios le dice a Jeremías que clame, fíjese que no le dice “ora cuando puedas y yo cuando tenga tiempo te responderé” Tampoco le dice: “piensa tú, mientras Yo pienso si te respondo o no” sino que le dice que CLAME; clama a mi ahora, desahógate, descarga tu clamor por esa nación sobre mí, echa sobre mi tus cargas y tu necesidad, que yo te responderé.

Abraham, el gran patriarca, padre de todos los creyentes nos ofreció el primer ejemplo de oración por una nación, en el episodio de la intercesión por las ciudades de Sodoma y Gomorra cuando serían destruidas a causa de su pecado (Gen. 18:16-33)

Hay quienes piensan que Dios no responde, pero, Sí, Dios responde, Jesús mismo nos dice en Mateo 7:7-8 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” Esta es la respuesta de parte de Dios a través de nuestro Señor Jesucristo, y su Palabra es verdad.

Creo que este momento de nuestra historia, es el mejor tiempo para buscar y clamar a Dios que tenga misericordia de nuestra nación y volvernos Él de todo corazón. ¿Si no es ahora? ¿Cuándo?

En el salmo 91:15 dice: “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”

Es clamar con fe a Dios desde lo profundo de nuestro corazón por nuestra nación, creyendo sin dudar, que Dios nos responderá.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo, y un día vaya al cielo.