/ jueves 21 de noviembre de 2019

El silencio y su alianza con el abuso; el sinsentido del puente

Existe una relación muy estrecha entre el silencio, el dejar pasar y el abuso. En nuestro país hay una cultura de servilismo, de silencio. Nos han acostumbrado a agachar la cabeza y permitir demasiadas cosas por parte de quienes encabezan el gobierno, aun y cuando a todas luces es evidente el abuso, la omisión o la mala decisión. Incluso se defiende a veces de manera encarnizada a una mala autoridad de aquellos que se atreven a observar los desperfectos y señalarlos.

Hemos visto con amplia continuidad como la gente se adhiere a proyectos que a todas luces son incorrectos solamente por esa incapacidad de discordar con la autoridad. Un ejemplo claro ha sucedido aquí en Parral con la pésima de cisión de exponer a cientos de estudiantes y personal educativo a un peligro innecesario sólo por el capricho del alcalde Lozoya.

He leído y escuchado opiniones donde señalan que es una exageración y que al final el puente no se cayó, entonces que todo está bien.

El punto no era que el puente fuera a caer, eso sí sería no sólo un peligro sino una burla. En lo personal nunca pensé que el puente se fuera a desplomar, lo que consideré y sigo considerando es que es una falta a la seguridad de la gente y una decisión imprudente, falta de toda racionalidad y sentido común.

Me es claro ahora, que el presidente de Parral no solamente es una persona que saca ventaja económica del municipio, sino que además no se tienta el corazón para exponer a un peligro mínimo o mayor a los ciudadanos solo con el fin de aferrarse a un impulso por demás irracional, aun y cuando falló en sus predicciones de terminar un trabajo que era imposible terminar como él hubiese querido, mejor poner en riesgo a la gente que aceptar una falla en el cálculo.

Hoy veo que con mucha frecuencia la gente sigue aceptando ideas tan descabelladas y peligrosas sólo por guardar silencio o alinearse a las decisiones de la autoridad.

Hoy a décadas de distancia el experimento de Stanley Milgram sigue replicándose en nuestra realidad. A Milgram le preocupaba como era posible que los alemanes hubieran guardado silencio frente a las atrocidades Nazis, pero hoy a varias décadas de distancia seguimos guardando silencio frente a las malas decisiones e injusticias de las autoridades.

Si queremos romper con los malos gobiernos no lo haremos desde el silencio, sino desde la denuncia y apoyado a quienes denuncian o al menos respetándolos. Pues sumando voces a las malas decisiones, lo único que se logra es fortalecer el poder de quienes abusan y están dispuestos a generar daño.

Existe una relación muy estrecha entre el silencio, el dejar pasar y el abuso. En nuestro país hay una cultura de servilismo, de silencio. Nos han acostumbrado a agachar la cabeza y permitir demasiadas cosas por parte de quienes encabezan el gobierno, aun y cuando a todas luces es evidente el abuso, la omisión o la mala decisión. Incluso se defiende a veces de manera encarnizada a una mala autoridad de aquellos que se atreven a observar los desperfectos y señalarlos.

Hemos visto con amplia continuidad como la gente se adhiere a proyectos que a todas luces son incorrectos solamente por esa incapacidad de discordar con la autoridad. Un ejemplo claro ha sucedido aquí en Parral con la pésima de cisión de exponer a cientos de estudiantes y personal educativo a un peligro innecesario sólo por el capricho del alcalde Lozoya.

He leído y escuchado opiniones donde señalan que es una exageración y que al final el puente no se cayó, entonces que todo está bien.

El punto no era que el puente fuera a caer, eso sí sería no sólo un peligro sino una burla. En lo personal nunca pensé que el puente se fuera a desplomar, lo que consideré y sigo considerando es que es una falta a la seguridad de la gente y una decisión imprudente, falta de toda racionalidad y sentido común.

Me es claro ahora, que el presidente de Parral no solamente es una persona que saca ventaja económica del municipio, sino que además no se tienta el corazón para exponer a un peligro mínimo o mayor a los ciudadanos solo con el fin de aferrarse a un impulso por demás irracional, aun y cuando falló en sus predicciones de terminar un trabajo que era imposible terminar como él hubiese querido, mejor poner en riesgo a la gente que aceptar una falla en el cálculo.

Hoy veo que con mucha frecuencia la gente sigue aceptando ideas tan descabelladas y peligrosas sólo por guardar silencio o alinearse a las decisiones de la autoridad.

Hoy a décadas de distancia el experimento de Stanley Milgram sigue replicándose en nuestra realidad. A Milgram le preocupaba como era posible que los alemanes hubieran guardado silencio frente a las atrocidades Nazis, pero hoy a varias décadas de distancia seguimos guardando silencio frente a las malas decisiones e injusticias de las autoridades.

Si queremos romper con los malos gobiernos no lo haremos desde el silencio, sino desde la denuncia y apoyado a quienes denuncian o al menos respetándolos. Pues sumando voces a las malas decisiones, lo único que se logra es fortalecer el poder de quienes abusan y están dispuestos a generar daño.