/ martes 10 de noviembre de 2020

Idealismo en una realidad | Donald Trump no acepta derrota

En las pasadas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América se concretó una elección democrática, por la disputa de la presidencia de ese país entre los candidatos Donald Trump y Joe Biden, de los partidos Republicano y Demócrata respectivamente, siendo un evento que resultó todo un acontecimiento político en ese país y en el mundo entero, por el apasionamiento de los ciudadanos norteamericanos que se observó. Biden buscando ser presidente y Trump en busca de la reelección para un segundo mandato.

Indudablemente que este hecho fue para el mundo una demostración de un ejercicio cívico auténticamente democrático, donde el pasado martes 3 de noviembre los electores acudieron a votar con una histórica y asombrosa participación de más de 120 millones de norteamericanos que se volcaron a las urnas atendiendo a su responsabilidad como ciudadanos. El presidente Donald Trump se enfrentó en un ambiente que no estaba tan propicio para lograr el triunfo que deseaba, ni mucho menos ignoraba que algunos sectores de la población votarían en su contra por no estar de acuerdo con algunas de sus políticas de gobierno, algunas de ellas evidentemente equivocadas, que habían ido perjudicado mucho al pueblo norteamericano, como el deficiente servicio de salud pública y acciones tardías o equivocadas para afrontar la pandemia del Covid 19 entre otras.

Antes de conocerse los primero resultados Trump denunció que le estaban haciendo un fraude en el conteo de los votos electrónicamente recibidos y pidió a las autoridades que pararan el conteo de las boletas, cosa que le fue negada por el Tribunal Electoral; luego se quejó de que no permitían a los observadores estar cerca del proceso, por lo cual las autoridades fueron hasta ese lugar y comprobaron que sí tenían un lugar apropiado para realizar su trabajo de observar el proceso de conteo. Sin embargo, hasta ese momento, Trump permaneció sin aportar pruebas, únicamente con su dicho, cuando todavía no cerraban los centros de votación, considerando los expertos que se trataba de mentiras y sin sustento alguno.

En su desesperación le mandó decir a su contrincante Biden que no se declarara todavía triunfador por que se iba a inconformar con los resultados y trató por todos los medios de que Biden no completara los 270 votos requeridos por el colegio electoral; hasta donde pudo trató de evitar la ceremonia en la que se presentaría Biden y su vicepresidenta electa Camila Harris, quien por cierto, se convierte en la primera mujer de color y de origen asiático en alcanzar dicha posición, con lo cual los demócratas le dieron una bofetada con guante blanco a los racistas republicanos.

Este acontecimiento representa un esperanzador mejor futuro para México en sus relaciones comerciales y diplomáticas con los Estados Unidos de América, que no se tuvieron del todo con el actual presiente Donald Trump, quien ya se va.


En las pasadas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América se concretó una elección democrática, por la disputa de la presidencia de ese país entre los candidatos Donald Trump y Joe Biden, de los partidos Republicano y Demócrata respectivamente, siendo un evento que resultó todo un acontecimiento político en ese país y en el mundo entero, por el apasionamiento de los ciudadanos norteamericanos que se observó. Biden buscando ser presidente y Trump en busca de la reelección para un segundo mandato.

Indudablemente que este hecho fue para el mundo una demostración de un ejercicio cívico auténticamente democrático, donde el pasado martes 3 de noviembre los electores acudieron a votar con una histórica y asombrosa participación de más de 120 millones de norteamericanos que se volcaron a las urnas atendiendo a su responsabilidad como ciudadanos. El presidente Donald Trump se enfrentó en un ambiente que no estaba tan propicio para lograr el triunfo que deseaba, ni mucho menos ignoraba que algunos sectores de la población votarían en su contra por no estar de acuerdo con algunas de sus políticas de gobierno, algunas de ellas evidentemente equivocadas, que habían ido perjudicado mucho al pueblo norteamericano, como el deficiente servicio de salud pública y acciones tardías o equivocadas para afrontar la pandemia del Covid 19 entre otras.

Antes de conocerse los primero resultados Trump denunció que le estaban haciendo un fraude en el conteo de los votos electrónicamente recibidos y pidió a las autoridades que pararan el conteo de las boletas, cosa que le fue negada por el Tribunal Electoral; luego se quejó de que no permitían a los observadores estar cerca del proceso, por lo cual las autoridades fueron hasta ese lugar y comprobaron que sí tenían un lugar apropiado para realizar su trabajo de observar el proceso de conteo. Sin embargo, hasta ese momento, Trump permaneció sin aportar pruebas, únicamente con su dicho, cuando todavía no cerraban los centros de votación, considerando los expertos que se trataba de mentiras y sin sustento alguno.

En su desesperación le mandó decir a su contrincante Biden que no se declarara todavía triunfador por que se iba a inconformar con los resultados y trató por todos los medios de que Biden no completara los 270 votos requeridos por el colegio electoral; hasta donde pudo trató de evitar la ceremonia en la que se presentaría Biden y su vicepresidenta electa Camila Harris, quien por cierto, se convierte en la primera mujer de color y de origen asiático en alcanzar dicha posición, con lo cual los demócratas le dieron una bofetada con guante blanco a los racistas republicanos.

Este acontecimiento representa un esperanzador mejor futuro para México en sus relaciones comerciales y diplomáticas con los Estados Unidos de América, que no se tuvieron del todo con el actual presiente Donald Trump, quien ya se va.