/ jueves 11 de julio de 2019

Inestabilidad de la 4T

Son varias las renuncias que acumula ya el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador. Cada salida, además de ser un golpe fuerte hacia la confianza al proyecto es un mensaje claro sobre lo difuso que es el proyecto de la denominada cuarta transformación del país, o al menos queda claro que no existe un consenso previo y todo se va resolviendo a la cabeza de un solo hombre.

MORENA es el producto de un berrinche y el deseo de un gran poder por parte de un solo personaje y en ese sentido se convierte en una institución que responde a las ocurrencias de AMLO. MORENA no es un proyecto ideológicamente cimentado, con claridad suficiente sobre cuáles serán los ejes del partido de alcanzar el gobierno y por ello es débil como institución y las decisiones giraran siempre en torno al líder, es entonces una institución en formación que se consolidará o no.

En los primeros meses de gobierno hemos podido presenciar la salida de varios de los secretarios de gobierno y que se suponían convencidos del proyecto de este nuevo partido. Esto manda eminentemente el mensaje de algo que era claro; no existe de manera explícita un proyecto como tal, y todo se fundamenta en torno a un personaje que buscó por todos los medios como hacerse del poder presidencial.

La salida de Urzúa, como la de German Martínez deja claro, en sus manifestaciones, que no existe un respeto por las jerarquías ni por las áreas de trabajo y pareciera que todo está centralizado y se decide desde marcos muy subjetivos y volitivos. El proyecto de la 4t es demasiado errático para que todos los que lo integran puedan estar en la misma visión y compromiso.

Lo lamentable de esto es que se compromete a todo un país en las inconsistencias del gobierno, es prioritario incluso que los seguidores de este movimiento comiencen a estructurar con claridad cuál es el sentido que seguirá el gobierno y olvidar esa idea de integrar a todos y a todas las posturas ideológicas, eso es francamente imposible, pues toda institución debe privilegiar valores y decisiones que den identidad a su proyecto político. Mientras que un partido se fortalece en algún valor ignora otros, esa es una condición irrevocable de toda institución. Por ejemplo cuando se privilegian las políticas de libertad se debe desproteger el poder del gobierno sobre las empresas y los empresarios, cuando se privilegia el fortalecimiento de los pobres se debe desproteger a la clase media y rica, es imposible cumplir con todo.

Además parece que los preceptos institucionales de MORENA son más bien preceptos morales, que difícilmente se pueden inculcar en el gobierno, sino que deben llegar desde la cuna. Así que no robar, no mentir y no traicionar funciona bien como un canon de vida pero como valores institucionales. Pero a ese tema podríamos dedicarle otro escrito.

Lo que es cierto es que nos enfrentamos a un gobierno incierto, a un partido que no debió llegar tan rápido al poder y que hubiese sido pertinente su consolidación previa como sucedió con el PAN por ejemplo, que es un partido bien definido con políticas económicas y sociales bien claras antes de llegar al poder y que incluso podía definir cuando sus gobernantes se alejaban de su doctrina partidaria, asunto que no está presente con el actual gobierno, dado que solo estará bien lo que el presidente determine.


Son varias las renuncias que acumula ya el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador. Cada salida, además de ser un golpe fuerte hacia la confianza al proyecto es un mensaje claro sobre lo difuso que es el proyecto de la denominada cuarta transformación del país, o al menos queda claro que no existe un consenso previo y todo se va resolviendo a la cabeza de un solo hombre.

MORENA es el producto de un berrinche y el deseo de un gran poder por parte de un solo personaje y en ese sentido se convierte en una institución que responde a las ocurrencias de AMLO. MORENA no es un proyecto ideológicamente cimentado, con claridad suficiente sobre cuáles serán los ejes del partido de alcanzar el gobierno y por ello es débil como institución y las decisiones giraran siempre en torno al líder, es entonces una institución en formación que se consolidará o no.

En los primeros meses de gobierno hemos podido presenciar la salida de varios de los secretarios de gobierno y que se suponían convencidos del proyecto de este nuevo partido. Esto manda eminentemente el mensaje de algo que era claro; no existe de manera explícita un proyecto como tal, y todo se fundamenta en torno a un personaje que buscó por todos los medios como hacerse del poder presidencial.

La salida de Urzúa, como la de German Martínez deja claro, en sus manifestaciones, que no existe un respeto por las jerarquías ni por las áreas de trabajo y pareciera que todo está centralizado y se decide desde marcos muy subjetivos y volitivos. El proyecto de la 4t es demasiado errático para que todos los que lo integran puedan estar en la misma visión y compromiso.

Lo lamentable de esto es que se compromete a todo un país en las inconsistencias del gobierno, es prioritario incluso que los seguidores de este movimiento comiencen a estructurar con claridad cuál es el sentido que seguirá el gobierno y olvidar esa idea de integrar a todos y a todas las posturas ideológicas, eso es francamente imposible, pues toda institución debe privilegiar valores y decisiones que den identidad a su proyecto político. Mientras que un partido se fortalece en algún valor ignora otros, esa es una condición irrevocable de toda institución. Por ejemplo cuando se privilegian las políticas de libertad se debe desproteger el poder del gobierno sobre las empresas y los empresarios, cuando se privilegia el fortalecimiento de los pobres se debe desproteger a la clase media y rica, es imposible cumplir con todo.

Además parece que los preceptos institucionales de MORENA son más bien preceptos morales, que difícilmente se pueden inculcar en el gobierno, sino que deben llegar desde la cuna. Así que no robar, no mentir y no traicionar funciona bien como un canon de vida pero como valores institucionales. Pero a ese tema podríamos dedicarle otro escrito.

Lo que es cierto es que nos enfrentamos a un gobierno incierto, a un partido que no debió llegar tan rápido al poder y que hubiese sido pertinente su consolidación previa como sucedió con el PAN por ejemplo, que es un partido bien definido con políticas económicas y sociales bien claras antes de llegar al poder y que incluso podía definir cuando sus gobernantes se alejaban de su doctrina partidaria, asunto que no está presente con el actual gobierno, dado que solo estará bien lo que el presidente determine.