/ viernes 26 de junio de 2020

La capacidad de hacer frente a nuestros temores

Degustando la vida

¿Has pedido alguna vez un consejo a pesar que sabes lo que tienes que hacer?, la mayoría de nosotros cuando pedimos un consejo, sabemos realmente lo que debemos hacer, pero por alguna extraña razón necesitamos que alguien más nos diga lo que simplemente ya sabíamos. La mayoría de las personas tienen miedo de tomar ciertas decisiones porque piensan que les irá mal, que las cosas se van a salir de control o que su vida no va a volver a ser la misma. Pero si sabes que esas decisiones las tienes que tomar, entonces ¿Cuál es el temor que tienes?; ahora yo te pregunto: ¿Por qué no las has tomado?, ¿Por qué te falta valor?

El miedo puede alimentarse a sí mismo, al sentir miedo, nos intranquilizamos, el ritmo cardiaco aumenta, se acelera la respiración, sentimos ansiedad en el estómago, la temperatura interna aumenta, la piel se torna roja, la piel se eriza, la saliva desaparece de la boca, otros muestran una tez pálida, lo que puede ocasionar parálisis y terminar en terror, lo importante de esto es darse cuenta de la emoción que nos invade y empezar a hablarnos a nosotros mismos para establecer el guión a seguir en la situación, a veces, sin embargo, las decisiones no ocurren rápidamente. Ellos toman algún tiempo. Puede haber intereses contrapuestos, la falta de información, conflicto de emociones acerca del curso de la acción a tomar. Y a veces, las decisiones, aunque no rápido, se hacen con relativa facilidad y sin mucha obstrucción o confusión. Y, por supuesto, hay indecisión, que invariablemente termina, ya que es enorme la energía y la inteligencia detrás de la toma de una decisión. Por lo tanto, la indecisión no dura demasiado tiempo, incluso si se trata de algunos exteriores situación o circunstancia que induce a la decisión que se hizo, por otra parte, las decisiones que nosotros tomamos pueden ser algunas acertadas y otras erróneas, pero cualquiera de ellas debe generar aprendizaje, sin embargo nuestros modelos nos han enseñado a temer al fracaso, por lo que buscamos evitarlo, y por ello, nos olvidamos de trabajar para lograr el éxito, lo que nos lleva a pensar que el proceso de toma de decisiones es un proceso interno del ser humano, que debe ser analizado desde dentro y no a través del simple manejo de técnicas para la toma de decisiones, que nunca utilizamos porque las situaciones de la vida muchas veces no nos dan tiempo para ello.

Tomar una decisión siempre comienza por resolver entre decidir o no decidir. Al Decidir, estamos asumiendo el compromiso con los resultados que se quieren alcanzar, mientras que al no decidir demostramos estar interesados en que las cosas sucedan, pero sin hacer nada para lograr los resultados deseados. Lo que nos lleva a una u otra cosa, son nuestros modelos mentales y es por ello que debemos analizar los procesos de toma de decisiones a partir de ellos. Normalmente se decide para alcanzar el éxito y se eluden las decisiones cuando se desea evitar el fracaso.

Es mucho más efectivo actuar rápido y asumir el riesgo de equivocarse porque los datos no eran muy buenos, pero reaccionando ágilmente y mostrando toda la actitud positiva frente a los problemas, que pretender tomar decisiones perfectas.

Degustando la vida

¿Has pedido alguna vez un consejo a pesar que sabes lo que tienes que hacer?, la mayoría de nosotros cuando pedimos un consejo, sabemos realmente lo que debemos hacer, pero por alguna extraña razón necesitamos que alguien más nos diga lo que simplemente ya sabíamos. La mayoría de las personas tienen miedo de tomar ciertas decisiones porque piensan que les irá mal, que las cosas se van a salir de control o que su vida no va a volver a ser la misma. Pero si sabes que esas decisiones las tienes que tomar, entonces ¿Cuál es el temor que tienes?; ahora yo te pregunto: ¿Por qué no las has tomado?, ¿Por qué te falta valor?

El miedo puede alimentarse a sí mismo, al sentir miedo, nos intranquilizamos, el ritmo cardiaco aumenta, se acelera la respiración, sentimos ansiedad en el estómago, la temperatura interna aumenta, la piel se torna roja, la piel se eriza, la saliva desaparece de la boca, otros muestran una tez pálida, lo que puede ocasionar parálisis y terminar en terror, lo importante de esto es darse cuenta de la emoción que nos invade y empezar a hablarnos a nosotros mismos para establecer el guión a seguir en la situación, a veces, sin embargo, las decisiones no ocurren rápidamente. Ellos toman algún tiempo. Puede haber intereses contrapuestos, la falta de información, conflicto de emociones acerca del curso de la acción a tomar. Y a veces, las decisiones, aunque no rápido, se hacen con relativa facilidad y sin mucha obstrucción o confusión. Y, por supuesto, hay indecisión, que invariablemente termina, ya que es enorme la energía y la inteligencia detrás de la toma de una decisión. Por lo tanto, la indecisión no dura demasiado tiempo, incluso si se trata de algunos exteriores situación o circunstancia que induce a la decisión que se hizo, por otra parte, las decisiones que nosotros tomamos pueden ser algunas acertadas y otras erróneas, pero cualquiera de ellas debe generar aprendizaje, sin embargo nuestros modelos nos han enseñado a temer al fracaso, por lo que buscamos evitarlo, y por ello, nos olvidamos de trabajar para lograr el éxito, lo que nos lleva a pensar que el proceso de toma de decisiones es un proceso interno del ser humano, que debe ser analizado desde dentro y no a través del simple manejo de técnicas para la toma de decisiones, que nunca utilizamos porque las situaciones de la vida muchas veces no nos dan tiempo para ello.

Tomar una decisión siempre comienza por resolver entre decidir o no decidir. Al Decidir, estamos asumiendo el compromiso con los resultados que se quieren alcanzar, mientras que al no decidir demostramos estar interesados en que las cosas sucedan, pero sin hacer nada para lograr los resultados deseados. Lo que nos lleva a una u otra cosa, son nuestros modelos mentales y es por ello que debemos analizar los procesos de toma de decisiones a partir de ellos. Normalmente se decide para alcanzar el éxito y se eluden las decisiones cuando se desea evitar el fracaso.

Es mucho más efectivo actuar rápido y asumir el riesgo de equivocarse porque los datos no eran muy buenos, pero reaccionando ágilmente y mostrando toda la actitud positiva frente a los problemas, que pretender tomar decisiones perfectas.