/ viernes 7 de julio de 2023

Idealismo en una realidad | Algo más sobre el conflicto religioso en México

Plutarco Elías Calles en vez de suavizar las relaciones con la Iglesia, pide autorización al Congreso de Poderes Extraordinarios para reformar el Código Penal e introducir en el mismo disposiciones sobre el culto, dando lugar a que el 4 de febrero de aquel año 1927 aparecieran en el periódico El Universal declaraciones de un Obispo michoacano contrarias a las actitudes del Presidente; pero el general Calles, seguía siendo un laico escéptico, así lo catalogaban siempre con una actitud lacerante, áspero, sus leves respuestas eran siempre imperativas, su visión contra el clero era invariable, las actitudes represivas continuaban en aumento; incluso llegó a perder el dominio en sí mismo, cuando se le trataba el asunto en su presencia su rostro se encendía y golpeaba fuertemente el escritorio o la mesa para expresar aquel odio y hostilidad profundo que mantenía hacía todas las cuestiones religiosas y principalmente hacía los sacerdotes a quienes catalogaban como sediciosos (sediciosos, la palabra quiere decir, todas aquellas personas que atentan con perturbar el orden público establecido), y en este caso las leyes que todos los mexicanos deben de observar y respetar.

El gobierno mexicano con un criterio como el del presidente Calles, acusaba cierta intromisión del Gobierno de Estados Unidos en contra de la Ley, incluso señalaba que el Papa de aquel entonces bendecía las armas que usaban los cristeros que se oponían a la Ley.

La conducción de la rebelión cristera la encabezaba el general Groetiza y entre otros personajes a favor de la lucha se contó con un dirigente nacional religioso. Anacleto González Flores, que junto con otros dejaron el rezo del Rosario para unirse a aquella cruenta lucha por deberes religiosos de los mexicanos.

Un acto heróico que es muy conocido y que manejaron algunas películas del cine mexicano fue el hecho de dos jovencitos que simpatizaban con el movimiento cristero y que al ser aprehendidos por las fuerzas federales, les ofrecieron que si desistían de aquella lucha, se podrían ir a su casa, y la respuesta de aquellos jovencitos fue “Viva Cristo Rey” y al momento fueron acribillados.

El sacerdote católico José de Jesús Grijalva, de Parral, hombre religioso íntegro, me comentaba muy emocionado que a raíz del cierre de los seminarios cuando él estudiaba en Chihuahua y a la expulsión fue enviado junto con otros a otros países como a Estados Unidos, y en su caso lo mandaron a España a una región conocida como Málaga, tocándole hacer la travesía por el Mar del Océano Atlántico ya que entonces se daban muy poco los vuelos por aire hacia el antiguo Continente.

Así le tocó vivir la experiencia enorme de admirar desaparecer por las tardes al sol y los hermosos y bellos amaneceres en plena alta mar, y como las noches solían salir del interior del barco para contemplar la oscuridad de la noche sobre el mar, pero con admirar la hermosura del cielo con su constelación de estrellas en conjunción con la luna.

A la terminación del conflicto, algunos de los estudiantes seminaristas regresaban al país, unos para ordenarse sacerdotes y otros para continuar sus estudios.

Aunque al periodista historiador Enrique Krauze en su libro “Reformas desde el origen” elogia la vida, trayectoria de Plutarco Elías Calles, no todo resulta verdades, cuando sabemos en realidad lo que significó para México los actos de este controvertido sonorense de gran dinastía terrateniente que llegó a poseer dentro de sus propiedades 250 mil hectáreas de terrenos.

José Félix Bueno

Plutarco Elías Calles en vez de suavizar las relaciones con la Iglesia, pide autorización al Congreso de Poderes Extraordinarios para reformar el Código Penal e introducir en el mismo disposiciones sobre el culto, dando lugar a que el 4 de febrero de aquel año 1927 aparecieran en el periódico El Universal declaraciones de un Obispo michoacano contrarias a las actitudes del Presidente; pero el general Calles, seguía siendo un laico escéptico, así lo catalogaban siempre con una actitud lacerante, áspero, sus leves respuestas eran siempre imperativas, su visión contra el clero era invariable, las actitudes represivas continuaban en aumento; incluso llegó a perder el dominio en sí mismo, cuando se le trataba el asunto en su presencia su rostro se encendía y golpeaba fuertemente el escritorio o la mesa para expresar aquel odio y hostilidad profundo que mantenía hacía todas las cuestiones religiosas y principalmente hacía los sacerdotes a quienes catalogaban como sediciosos (sediciosos, la palabra quiere decir, todas aquellas personas que atentan con perturbar el orden público establecido), y en este caso las leyes que todos los mexicanos deben de observar y respetar.

El gobierno mexicano con un criterio como el del presidente Calles, acusaba cierta intromisión del Gobierno de Estados Unidos en contra de la Ley, incluso señalaba que el Papa de aquel entonces bendecía las armas que usaban los cristeros que se oponían a la Ley.

La conducción de la rebelión cristera la encabezaba el general Groetiza y entre otros personajes a favor de la lucha se contó con un dirigente nacional religioso. Anacleto González Flores, que junto con otros dejaron el rezo del Rosario para unirse a aquella cruenta lucha por deberes religiosos de los mexicanos.

Un acto heróico que es muy conocido y que manejaron algunas películas del cine mexicano fue el hecho de dos jovencitos que simpatizaban con el movimiento cristero y que al ser aprehendidos por las fuerzas federales, les ofrecieron que si desistían de aquella lucha, se podrían ir a su casa, y la respuesta de aquellos jovencitos fue “Viva Cristo Rey” y al momento fueron acribillados.

El sacerdote católico José de Jesús Grijalva, de Parral, hombre religioso íntegro, me comentaba muy emocionado que a raíz del cierre de los seminarios cuando él estudiaba en Chihuahua y a la expulsión fue enviado junto con otros a otros países como a Estados Unidos, y en su caso lo mandaron a España a una región conocida como Málaga, tocándole hacer la travesía por el Mar del Océano Atlántico ya que entonces se daban muy poco los vuelos por aire hacia el antiguo Continente.

Así le tocó vivir la experiencia enorme de admirar desaparecer por las tardes al sol y los hermosos y bellos amaneceres en plena alta mar, y como las noches solían salir del interior del barco para contemplar la oscuridad de la noche sobre el mar, pero con admirar la hermosura del cielo con su constelación de estrellas en conjunción con la luna.

A la terminación del conflicto, algunos de los estudiantes seminaristas regresaban al país, unos para ordenarse sacerdotes y otros para continuar sus estudios.

Aunque al periodista historiador Enrique Krauze en su libro “Reformas desde el origen” elogia la vida, trayectoria de Plutarco Elías Calles, no todo resulta verdades, cuando sabemos en realidad lo que significó para México los actos de este controvertido sonorense de gran dinastía terrateniente que llegó a poseer dentro de sus propiedades 250 mil hectáreas de terrenos.

José Félix Bueno