/ miércoles 1 de diciembre de 2021

En Sobremesa con Maxi | Sube al encuentro

Recuerdo de adolescente haber viajado a un campamento adentrado en la Sierra Tarahumara, siempre había sido mi deseo conocerlo. Al llegar fue para mi una gran sorpresa por todo lo que ahí encontré, había que cruzar un puente colgante ya que un hermoso río bajaba de las montañas con su cristalina, brillante y helada agua hasta atravesar por completo el campamento.

Al entrar pude percatarme que existían distintas cabañas, unas eran dormitorios, otros lugares de esparcimiento, pero llamó mi atención un lugar en específico, era una zona en forma de mini auditorio circular, por momentos sentía que ese lugar apartado del campamento era el punto de conexión más fuerte que existía en el mundo. Las gradas hacían alusión de que por todas partes podrías observar el centro, escuchar al orador exponer el tema que se compartiría.

Al encontrarme solo por primera vez dentro de ese círculo pude sentir algo que no sabría describirte con palabras, fue como si un viento bajara desde el orificio del centro del techo hasta la punta de mis pies, el aire corría de un lado al otro haciéndome notar su presencia, tocaba mis cabellos con tanta ternura como si fuera mi madre al darme mi beso de buenas noches.

Sentir el crujir de los pinos, el sonido lejano de agua golpearse con las piedras en medio del río, incluso el ver que esto se estaba convirtiendo en un encuentro entre el viento y yo, fue lo más sensacional que jamás antes he vivido.

Fue en ese espacio donde por primera vez supe que mi vida sería totalmente diferente, es verdad ya han pasado años desde que tuve ese momento, pero a pesar de eso sigo firme en lo que ahí viví y experimenté. La vida que llevamos nos hace olvidar por momentos de quienes somos y a donde pertenecemos, buscamos correr para lograr conquistar la tierra cuando perdemos de vista que nuestro corazón es la tierra que primero debe florecer antes de ir a sembrar en las demás.

Todas las situaciones suceden con un fin lo creamos o no, todas tienen una pregunta y a su vez tienen su respuesta, muchas veces no conocemos las formas de poder cuestionarlas, otras ocasiones no sabemos escuchar la respuesta.

Cuando las situaciones se empiezan a tornar difíciles nuestra forma de defensa nos hace realizar muchos cuestionamientos como si realmente no quisiéramos saber esas respuestas.

Algo que me parecía ¡bien emocionante! era el poder subir la montaña en medio de las nubes, ver que existía una luz en la parte más alta de ella, sentir como cada vez me acercaba a ella, no sabía con que me toparía en el camino, pero de algo que estaba completamente seguro es que ahí, en la cima, encontraría de nuevo el viento que recorrió mis mejillas en ese auditorio como lo hizo la primera vez.

Busquemos no perder de vista que nuestra mirada debe estar puesta en la cima, no con el objetivo de ver a los demás por debajo de nosotros, al contrario, con el fin de encontrarnos en silencio de nuevo con aquello que nos hará querer subir con nosotros a los demás.

Por todos lados escuchamos sobre temas que nos vienen a distraer de quienes somos, son tiempos diferentes a los que hayamos vivido, enfoquémonos en la cima de los objetivos, ama con pasión aquello o a quienes tú elijas, es verdad hay muchas preguntas, pero no perdamos la esperanza, pronto terminaremos de subir la montaña y veremos de nuevo la luz.

Lic. Maxi Joel Nevárez | Administrador Gubernamental

Recuerdo de adolescente haber viajado a un campamento adentrado en la Sierra Tarahumara, siempre había sido mi deseo conocerlo. Al llegar fue para mi una gran sorpresa por todo lo que ahí encontré, había que cruzar un puente colgante ya que un hermoso río bajaba de las montañas con su cristalina, brillante y helada agua hasta atravesar por completo el campamento.

Al entrar pude percatarme que existían distintas cabañas, unas eran dormitorios, otros lugares de esparcimiento, pero llamó mi atención un lugar en específico, era una zona en forma de mini auditorio circular, por momentos sentía que ese lugar apartado del campamento era el punto de conexión más fuerte que existía en el mundo. Las gradas hacían alusión de que por todas partes podrías observar el centro, escuchar al orador exponer el tema que se compartiría.

Al encontrarme solo por primera vez dentro de ese círculo pude sentir algo que no sabría describirte con palabras, fue como si un viento bajara desde el orificio del centro del techo hasta la punta de mis pies, el aire corría de un lado al otro haciéndome notar su presencia, tocaba mis cabellos con tanta ternura como si fuera mi madre al darme mi beso de buenas noches.

Sentir el crujir de los pinos, el sonido lejano de agua golpearse con las piedras en medio del río, incluso el ver que esto se estaba convirtiendo en un encuentro entre el viento y yo, fue lo más sensacional que jamás antes he vivido.

Fue en ese espacio donde por primera vez supe que mi vida sería totalmente diferente, es verdad ya han pasado años desde que tuve ese momento, pero a pesar de eso sigo firme en lo que ahí viví y experimenté. La vida que llevamos nos hace olvidar por momentos de quienes somos y a donde pertenecemos, buscamos correr para lograr conquistar la tierra cuando perdemos de vista que nuestro corazón es la tierra que primero debe florecer antes de ir a sembrar en las demás.

Todas las situaciones suceden con un fin lo creamos o no, todas tienen una pregunta y a su vez tienen su respuesta, muchas veces no conocemos las formas de poder cuestionarlas, otras ocasiones no sabemos escuchar la respuesta.

Cuando las situaciones se empiezan a tornar difíciles nuestra forma de defensa nos hace realizar muchos cuestionamientos como si realmente no quisiéramos saber esas respuestas.

Algo que me parecía ¡bien emocionante! era el poder subir la montaña en medio de las nubes, ver que existía una luz en la parte más alta de ella, sentir como cada vez me acercaba a ella, no sabía con que me toparía en el camino, pero de algo que estaba completamente seguro es que ahí, en la cima, encontraría de nuevo el viento que recorrió mis mejillas en ese auditorio como lo hizo la primera vez.

Busquemos no perder de vista que nuestra mirada debe estar puesta en la cima, no con el objetivo de ver a los demás por debajo de nosotros, al contrario, con el fin de encontrarnos en silencio de nuevo con aquello que nos hará querer subir con nosotros a los demás.

Por todos lados escuchamos sobre temas que nos vienen a distraer de quienes somos, son tiempos diferentes a los que hayamos vivido, enfoquémonos en la cima de los objetivos, ama con pasión aquello o a quienes tú elijas, es verdad hay muchas preguntas, pero no perdamos la esperanza, pronto terminaremos de subir la montaña y veremos de nuevo la luz.

Lic. Maxi Joel Nevárez | Administrador Gubernamental