/ domingo 29 de mayo de 2022

Casa de oración pacto de paz | Una vida áspera

Existen cosas muy ásperas como la lija, el tronco de un árbol etc. Al tacto resultan rasposas y causan una sensación desagradable. También existen personas que no son amables, de trato desagradable y agresivo, diríamos, son de corazón o mente áspera. Por otro lado, la vida suele crear situaciones estresantes por muchas razones, que hacen la vida áspera.

Saulo de Tarso, creció dentro de una familia fiel a la religión judaica. De joven aprendió el oficio de hacer tiendas. Creció dentro del rigor de los fariseos y se convirtió en defensor de sus creencias. Su gran celo le llevó a perseguir a los cristianos, les consideraba una secta que amenazaba todo aquello en lo que él había creído. Y fue muy áspero, muy duro, con la iglesia, tanto que los perseguía sin piedad.

Pero la vida de Saulo no volvió a ser igual después de su encuentro con Cristo. De perseguidor pasó a ser un fiel seguidor de Jesús. Ese mismo celo que tenía antes por perseguir a los cristianos lo usó para hablar de Dios, del sacrificio de Jesús, y del cambio que había experimentado. A muchos cristianos les costó aceptarlo como parte de la iglesia, sospechaban de él. Pero Saulo, ahora Pablo, continuó fiel sirviendo a Dios y ayudando a expandir el mensaje de salvación. No solo fue un hombre áspero en su momento, tuvo también una vida áspera, lo encontramos en 2 corintios 11:23-29. En medio de enfermedades, de azotes, cárceles y persecuciones, Pablo continuó fiel a aquel que había perdonado sus errores y le había dado la oportunidad de enmendar el daño que había hecho.

Mientras caminaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres». Al instante dejaron las redes y lo siguieron (Mat. 4:18-20) Desde ese momento Pedro pasó a ser uno de los doce discípulos de Jesús. Él era más bien tosco y de temperamento impulsivo, características que se reflejan en varios pasajes bíblicos. Su impulsividad le llevaba a hablar o a actuar antes de pensar y a que Jesús le llamara la atención.

Las personas que tienen una vida áspera sufren, y muchas veces lo hacen en silencio. La misma aspereza por la que atraviesan, en muchas ocasiones les llevan a tomar no las mejores decisiones y actuar de una manera desagradable a la vista del mundo. La aspereza de su vida puede ser causada por cualquier situación, aún desde la infancia, tales como burla, maltrato, abandono, bullying etc. Cuando somos personas ásperas, o hemos tenido una vida áspera, Dios nos habla por medio del profeta Isaías “…lo áspero sea allanado…” (40:4) es decir, la vida, el carácter, la conducta sea suavizada, sea aligerar la carga. Y en Mateo 11:28 Jesús dice: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar” De lo que se trata es de que lo áspero, lo duro de la vida sea allanado, suavizado, que las cargas sean aligeradas y encontrar alivio, descanso en Jesús. Lo hizo con infinidad de hombres y mujeres, o que eran ásperas, o habían vivido una vida difícil. Lo hace ahora y lo seguirá haciendo en todos aquellos que nos acerquemos a Él con fe.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

José Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios Teológicos

Existen cosas muy ásperas como la lija, el tronco de un árbol etc. Al tacto resultan rasposas y causan una sensación desagradable. También existen personas que no son amables, de trato desagradable y agresivo, diríamos, son de corazón o mente áspera. Por otro lado, la vida suele crear situaciones estresantes por muchas razones, que hacen la vida áspera.

Saulo de Tarso, creció dentro de una familia fiel a la religión judaica. De joven aprendió el oficio de hacer tiendas. Creció dentro del rigor de los fariseos y se convirtió en defensor de sus creencias. Su gran celo le llevó a perseguir a los cristianos, les consideraba una secta que amenazaba todo aquello en lo que él había creído. Y fue muy áspero, muy duro, con la iglesia, tanto que los perseguía sin piedad.

Pero la vida de Saulo no volvió a ser igual después de su encuentro con Cristo. De perseguidor pasó a ser un fiel seguidor de Jesús. Ese mismo celo que tenía antes por perseguir a los cristianos lo usó para hablar de Dios, del sacrificio de Jesús, y del cambio que había experimentado. A muchos cristianos les costó aceptarlo como parte de la iglesia, sospechaban de él. Pero Saulo, ahora Pablo, continuó fiel sirviendo a Dios y ayudando a expandir el mensaje de salvación. No solo fue un hombre áspero en su momento, tuvo también una vida áspera, lo encontramos en 2 corintios 11:23-29. En medio de enfermedades, de azotes, cárceles y persecuciones, Pablo continuó fiel a aquel que había perdonado sus errores y le había dado la oportunidad de enmendar el daño que había hecho.

Mientras caminaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres». Al instante dejaron las redes y lo siguieron (Mat. 4:18-20) Desde ese momento Pedro pasó a ser uno de los doce discípulos de Jesús. Él era más bien tosco y de temperamento impulsivo, características que se reflejan en varios pasajes bíblicos. Su impulsividad le llevaba a hablar o a actuar antes de pensar y a que Jesús le llamara la atención.

Las personas que tienen una vida áspera sufren, y muchas veces lo hacen en silencio. La misma aspereza por la que atraviesan, en muchas ocasiones les llevan a tomar no las mejores decisiones y actuar de una manera desagradable a la vista del mundo. La aspereza de su vida puede ser causada por cualquier situación, aún desde la infancia, tales como burla, maltrato, abandono, bullying etc. Cuando somos personas ásperas, o hemos tenido una vida áspera, Dios nos habla por medio del profeta Isaías “…lo áspero sea allanado…” (40:4) es decir, la vida, el carácter, la conducta sea suavizada, sea aligerar la carga. Y en Mateo 11:28 Jesús dice: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar” De lo que se trata es de que lo áspero, lo duro de la vida sea allanado, suavizado, que las cargas sean aligeradas y encontrar alivio, descanso en Jesús. Lo hizo con infinidad de hombres y mujeres, o que eran ásperas, o habían vivido una vida difícil. Lo hace ahora y lo seguirá haciendo en todos aquellos que nos acerquemos a Él con fe.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

José Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios Teológicos