/ domingo 15 de agosto de 2021

Casa de oración, pacto de paz | Dios y la familia

Sin duda alguna que son muchos los males que amenazan nuestro mundo hoy por hoy. Y creo que la mayor amenaza para la sociedad es el ser humano, las noticias cotidianas nos cuentan la triste historia de que así es. Nos estamos acabando unos a otros. Y si en verdad creemos que la familia es la base de la sociedad, entonces seguramente existen muchos hogares en crisis. Si la familia es destruida, seguramente pueblos enteros se vendrán abajo, desaparecerán.

Creo que es imperativo ponernos en la brecha a favor de la familia, para que la familia no sea destruida (Ezequiel 22:30) y nuestra sociedad pueda ser rescatada, aún es posible.

Lamentablemente existen familias disfuncionales donde la capacidad de relacionarse sanamente entre ellos se ha visto rebasada. Familias monoparentales donde los hijos viven con alguno de los dos padres, por la causa que sea. Familias digitales, nacen y crecen con la tecnología como sus tutores, que de alguna manera a abonado para formar una generación nini. Familias religiosas, pero no espirituales, hablan de Dios, pero no le obedecen. Creo que el ideal sería tener familias sanas, estables y exitosas. Y que los milagros más impresionantes que el mundo vea, sean en el contexto de las relaciones familiares.

Ante los diferentes ataques que sufre la familia, alcoholismo, drogadicción, pornografía, violencia, abusos, ideologías, divorcio, etc. Dios nos llama a levantarnos y luchemos por nuestras familias Nehemías 4:14 dice: “No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas”

En la antigüedad, Dios tenía el arca para salvar a Noé y su familia del diluvio que se avecinaba. Dios ahora, por medio de Cristo, desea rescatar a la familia de los males que por medio de Cristo de los males que le amenazan: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare…Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos. 2:39-40)

Estoy convencido de que Dios desea formar familias de una fe sólida en Él, y que se distingan por el amor y el respeto entre los miembros de la misma. Para eso, nos ha dejado el instructivo familiar, su palabra “…guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:2,7) A la luz de esto, la palabra de Dios deben ser tema de conversación, y aplicación, tanto dentro, como fuera de la casa, desde el inicio, hasta el fin del día. Que la palabra, y la presencia de Dios, impregnen todos los ámbitos de la vida familia y nos irá bien.

Cuando educamos a nuestros hijos, espiritualmente en la palabra de Dios, los estamos preparando para vivir en una sociedad fragmentada por la maldad y el pecado sin salpicarse del lodo de este mundo, y dar a la sociedad hombres y mujeres de bien. Tal entrenamiento se hace a cualquier hora y en cualquier lugar. Entonces hablemos en familia de cosas buenas y amables, hablemos conforme a la palabra de Dios. La idea no es dar en casa una conferencia teológica, ni dar “cachetas” bíblicas, más bien hacer charlas amenas y prácticas del reino de Dios. Que la palabra de Dios esté ligada a todo lo que pensamos, decimos y hacemos como familia. Y que como familia podamos orar a Dios diciéndole “Venga tu reino y sea hecha tu voluntad en mi casa, en mi familia como en el cielo”

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Pastor / Estudios en teologia | J. Andrés Pimentel M.

Sin duda alguna que son muchos los males que amenazan nuestro mundo hoy por hoy. Y creo que la mayor amenaza para la sociedad es el ser humano, las noticias cotidianas nos cuentan la triste historia de que así es. Nos estamos acabando unos a otros. Y si en verdad creemos que la familia es la base de la sociedad, entonces seguramente existen muchos hogares en crisis. Si la familia es destruida, seguramente pueblos enteros se vendrán abajo, desaparecerán.

Creo que es imperativo ponernos en la brecha a favor de la familia, para que la familia no sea destruida (Ezequiel 22:30) y nuestra sociedad pueda ser rescatada, aún es posible.

Lamentablemente existen familias disfuncionales donde la capacidad de relacionarse sanamente entre ellos se ha visto rebasada. Familias monoparentales donde los hijos viven con alguno de los dos padres, por la causa que sea. Familias digitales, nacen y crecen con la tecnología como sus tutores, que de alguna manera a abonado para formar una generación nini. Familias religiosas, pero no espirituales, hablan de Dios, pero no le obedecen. Creo que el ideal sería tener familias sanas, estables y exitosas. Y que los milagros más impresionantes que el mundo vea, sean en el contexto de las relaciones familiares.

Ante los diferentes ataques que sufre la familia, alcoholismo, drogadicción, pornografía, violencia, abusos, ideologías, divorcio, etc. Dios nos llama a levantarnos y luchemos por nuestras familias Nehemías 4:14 dice: “No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas”

En la antigüedad, Dios tenía el arca para salvar a Noé y su familia del diluvio que se avecinaba. Dios ahora, por medio de Cristo, desea rescatar a la familia de los males que por medio de Cristo de los males que le amenazan: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare…Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos. 2:39-40)

Estoy convencido de que Dios desea formar familias de una fe sólida en Él, y que se distingan por el amor y el respeto entre los miembros de la misma. Para eso, nos ha dejado el instructivo familiar, su palabra “…guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:2,7) A la luz de esto, la palabra de Dios deben ser tema de conversación, y aplicación, tanto dentro, como fuera de la casa, desde el inicio, hasta el fin del día. Que la palabra, y la presencia de Dios, impregnen todos los ámbitos de la vida familia y nos irá bien.

Cuando educamos a nuestros hijos, espiritualmente en la palabra de Dios, los estamos preparando para vivir en una sociedad fragmentada por la maldad y el pecado sin salpicarse del lodo de este mundo, y dar a la sociedad hombres y mujeres de bien. Tal entrenamiento se hace a cualquier hora y en cualquier lugar. Entonces hablemos en familia de cosas buenas y amables, hablemos conforme a la palabra de Dios. La idea no es dar en casa una conferencia teológica, ni dar “cachetas” bíblicas, más bien hacer charlas amenas y prácticas del reino de Dios. Que la palabra de Dios esté ligada a todo lo que pensamos, decimos y hacemos como familia. Y que como familia podamos orar a Dios diciéndole “Venga tu reino y sea hecha tu voluntad en mi casa, en mi familia como en el cielo”

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Pastor / Estudios en teologia | J. Andrés Pimentel M.