/ domingo 3 de mayo de 2020

Nuestra herencia

Qué pensaría usted si de repente recibe una llamada telefónica donde le dicen que alguien muy rico ha muerto y lo ha nombrado a usted su único heredero universal de toda su fortuna. Seguramente brincaría de gusto y haría no sé cuántas cosas.

Bueno, pues le tengo una maravillosa noticia, sí tenemos una herencia maravillosa, Jesús dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy”

En tiempos duros, difíciles como los que vivimos en la actualidad, donde existen disturbios y caos por doquier, una de las palabras con las que más soñamos como sociedad, será seguramente la PAZ. Esta palabra viene a ser un bálsamo en estos momentos de crisis, creo que hoy más que nunca debemos de anhelarla, y somos muy conscientes que ni todo el dinero del mundo la puede comprar. Es nuestra herencia

Ahora, si bien es cierto que hasta lo que va del año ha sido difícil, también es verdad que podemos experimentar la paz de Dios en medio de los conflictos. Hoy que tenemos la oportunidad de conocer a aquel que es el Príncipe PAZ, Jesucristo. Esto significa que, en momentos difíciles Y complicados, necesitamos acudir a Él por medio de la oración y la fe para obtener la verdadera paz.

El apóstol Pablo dijo en Efesios 2:14 “Él es nuestra paz…” El mismo Señor Jesucristo dijo en el Evangelio de Juan 14: 27: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo”

Nuestro Señor Jesucristo ha prometido darnos, no la PAZ que da el mundo, sino precisamente la misma PAZ que reina en su corazón, su PAZ, ¡esto es maravilloso! Permitamos que su paz gobierne, y no los temores, en nuestro corazón.

Paz No es la ausencia de problemas, sino el buen trato de nuestro Señor Jesucristo en medio de las circunstancias difíciles de la vida. Es no desesperarnos, ES confiar y estar tranquilos que Dios tiene el control de todas las cosas.

En este tiempo que nos ha tocado vivir todos necesitamos paz. Pero la historia del hombre ha mostrado que sus intentos han sido fallidos para conseguirla sin Dios, pues si Dios no está en el corazón del ser humano no encontramos la verdadera paz.

Quien confía en Dios, ha aprendido que puede tener paz en medio de la tormenta. Él sabe que los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien.

Él sabe que al final todo terminara bien porque Dios tiene el control de todas las cosas, y eso le ayuda a tener paz. Pues goza de una paz nacida y alimentada divinamente y que es sustentada por Dios.

Lo que han tenido la oportunidad de viajar en avión en un día de tormenta, cuando el avión despego entre lluvia, truenos y relámpagos, cuando alcanza cierta altura las nubes quedan abajo y por encima de ellas se encuentra un sol maravilloso, la tormenta ha quedado abajo. Así es la paz de Dios, nos ayuda a ver por encima de las circunstancias. No vemos las nubes, vemos por encima de ellas.

Para poder comprender mejor esta paz, hoy por la noche contemple la ciudad, trate de escuchar el ruido que hay en ella, gritos, disparos, reclamos, llanto, etc. etc. luego levante poco a poco u mirada hacia el cielo y contemple las estrellas, encontrará en ellas una profunda paz. Así es la paz de Dios, no ayuda a ver por encima de las circunstancias.

Dejo este versículo en su corazón: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.