/ lunes 4 de diciembre de 2023

Hablando de... | La carrera de la vida

Iniciemos este artículo, con la definición de rapidez, la cual nos dice, que es la cualidad de aquel o aquello que es rápido (y que, por lo tanto, se desplaza a mucha velocidad). Puede decirse, por lo tanto, que la rapidez refleja el vínculo entre un cierto trayecto recorrido y el tiempo que llevó atravesar la distancia en cuestión, no perdamos de vista que se menciona como una cualidad, por lo tanto, es muy probable, que lo contrario a ello, que es la lentitud, lo catalogamos como mala o no apropiada para nuestra vida.

En estos días son varias las personas que manifiestan que este año 2023 se le ha pasado volando, es decir muy rápido. Y se preguntan los motivos. Es por ello que retomamos un tema visto con anterioridad.

En un mundo tan vertiginoso en el que vivimos, tan dinámico y veloz, donde todo debe de hacerse rápido, en donde se dice que quien entra en este ritmo de vida llegará primero a la cúspide y los más lentos, pues llegaremos tarde o simplemente, no estaremos en ella.

Recuerdo y lo sigo observando en las nuevas generaciones, cuando era chico, tanto mis amigos como yo, queríamos crecer rápido, cumplir 15 años, llegados estos, ya estábamos pensando en llegar rápido a los 18 años, la tan anhelada mayoría de edad, así sucesivamente, y cuando menos pensamos ya nos encontramos en el último tercio de nuestras vidas, si es que llegamos al promedio de vida de este país.

Esta rapidez la llevamos y aplicamos en todos los roles de nuestras vidas, en el ámbito laboral, familiar, escolar etc., los seres humanos nos hemos olvidado de frenar, de desacelerar, es como si la vida fuera una carrera en la que siempre hay que seguir pisando el acelerador e ir incrementando la velocidad.

Hasta los pilotos de fórmula uno, que llegan a manejar sus monoplazas a velocidades superiores a los 300 kilómetros por hora y que literalmente están en una competencia de velocidad para tratar de llegar en la primera posición a la meta y con ello llevarse los máximos honores, hasta ellos, en algunos momentos de la carrera deben desacelerar para lograr el objetivo, obviamente esto lo hacen al llegar a algunas curvas, zonas de alto riesgo de la pista, para optimizar neumáticos, entre otros motivos, si ellos lo hacen ¿Por qué, nosotros en la carrera de la vida, no?.

Vivimos en un mundo obsesionado con la rapidez de conseguir todo en el menor tiempo posible; una carrera profesional, un buen trabajo, un alto salario, éxito, riqueza y más; el querer realizar todo tan rápido, nos lleva a sobrecargarnos de responsabilidades y actividades, por ello, es que los niveles de estrés también se incrementan y la salud mental se deteriora, llegando a las enfermedades físicas, que incluso estas, nos pueden llevar hasta la muerte o a incapacidades permanentes, la pregunta de hoy es: ¿Realmente vale la pena tanta prisa para todo?.

Lo contrario a lo que pudiéramos pensar, o nos han hecho pensar, en un mundo que va tan aprisa, la lentitud es importante, incluso es un valor positivo, la paciencia es una virtud. Lo cual analizaremos y expondremos en la segunda parte de este artículo la próxima semana, por lo pronto demos un espacio, un tiempo para pensar y reflexionar, qué tan rápido voy, que tan bueno o malo ha sido esta rapidez, si vale o no la pena ir más lento y poder disfrutar de mejor manera, cada momento y etapa de la vida, existen infinidad de aspectos que vale la pena disfrutarlos lentamente.

Me despido con una frase que se les atribuye a varios personajes de la historia, que me enseñó el profesor Jesús Rodríguez Chacón QEPD y jamás olvidaré en mi clase de filosofía en bachillerato, en el Tecnológico de Parral. “Despacio que llevo Prisa”

Francisco Rueda | Catedrático y Comunicador

Iniciemos este artículo, con la definición de rapidez, la cual nos dice, que es la cualidad de aquel o aquello que es rápido (y que, por lo tanto, se desplaza a mucha velocidad). Puede decirse, por lo tanto, que la rapidez refleja el vínculo entre un cierto trayecto recorrido y el tiempo que llevó atravesar la distancia en cuestión, no perdamos de vista que se menciona como una cualidad, por lo tanto, es muy probable, que lo contrario a ello, que es la lentitud, lo catalogamos como mala o no apropiada para nuestra vida.

En estos días son varias las personas que manifiestan que este año 2023 se le ha pasado volando, es decir muy rápido. Y se preguntan los motivos. Es por ello que retomamos un tema visto con anterioridad.

En un mundo tan vertiginoso en el que vivimos, tan dinámico y veloz, donde todo debe de hacerse rápido, en donde se dice que quien entra en este ritmo de vida llegará primero a la cúspide y los más lentos, pues llegaremos tarde o simplemente, no estaremos en ella.

Recuerdo y lo sigo observando en las nuevas generaciones, cuando era chico, tanto mis amigos como yo, queríamos crecer rápido, cumplir 15 años, llegados estos, ya estábamos pensando en llegar rápido a los 18 años, la tan anhelada mayoría de edad, así sucesivamente, y cuando menos pensamos ya nos encontramos en el último tercio de nuestras vidas, si es que llegamos al promedio de vida de este país.

Esta rapidez la llevamos y aplicamos en todos los roles de nuestras vidas, en el ámbito laboral, familiar, escolar etc., los seres humanos nos hemos olvidado de frenar, de desacelerar, es como si la vida fuera una carrera en la que siempre hay que seguir pisando el acelerador e ir incrementando la velocidad.

Hasta los pilotos de fórmula uno, que llegan a manejar sus monoplazas a velocidades superiores a los 300 kilómetros por hora y que literalmente están en una competencia de velocidad para tratar de llegar en la primera posición a la meta y con ello llevarse los máximos honores, hasta ellos, en algunos momentos de la carrera deben desacelerar para lograr el objetivo, obviamente esto lo hacen al llegar a algunas curvas, zonas de alto riesgo de la pista, para optimizar neumáticos, entre otros motivos, si ellos lo hacen ¿Por qué, nosotros en la carrera de la vida, no?.

Vivimos en un mundo obsesionado con la rapidez de conseguir todo en el menor tiempo posible; una carrera profesional, un buen trabajo, un alto salario, éxito, riqueza y más; el querer realizar todo tan rápido, nos lleva a sobrecargarnos de responsabilidades y actividades, por ello, es que los niveles de estrés también se incrementan y la salud mental se deteriora, llegando a las enfermedades físicas, que incluso estas, nos pueden llevar hasta la muerte o a incapacidades permanentes, la pregunta de hoy es: ¿Realmente vale la pena tanta prisa para todo?.

Lo contrario a lo que pudiéramos pensar, o nos han hecho pensar, en un mundo que va tan aprisa, la lentitud es importante, incluso es un valor positivo, la paciencia es una virtud. Lo cual analizaremos y expondremos en la segunda parte de este artículo la próxima semana, por lo pronto demos un espacio, un tiempo para pensar y reflexionar, qué tan rápido voy, que tan bueno o malo ha sido esta rapidez, si vale o no la pena ir más lento y poder disfrutar de mejor manera, cada momento y etapa de la vida, existen infinidad de aspectos que vale la pena disfrutarlos lentamente.

Me despido con una frase que se les atribuye a varios personajes de la historia, que me enseñó el profesor Jesús Rodríguez Chacón QEPD y jamás olvidaré en mi clase de filosofía en bachillerato, en el Tecnológico de Parral. “Despacio que llevo Prisa”

Francisco Rueda | Catedrático y Comunicador