/ domingo 17 de abril de 2022

Casa de oración Pacto de Paz | Tiempo de Resucitar

Son famosas las pirámides egipcias porque contienen los cuerpos momificados de los antiguos potentados egipcios.

La abadía de Westminster, en la ciudad de Londres, Inglaterra, es renombrada porque en ella descansan los retos de los nombres y notabilidades inglesas.

El Cementerio de Arlington en la ciudad de Washington, Distrito de Columbia, EE. UU. Es reverenciado porque es el honroso lugar donde descansan los restos de muchos americanos prominentes.

La mezquita de Mahoma, una de las más grandes del mundo, en Arabia Saudita, es famosa por contener los restos de su profeta.

El famoso cementerio Kushinagar, de la India, es famoso por contener los restos del célebre sabio de Nepal, Siddharta Gautama Buda.

Entre la tumba de Cristo y estos lugares que se acaban de mencionar existe una diferencia tan grande como la que existe entre la noche y el día, el frío y el calor, lo blanco y lo negro. Estos lugares son famosos, y atraen visitantes de cerca y de lejos, por lo que contienen; mientras que la tumba de Cristo es famosa por lo que NO CONTIENE. Los primeros contienen restos, o polvo de gente famosa. La tuba de Cristo está vacía. “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34)

Si Cristo no hubiera resucitado, no importase cuán impresionante y dramática hubiese sido su crucifixión si hubiera permanecido en la tumba, hubiera sido simplemente otro maestro piadoso más. ¡Pero GLORIA A DIOS QUE CRISTO SÍ RESUCITÓ Y VIVE Y REINA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS! Y su resurrección es nuestra resurrección. Colosenses 3:1 dice: “Ya que habéis resucitado con Cristo…" Cuando nuestra fe está puesta solamente en Jesucristo, y le hemos invitado a ser Señor de nuestras vidas. Él vive en nuestros corazones, y tenemos el poder de la resurrección morando en nosotros. Entonces podemos compartir la vida nueva de Cristo y la triunfante victoria de la vida de resurrección.

Un mundo agonízate con tantas cosas que día a día lo agobian como, virus, guerras, hambruna, injusticia, violencia, desigualdad, pobreza, muerte etc. necesita no solamente una celebración religiosa de la resurrección, necesita experimentar, vivir la resurrección de Cristo. Así los sueños y esperanzas que habían muerto, con Cristo resucitan. El gozo y la paz que habían muerto con Él resucitan. El ánimo y las fuerzas para seguir adelante que habían muerto, con Cristo resucitan.

Si acaso un muerto resucita, alguien debe hacer algo por él. Del mismo modo, un mundo que muere lentamente día a día, solo Dios puede hacer algo por él. Hay mucha gente, con las mejores intenciones, y los mejores deseos, tratando de resucitarse a sí mismos, y tratando de dar auxilio a un mundo que fenece, pero eso es imposible por sí mismos. Tratan por si solos de resucitar los sueños, la esperanza, la paz, el gozo, la justicia etc. Pero la verdadera resurrección de cualquier aspecto de la vida, es un acto de Dios, así como la resurrección de Cristo fue un acto divino. Así que bien haremos en empezar a poner en verdad, nuestra fe y esperanza en el Dios que levantó al Señor, y también a nosotros nos levantará de con su poder (I Corintios 6:14)

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo, y un día vaya al cielo.

Pastor J. Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos

Son famosas las pirámides egipcias porque contienen los cuerpos momificados de los antiguos potentados egipcios.

La abadía de Westminster, en la ciudad de Londres, Inglaterra, es renombrada porque en ella descansan los retos de los nombres y notabilidades inglesas.

El Cementerio de Arlington en la ciudad de Washington, Distrito de Columbia, EE. UU. Es reverenciado porque es el honroso lugar donde descansan los restos de muchos americanos prominentes.

La mezquita de Mahoma, una de las más grandes del mundo, en Arabia Saudita, es famosa por contener los restos de su profeta.

El famoso cementerio Kushinagar, de la India, es famoso por contener los restos del célebre sabio de Nepal, Siddharta Gautama Buda.

Entre la tumba de Cristo y estos lugares que se acaban de mencionar existe una diferencia tan grande como la que existe entre la noche y el día, el frío y el calor, lo blanco y lo negro. Estos lugares son famosos, y atraen visitantes de cerca y de lejos, por lo que contienen; mientras que la tumba de Cristo es famosa por lo que NO CONTIENE. Los primeros contienen restos, o polvo de gente famosa. La tuba de Cristo está vacía. “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34)

Si Cristo no hubiera resucitado, no importase cuán impresionante y dramática hubiese sido su crucifixión si hubiera permanecido en la tumba, hubiera sido simplemente otro maestro piadoso más. ¡Pero GLORIA A DIOS QUE CRISTO SÍ RESUCITÓ Y VIVE Y REINA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS! Y su resurrección es nuestra resurrección. Colosenses 3:1 dice: “Ya que habéis resucitado con Cristo…" Cuando nuestra fe está puesta solamente en Jesucristo, y le hemos invitado a ser Señor de nuestras vidas. Él vive en nuestros corazones, y tenemos el poder de la resurrección morando en nosotros. Entonces podemos compartir la vida nueva de Cristo y la triunfante victoria de la vida de resurrección.

Un mundo agonízate con tantas cosas que día a día lo agobian como, virus, guerras, hambruna, injusticia, violencia, desigualdad, pobreza, muerte etc. necesita no solamente una celebración religiosa de la resurrección, necesita experimentar, vivir la resurrección de Cristo. Así los sueños y esperanzas que habían muerto, con Cristo resucitan. El gozo y la paz que habían muerto con Él resucitan. El ánimo y las fuerzas para seguir adelante que habían muerto, con Cristo resucitan.

Si acaso un muerto resucita, alguien debe hacer algo por él. Del mismo modo, un mundo que muere lentamente día a día, solo Dios puede hacer algo por él. Hay mucha gente, con las mejores intenciones, y los mejores deseos, tratando de resucitarse a sí mismos, y tratando de dar auxilio a un mundo que fenece, pero eso es imposible por sí mismos. Tratan por si solos de resucitar los sueños, la esperanza, la paz, el gozo, la justicia etc. Pero la verdadera resurrección de cualquier aspecto de la vida, es un acto de Dios, así como la resurrección de Cristo fue un acto divino. Así que bien haremos en empezar a poner en verdad, nuestra fe y esperanza en el Dios que levantó al Señor, y también a nosotros nos levantará de con su poder (I Corintios 6:14)

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo, y un día vaya al cielo.

Pastor J. Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos