/ lunes 8 de abril de 2024

Para acompañar de un café / ¡Dejémoslo de ese tamaño!

Eso de los problemas y pleitos llega un momento en que se cierra y llega a no tener salida, con la parte perdedora de cualquiera de los dos contendientes, más si nos referimos a lo global en nuestra decadente sociedad, entonces toma otra forma y los resultados también, pero creo que se deben de señalar varias circunstancias y entonces el lector dirá su conclusión, me interesa.

Por ejemplo, que los que viven del poder se sigan quedando con las riquezas de los pueblos, porque no se les debe de decir nada, se ofenderían y son peligrosísimos, aparte de problemáticos, pero no solo las cabecillas, los de puestos intermedios que cual parásito engorda en donde hay alimento y sus hijos e hijas, por ese solo hecho de ser hijos e hijas de papi, que se ostentan como dueños de la sociedad porque así lo aprendió y se sienten con la facultad de decidir por el resto de la humanidad, como derecho cierto y sagrado, al extremo de perpetuarse en el poder de manera nepótica y hereditaria, cosa contra derecho, además de realizar actos delictivos dentro de las funciones y jocosamente se denominan asuntos de estado, lo que es cómico desde su origen, pero socialmente una forma de vida, de poder, de dominio, quebrándose la sociedad de manera triste, tolerarlos como cosa simpática, agradables y como dicen los tarugos “así son ellos”, ¡déjalos!

Debemos dejar que destrocen los bosques por negocio y aunque repercuta en el clima, no importa, la vida es más importante y los extremos del clima los pagaremos aun sin intervenir, así como el robo constante de cargas, muerte de choferes, es parte del riesgo de la vida y aceptarlo así llanamente, para vivir plenamente, sin preocuparse según esto.

Que suban los precios de las mercancías de manera indiscriminada, porque es la ley de la oferta y la demanda, aunque pujemos los ciudadanos para comprarlos, que los servicios se encarezcan porque tienen que ganar, porque es negocio, aunque sea de manera desproporcionada, aunque haya un control en esto para no perjudicar a la ciudadanía y así sucesivamente, es decir dejar que hagan lo que quieran y de ese tamaño, pero, lo hace, también pasa.

Que la inseguridad crezca como contaminación, y callar porque así es el modo, pero con la consabida bendición al salir de casa porque no sabe si va a regresar, mejor dicho, si regresaremos.

Vamos, en otras palabras, dejar que la cosa siga así, sin un fin cierto, pero todos escondidos y alertas de no decir algo que moleste al vecino con poder, o al grillo que está en el puesto, delicado y artero cual cazador furtivo, pero la pregunta va dirigida a saber, ¿hasta dónde?, ¿hasta cuándo?, al cabo me la paso encerrado en mi casa y no pasa nada, ilusión de un intelectual con miedo.

La pregunta es para todos, así que espero alguien me de un rumbo o más o menos, pero si no, pues se la dejo en la mano.

Víctor Santini Reza / Doctor en Educación

Eso de los problemas y pleitos llega un momento en que se cierra y llega a no tener salida, con la parte perdedora de cualquiera de los dos contendientes, más si nos referimos a lo global en nuestra decadente sociedad, entonces toma otra forma y los resultados también, pero creo que se deben de señalar varias circunstancias y entonces el lector dirá su conclusión, me interesa.

Por ejemplo, que los que viven del poder se sigan quedando con las riquezas de los pueblos, porque no se les debe de decir nada, se ofenderían y son peligrosísimos, aparte de problemáticos, pero no solo las cabecillas, los de puestos intermedios que cual parásito engorda en donde hay alimento y sus hijos e hijas, por ese solo hecho de ser hijos e hijas de papi, que se ostentan como dueños de la sociedad porque así lo aprendió y se sienten con la facultad de decidir por el resto de la humanidad, como derecho cierto y sagrado, al extremo de perpetuarse en el poder de manera nepótica y hereditaria, cosa contra derecho, además de realizar actos delictivos dentro de las funciones y jocosamente se denominan asuntos de estado, lo que es cómico desde su origen, pero socialmente una forma de vida, de poder, de dominio, quebrándose la sociedad de manera triste, tolerarlos como cosa simpática, agradables y como dicen los tarugos “así son ellos”, ¡déjalos!

Debemos dejar que destrocen los bosques por negocio y aunque repercuta en el clima, no importa, la vida es más importante y los extremos del clima los pagaremos aun sin intervenir, así como el robo constante de cargas, muerte de choferes, es parte del riesgo de la vida y aceptarlo así llanamente, para vivir plenamente, sin preocuparse según esto.

Que suban los precios de las mercancías de manera indiscriminada, porque es la ley de la oferta y la demanda, aunque pujemos los ciudadanos para comprarlos, que los servicios se encarezcan porque tienen que ganar, porque es negocio, aunque sea de manera desproporcionada, aunque haya un control en esto para no perjudicar a la ciudadanía y así sucesivamente, es decir dejar que hagan lo que quieran y de ese tamaño, pero, lo hace, también pasa.

Que la inseguridad crezca como contaminación, y callar porque así es el modo, pero con la consabida bendición al salir de casa porque no sabe si va a regresar, mejor dicho, si regresaremos.

Vamos, en otras palabras, dejar que la cosa siga así, sin un fin cierto, pero todos escondidos y alertas de no decir algo que moleste al vecino con poder, o al grillo que está en el puesto, delicado y artero cual cazador furtivo, pero la pregunta va dirigida a saber, ¿hasta dónde?, ¿hasta cuándo?, al cabo me la paso encerrado en mi casa y no pasa nada, ilusión de un intelectual con miedo.

La pregunta es para todos, así que espero alguien me de un rumbo o más o menos, pero si no, pues se la dejo en la mano.

Víctor Santini Reza / Doctor en Educación