/ miércoles 3 de agosto de 2022

En sobremesa con Maxi | ¿Qué escuchaste?

Para leer el siguiente artículo necesitarás practicar el ejercicio de total concentración a las palabras que se plasman para así lograr su entendimiento.

Imaginemos que por un momento guardamos silencio y dejamos que nuestros oídos reciban todo el ruido que se encuentra en nuestro alrededor, vehículos circulando a través de las avenidas a gran velocidad con rumbo desconocido, pudiera ser que escuchamos las risas de las personas recordando el momento que las ha hecho sentir felicidad o bien simplemente estemos sentados en el sofá y lo que escuchamos sea la radio con el programa de noticias que habitualmente tenemos puesto.

Existen sonidos que no queremos escuchar porque nos pueden traer recuerdos que nos harían sentir descubiertos, también existen los que provocan que nuestras emociones salgan a flote al recordar los momentos que los hicieron tan especiales.

La música suele ser uno de esos medios en los cuales el corazón se refugia para encontrar un antecedente que nos devuelva al tiempo en el que su melodía recorrió cada fibra del cuerpo.

Una mañana fresca me determine a guardar silencio para darme la oportunidad de escuchar el ambiente en el cual me encontraba siendo este una montaña lo suficientemente alta para poder observar desde las alturas lo que sucedía en la superficie a cientos de kilómetros por encima de ella, al quedarme callado logre escuchar el silencio embellecido con el viento recorriendo en cada uno de los rincones de las montañas y eso logró estremecer por completo.

Sé que para muchos de nosotros resulta normal estar envueltos en cantidades excesivas de ruido, estar rodeados de personas hace que los momentos de silencio sean apremiantes, pero también cada vez se vuelven más escasos que ni nos damos cuenta cuando suceden.

Dejarse cautivar por el silencio es para las personas algo que no están muy acostumbradas ya que representa momentos de incertidumbre o desolación al cortar el ritmo de actividades que vienen realizando y existe un choque intenso dentro de sí mismos.

Recuerdo los primeros meses de pandemia por COVID-19 ciudades completas fueron resguardadas por murallas que dividían una casa de la otra, o si estabas por las calles era porque ibas de camino por víveres y en el peor de los casos rumbo al hospital a llevar a un familiar para ser atendido medicamente.

Todos recordamos esos momentos tan difíciles que se vivieron, pero muy pocos recordamos el gran silencio que existía en las aquellas grandes ciudades en las que una de sus características es el ruido constante en sus calles y avenidas, Tokio, Nagasaki, Nueva York, Buenos Aires, Hong Kong, São Paulo, Ciudad de México o inclusive Parral que estaban totalmente calladas no existían los habituales cláxons apresurando el paso de otros vehículos, las personas ofreciendo artículos o servicios en las calles.

El silencio se está volviendo cada vez más escaso, cuando sucede no logramos percibirlo, sentarse en silencio te ayuda a recordar quién eres realmente y por qué estás aquí en este planeta. Te ayuda a reconectarte con el centro de tu ser y la verdad de quién eres.

Démonos la oportunidad de ir a esos lugares donde sabemos que nos permitirán estar en silencio, apaga cualquier distracción que pudiera existir y conéctate con el exterior al final lograras que todos tus pensamientos puedan ser calmados.

“Demasiada actividad mental innecesaria, como pensar en el pasado y preocuparse por el futuro es una pérdida inútil de tiempo que a menudo evita que te duermas por la noche” Remez Sasson

Maxi Joel Nevárez | Administración Gubernamental

Para leer el siguiente artículo necesitarás practicar el ejercicio de total concentración a las palabras que se plasman para así lograr su entendimiento.

Imaginemos que por un momento guardamos silencio y dejamos que nuestros oídos reciban todo el ruido que se encuentra en nuestro alrededor, vehículos circulando a través de las avenidas a gran velocidad con rumbo desconocido, pudiera ser que escuchamos las risas de las personas recordando el momento que las ha hecho sentir felicidad o bien simplemente estemos sentados en el sofá y lo que escuchamos sea la radio con el programa de noticias que habitualmente tenemos puesto.

Existen sonidos que no queremos escuchar porque nos pueden traer recuerdos que nos harían sentir descubiertos, también existen los que provocan que nuestras emociones salgan a flote al recordar los momentos que los hicieron tan especiales.

La música suele ser uno de esos medios en los cuales el corazón se refugia para encontrar un antecedente que nos devuelva al tiempo en el que su melodía recorrió cada fibra del cuerpo.

Una mañana fresca me determine a guardar silencio para darme la oportunidad de escuchar el ambiente en el cual me encontraba siendo este una montaña lo suficientemente alta para poder observar desde las alturas lo que sucedía en la superficie a cientos de kilómetros por encima de ella, al quedarme callado logre escuchar el silencio embellecido con el viento recorriendo en cada uno de los rincones de las montañas y eso logró estremecer por completo.

Sé que para muchos de nosotros resulta normal estar envueltos en cantidades excesivas de ruido, estar rodeados de personas hace que los momentos de silencio sean apremiantes, pero también cada vez se vuelven más escasos que ni nos damos cuenta cuando suceden.

Dejarse cautivar por el silencio es para las personas algo que no están muy acostumbradas ya que representa momentos de incertidumbre o desolación al cortar el ritmo de actividades que vienen realizando y existe un choque intenso dentro de sí mismos.

Recuerdo los primeros meses de pandemia por COVID-19 ciudades completas fueron resguardadas por murallas que dividían una casa de la otra, o si estabas por las calles era porque ibas de camino por víveres y en el peor de los casos rumbo al hospital a llevar a un familiar para ser atendido medicamente.

Todos recordamos esos momentos tan difíciles que se vivieron, pero muy pocos recordamos el gran silencio que existía en las aquellas grandes ciudades en las que una de sus características es el ruido constante en sus calles y avenidas, Tokio, Nagasaki, Nueva York, Buenos Aires, Hong Kong, São Paulo, Ciudad de México o inclusive Parral que estaban totalmente calladas no existían los habituales cláxons apresurando el paso de otros vehículos, las personas ofreciendo artículos o servicios en las calles.

El silencio se está volviendo cada vez más escaso, cuando sucede no logramos percibirlo, sentarse en silencio te ayuda a recordar quién eres realmente y por qué estás aquí en este planeta. Te ayuda a reconectarte con el centro de tu ser y la verdad de quién eres.

Démonos la oportunidad de ir a esos lugares donde sabemos que nos permitirán estar en silencio, apaga cualquier distracción que pudiera existir y conéctate con el exterior al final lograras que todos tus pensamientos puedan ser calmados.

“Demasiada actividad mental innecesaria, como pensar en el pasado y preocuparse por el futuro es una pérdida inútil de tiempo que a menudo evita que te duermas por la noche” Remez Sasson

Maxi Joel Nevárez | Administración Gubernamental