/ miércoles 2 de enero de 2019

Sentado tranquilamente esperando el 2019

Para estas fechas en que la nostalgia de la Navidad y terminando con las últimas horas del año, hacemos recuento del 2018. El tiempo va pasando, no perdona y vamos envejeciendo. Se ven pasar bruscamente los tiempos, sentados nos dejamos caer en lo creativo del destino, porque aunque en un pequeña medida tenemos a nuestro alcance algunas decisiones que cambian para bien o para mal los rumbos de nuestras vidas, también estamos dentro de un margen donde no podemos salir del holograma de la vida que nos toca y no tenemos otra que dejarnos fluir con paz en lo que se nos va dando en nuestro paso por el mundo.

Por mas arquitectos de nuestro destino que seamos, hay una fuerza mucho más grande, una especie de programación ya destinada a la que no podemos escapar. Existe un control supremo sobre nosotros, que hace que el destino manifiesto, tenga tanta lógica. Toda mi vida creí y sentí muy razonable la frase de ser arquitectos de nuestro propio destino, luego vienen un simple juego, o visiones y sucesos en los que me doy cuenta de que no importa cuánto haga, hay algo ya escrito también, algo en la programación que no puedo cambiar, por más que traté de agarrar el hilo de la vida, este está en manos de una fuerza superior. Así que a veces por más que nos esforcemos y seamos optimistas, si la vida no nos da las herramientas y oportunidades adecuadas, es inútil; no ganaremos. Este panorama fatalista es devastador, sin embargo, el empeño y la cachetada con guate blanco podemos darla al disfrutar no solo de los triunfos sino también de las derrotas.

Contamos con un poco de suerte y otra pizca de razonamiento y sentido común para movernos a nosotros mismos. Tenemos a veces que esperar los toques mágicos que hacen cambiar y dar rumbo nuevamente y ante la fatalidad de nuestros destinos tener una vista optimista ante el oscuro bosque que atraviesa nuestro ser.

Como si este año que se va me estrujará fuerte, pidiéndome honestidad y sinceridad para encarar las situaciones que traerá el año que estamos iniciando. Ante la impotencia de sentir la omnipotencia del tiempo me queda tomar como fuerza para encarar las situaciones los vínculos de amor tan desinteresado como el que se tiene por los hijos, ante las ansias de la fugacidad del tiempo, con el cobijo de la familia encuentro el remanso necesario para retomar el camino.

Les deseo un 2019 lleno de tiempos de amor, reflexión, honestidad, esperanza, muchos juegos ganados y muchos aprendizajes de los perdidos, bendiciones para ti y los que amas, para todos, siempre, siempre siempre.

Para estas fechas en que la nostalgia de la Navidad y terminando con las últimas horas del año, hacemos recuento del 2018. El tiempo va pasando, no perdona y vamos envejeciendo. Se ven pasar bruscamente los tiempos, sentados nos dejamos caer en lo creativo del destino, porque aunque en un pequeña medida tenemos a nuestro alcance algunas decisiones que cambian para bien o para mal los rumbos de nuestras vidas, también estamos dentro de un margen donde no podemos salir del holograma de la vida que nos toca y no tenemos otra que dejarnos fluir con paz en lo que se nos va dando en nuestro paso por el mundo.

Por mas arquitectos de nuestro destino que seamos, hay una fuerza mucho más grande, una especie de programación ya destinada a la que no podemos escapar. Existe un control supremo sobre nosotros, que hace que el destino manifiesto, tenga tanta lógica. Toda mi vida creí y sentí muy razonable la frase de ser arquitectos de nuestro propio destino, luego vienen un simple juego, o visiones y sucesos en los que me doy cuenta de que no importa cuánto haga, hay algo ya escrito también, algo en la programación que no puedo cambiar, por más que traté de agarrar el hilo de la vida, este está en manos de una fuerza superior. Así que a veces por más que nos esforcemos y seamos optimistas, si la vida no nos da las herramientas y oportunidades adecuadas, es inútil; no ganaremos. Este panorama fatalista es devastador, sin embargo, el empeño y la cachetada con guate blanco podemos darla al disfrutar no solo de los triunfos sino también de las derrotas.

Contamos con un poco de suerte y otra pizca de razonamiento y sentido común para movernos a nosotros mismos. Tenemos a veces que esperar los toques mágicos que hacen cambiar y dar rumbo nuevamente y ante la fatalidad de nuestros destinos tener una vista optimista ante el oscuro bosque que atraviesa nuestro ser.

Como si este año que se va me estrujará fuerte, pidiéndome honestidad y sinceridad para encarar las situaciones que traerá el año que estamos iniciando. Ante la impotencia de sentir la omnipotencia del tiempo me queda tomar como fuerza para encarar las situaciones los vínculos de amor tan desinteresado como el que se tiene por los hijos, ante las ansias de la fugacidad del tiempo, con el cobijo de la familia encuentro el remanso necesario para retomar el camino.

Les deseo un 2019 lleno de tiempos de amor, reflexión, honestidad, esperanza, muchos juegos ganados y muchos aprendizajes de los perdidos, bendiciones para ti y los que amas, para todos, siempre, siempre siempre.

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