/ domingo 22 de mayo de 2022

Casa de oración pacto de paz | Puestos en la brecha

“Busqué entre ellos alguno que levantara muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra, para que no la destruyera, pero no lo hallé” Ezequiel 22:30

Estas son las palabras de Dios en respuesta a la desazón sufrida por un pueblo que no encontraba explicación al dolor que vivía. No encontraban razón al sufrimiento. Es allí donde Dios habla a Ezequiel para traer respuesta a la condición de su pueblo.

En primer lugar le dice que sus profetas solo pensaron en sacar beneficios personales. Devoraron vidas, tomaron haciendas y honra solo para sí, multiplicaron las viudas en medio de la ciudad, contaminaron y tergiversaron su Palabra, profetizando vanidad y prediciéndoles mentiras. (Ez. 22:25-28) En segundo lugar le dice que los sacerdotes violaron su ley y contaminaron su santuario; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia (Ez. 22:26) En tercer lugar le dice que los gobernantes han sido como lobos que arrebatan la presa; derraman sangre para destruir las vidas, para obtener ganancias injustas. (Ez. 22:27) En cuarto lugar, el pueblo en general oprimía y robaba; al afligido y necesitado hacía violencia y al extranjero oprimía. (Ez. 22:29)

Leemos entonces que su condición es por causa de la tanta opresión, robo, extorsión, explotación, violencia, y demás injusticias que el pueblo cometía en contra de familias, paisanos, y extranjeros. En medio de tanta tragedia, Dios le dice “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé” (Ez.22:30)

Dios estaba buscando a un hombre “que hiciese vallado…” “un muro” No se trataba de un cerco, barda o muro físico. Lo que realmente Dios buscaba, era un hombre que sirviera para impedir que el flagelo siguiera lastimando al pueblo. Se trataba de un hombre: “que hiciera algo en favor del país” Dios le explica a Ezequiel para “que interceda ante mí por la nación”

¡Cómo refleja nuestra realidad! ¡Cuán poco ha cambiado el corazón humano! Parece que el pasaje citado no solo describe lo que sucedió a Israel hace cientos de años. Nos describe muy claramente como nación el día de hoy. Al igual que en los tiempos de Ezequiel, hay un llamado de Dios a la unidad en oración por la justicia y paz de nuestra nación. Nuestro país necesita nuestras rodillas hincadas puestos en la brecha intercediendo por él. Necesita nuestro corazón que vuelva a Dios y tenga un encuentro personal con Cristo, pues lejos de Dios nada podemos hacer (Juan 15:5)

Nuestro país no necesita de opiniones, necesita de oraciones a favor de él. Al orar por nuestra nación, estamos orando por nuestras mujeres, nuestros hijos, nuestras hijas, nuestra familia, amigos, vecinos y conocidos, por nuestros gobernantes y el pueblo en general

La parte triste de la historia de Ezequiel es que, en aquel tiempo, Dios no encontró quien se pusiera en la brecha a favor del pueblo. Pero hoy ruego porque Dios sí encuentre en este tiempo hombres y mujeres de fe que nos levantemos en oración a favor de México.

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Cro. 7:14)

Pastor J. Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos

“Busqué entre ellos alguno que levantara muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra, para que no la destruyera, pero no lo hallé” Ezequiel 22:30

Estas son las palabras de Dios en respuesta a la desazón sufrida por un pueblo que no encontraba explicación al dolor que vivía. No encontraban razón al sufrimiento. Es allí donde Dios habla a Ezequiel para traer respuesta a la condición de su pueblo.

En primer lugar le dice que sus profetas solo pensaron en sacar beneficios personales. Devoraron vidas, tomaron haciendas y honra solo para sí, multiplicaron las viudas en medio de la ciudad, contaminaron y tergiversaron su Palabra, profetizando vanidad y prediciéndoles mentiras. (Ez. 22:25-28) En segundo lugar le dice que los sacerdotes violaron su ley y contaminaron su santuario; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia (Ez. 22:26) En tercer lugar le dice que los gobernantes han sido como lobos que arrebatan la presa; derraman sangre para destruir las vidas, para obtener ganancias injustas. (Ez. 22:27) En cuarto lugar, el pueblo en general oprimía y robaba; al afligido y necesitado hacía violencia y al extranjero oprimía. (Ez. 22:29)

Leemos entonces que su condición es por causa de la tanta opresión, robo, extorsión, explotación, violencia, y demás injusticias que el pueblo cometía en contra de familias, paisanos, y extranjeros. En medio de tanta tragedia, Dios le dice “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé” (Ez.22:30)

Dios estaba buscando a un hombre “que hiciese vallado…” “un muro” No se trataba de un cerco, barda o muro físico. Lo que realmente Dios buscaba, era un hombre que sirviera para impedir que el flagelo siguiera lastimando al pueblo. Se trataba de un hombre: “que hiciera algo en favor del país” Dios le explica a Ezequiel para “que interceda ante mí por la nación”

¡Cómo refleja nuestra realidad! ¡Cuán poco ha cambiado el corazón humano! Parece que el pasaje citado no solo describe lo que sucedió a Israel hace cientos de años. Nos describe muy claramente como nación el día de hoy. Al igual que en los tiempos de Ezequiel, hay un llamado de Dios a la unidad en oración por la justicia y paz de nuestra nación. Nuestro país necesita nuestras rodillas hincadas puestos en la brecha intercediendo por él. Necesita nuestro corazón que vuelva a Dios y tenga un encuentro personal con Cristo, pues lejos de Dios nada podemos hacer (Juan 15:5)

Nuestro país no necesita de opiniones, necesita de oraciones a favor de él. Al orar por nuestra nación, estamos orando por nuestras mujeres, nuestros hijos, nuestras hijas, nuestra familia, amigos, vecinos y conocidos, por nuestros gobernantes y el pueblo en general

La parte triste de la historia de Ezequiel es que, en aquel tiempo, Dios no encontró quien se pusiera en la brecha a favor del pueblo. Pero hoy ruego porque Dios sí encuentre en este tiempo hombres y mujeres de fe que nos levantemos en oración a favor de México.

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Cro. 7:14)

Pastor J. Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos