/ viernes 20 de marzo de 2020

El punto débil del populismo

A la mente humana se le puede engañar, a la naturaleza no. Durante el periodo de crisis que nos ha tocado vivir, hemos podido evidenciar uno de los aspectos más contundentes del populismo; esta práctica política es capaz de engañar a las personas, pero el populismo sencillamente no puede ir en contra de la realidad. La mentira, el engaño y la persuasión pueden cegar la visión de las personas, pero las mentiras no se contraponen a las leyes de la naturaleza ni los problemas sociales o de salud.

Es posible repetir cien veces que la economía va bien y la gente podrá creerlo o no, pero tarde o temprano, el hambre, la pobreza y el conflicto se harán presentes.

Hoy, frente a una grave situación de salud que enfrente todo el mundo, hemos constatado que los mexicanos votaron por un populista, un demagogo sin respuestas ni cabeza suficiente para conducir un país. Hemos visto al presidente contravenir las indicaciones de los expertos de manera deliberada e irresponsable, hemos visto a AMLO dirigir de manera absurda la contingencia y apelar incluso de forma cínica a la religiosidad de la gente tratando de ganar afectos antes que dar soluciones.

Tenemos, todos, un presidente que se ha entrenado en la demagogia y el discurso político, pero su inexperiencia en cualquier área le impide entender el peso tan firme que es la realidad, se le desploman los temas nacionales de manera rápida, pues no ha sido capaz de salir de su discursos de los culpables y las mafias para darse cuenta que él es el responsable y nadie más fuera de él.

El populismo y la demagogia en México se están enfrentando fuertemente con la realidad y la cortina que se ha levantado está cayendo estrepitosamente. AMLO no tiene soluciones y ni siquiera el ánimo de buscarlas a los verdaderos problemas del país. El solo tiene tiempo para rumiar su infinito discurso de culpables y malvados, que sirve perfecto para atrapar electores, pero no para darles una mejor vida.

Se ha tocado entonces el punto más débil del populismo y es precisamente en problemas tan tangibles que no dan pie a la interpretación de nadie. La salud, ahora, es el talón de Aquiles del gobierno actual, esto porque han evidenciado que esa tendencia a tener un mesías ridículo es disfuncional ante problemas con los que no podemos construir interpretaciones. Hemos visto a una persona que rechaza medidas preventivas como abandonar los eventos masivos (eso le resta a su única gran cualidad, ser popular), rechaza gel anti bacterial, rechaza comunicar efectivamente a la gente, sencillamente la situación lo ha rebasado.

La popularidad del mesías demagogo se ha desplomado por que no alinea su discurso y acciones a las necesidades del momento, ni brinda soluciones a un problema de magnitudes mundiales. Tenemos un gobernante para el siglo pasado, que nada ha podido hacer.

En esos términos, descubrimos el punto débil de este populista y será esta una gran lección para meditar el voto de otra manera.

A la mente humana se le puede engañar, a la naturaleza no. Durante el periodo de crisis que nos ha tocado vivir, hemos podido evidenciar uno de los aspectos más contundentes del populismo; esta práctica política es capaz de engañar a las personas, pero el populismo sencillamente no puede ir en contra de la realidad. La mentira, el engaño y la persuasión pueden cegar la visión de las personas, pero las mentiras no se contraponen a las leyes de la naturaleza ni los problemas sociales o de salud.

Es posible repetir cien veces que la economía va bien y la gente podrá creerlo o no, pero tarde o temprano, el hambre, la pobreza y el conflicto se harán presentes.

Hoy, frente a una grave situación de salud que enfrente todo el mundo, hemos constatado que los mexicanos votaron por un populista, un demagogo sin respuestas ni cabeza suficiente para conducir un país. Hemos visto al presidente contravenir las indicaciones de los expertos de manera deliberada e irresponsable, hemos visto a AMLO dirigir de manera absurda la contingencia y apelar incluso de forma cínica a la religiosidad de la gente tratando de ganar afectos antes que dar soluciones.

Tenemos, todos, un presidente que se ha entrenado en la demagogia y el discurso político, pero su inexperiencia en cualquier área le impide entender el peso tan firme que es la realidad, se le desploman los temas nacionales de manera rápida, pues no ha sido capaz de salir de su discursos de los culpables y las mafias para darse cuenta que él es el responsable y nadie más fuera de él.

El populismo y la demagogia en México se están enfrentando fuertemente con la realidad y la cortina que se ha levantado está cayendo estrepitosamente. AMLO no tiene soluciones y ni siquiera el ánimo de buscarlas a los verdaderos problemas del país. El solo tiene tiempo para rumiar su infinito discurso de culpables y malvados, que sirve perfecto para atrapar electores, pero no para darles una mejor vida.

Se ha tocado entonces el punto más débil del populismo y es precisamente en problemas tan tangibles que no dan pie a la interpretación de nadie. La salud, ahora, es el talón de Aquiles del gobierno actual, esto porque han evidenciado que esa tendencia a tener un mesías ridículo es disfuncional ante problemas con los que no podemos construir interpretaciones. Hemos visto a una persona que rechaza medidas preventivas como abandonar los eventos masivos (eso le resta a su única gran cualidad, ser popular), rechaza gel anti bacterial, rechaza comunicar efectivamente a la gente, sencillamente la situación lo ha rebasado.

La popularidad del mesías demagogo se ha desplomado por que no alinea su discurso y acciones a las necesidades del momento, ni brinda soluciones a un problema de magnitudes mundiales. Tenemos un gobernante para el siglo pasado, que nada ha podido hacer.

En esos términos, descubrimos el punto débil de este populista y será esta una gran lección para meditar el voto de otra manera.