Espero que los tiempos de pascua que acabamos de pasar, hayan servido para reflexionar y acercarse en tu búsqueda espiritual a ese lugar de paz y sabiduría. Les agradezco su compañía en mi personal búsqueda espiritual, que con aciertos y errores, pero con la mejor de las intenciones comparto con ustedes. Ya hemos escuchado no solo por los eruditos teólogos, y religiosos, también por científicos y médicos que los que pensamos y sentimos, influye en nuestro organismo, si tenemos malos pensamientos, podemos atraer negatividad a nuestra vida, ya sea mala salud, depresión, acciones desagradables, es por eso que debemos alejar, evitar, y sustituir los malos pensamientos por lo que van cargados de amor y felicidad. La muerte y resurrección de Jesucristo enseña acerca de la muerte y resurrección de nuestros pensamientos.
Se dice fácil y ahora es común escuchar, que dejemos morir los pensamientos que no sirven y renazcamos en los nuevos. Pero ¿cómo? primero hay que ser conscientes de si pensamos en positivo o negativo y si ¿afectó mi vida o la de los demás con mi negatividad? Reconocer los pensamientos es un primer paso. Los síntomas de los pensamientos inútiles son sentimientos de angustia, pérdida de felicidad o de bienestar, una mente alterada llena de confusión o incapacidad para tomar decisiones precisas. Pensar una y otra vez sobre una acción desafortunada ya realizada no es una forma correcta de usar el tiempo, tampoco pensar en cosas negativas que pudieran pero no han pasado. Modificar nuestros pensamientos es modificarse a sí mismos. La transformación del ser sucede en el momento en que hay comprensión y reconciliación. En ese momento, podemos con nuestro sentido común discernir entre correcto o erróneo. Después, en un segundo, decidir qué acción o acciones evitaremos de ahora en adelante y qué acción o acciones potenciaremos en su lugar.
El poder de esta decisión aporta experiencias de felicidad y logros en nuestro momento presente que impactan para el futuro. El poder de controlar los pensamientos comienza con nuestro compromiso de cambiar, hacer análisis de lo que no sirve para renovarnos con nuevas ideas y pensamientos de amor, de crecimiento, enfocados a la plenitud de la vida del espíritu eterno, conscientes de que iremos al lugar donde nos lleva la muerte, dejando aquí en la tierra nuestro cuerpo y las miserias de la vida terrenal. Empezamos a fundamentar la idea en la cual las formas, mudanzas y fenómenos del universo, subyace un principio de unidad que no requiere del cuerpo pero sí del espíritu. Permitirnos morir para descubrir lo que verdaderamente somos. Morir y renacer como Jesucristo. Deseo que el ejemplo de la resurrección del hijo de Dios nos permita renacer en la verdad.
Ing. Adalberto Gutiérrez Chávez | Ingeniero Agrónomo
