/ domingo 2 de enero de 2022

Desde la Capital | X-González no cuenta

Actualmente, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krause y Mario Vargas Llosa, son los tres falsos intelectuales expuestos al escarnio público por sus mentirosos y abusivos ataques al gobierno de México; en tanto Enrique Alfaro gobernador de Jalisco, quedó bajo la lupa federal a petición de organismos internacionales y locales defensores de periodistas y activistas de derechos humanos, por amenazas al periodista Ricardo Ravelo, quien publicó declaraciones del testigo protegido que señaló al gobernador, colaboradores y familiares, por nexos con grupos del narcotráfico. Otro tanto podría ocurrir a quienes, en otras latitudes pecan de intocables, una vez que la gente decide transformar experiencias en lecciones para impedir abusos y exigir justicia.

A fines de 1676 Gottfried Leibniz se reunió en La Haya (Holanda) con Baruch Spinoza quien vivía sus últimos meses de vida; murió el 27 de febrero de 1677. Discutieron durante 48 horas sobre Ética, “póstuma obra” del genio quien considera a hombre y naturaleza, una extensión del Ser Supremo”. El filósofo vivía entre polvo del cristal de lentes que él pulía. Estudió en la Universidad de Leiden influenciado por Descartes, Platón y Aristóteles.

Leibniz descubridor del cálculo infinitesimal y el sistema de notación binario de los números, estaba fascinado por el trabajo del filósofo místico. Nadie en dos días supo de que hablaron; pero imaginemos al sabio judío de origen portugués refutando la naturaleza infinita de la sustancia, mientras el científico alemán le rebatía con su famosa teoría de las mónadas (formas sustanciales dotadas de una determinación interna, cuya génesis se halla en Dios) como elemento primordial de la materia, pues ambos albergaban concepciones filosóficas opuestas en muchos sentidos e importantes afinidades como escepticismo en conocimiento empírico. Había especiales diferencias entre ambos; Spinoza era un filósofo que creía en la ética de las convicciones y Leibniz fue un perfecto representante de la ética de la acción.

Spinoza adquirió reputación de hereje y ateo; fue expulsado de la comunidad judía por sus escritos. Parecía imposible la reunión de dos Seres Humanos tan distintos. A pesar de su juventud, Leibniz pensador y científico reconocido, acudía a academias importantes de Europa; Spinoza en cambio vivía en sana medianía. Se le consideraba excéntrico y medio loco. Su tendencia pro-democracia y vida le ubican en el marco del pensamiento político renacentista moderno. Es un absurdo histórico de la filosofía que, en un siglo de monarquía barroca existiera un autor demócrata. Sin embargo la inclinación política de Spinoza denotaba rasgos del republicanismo clásico y aristotelismo político.

Espiritualidad y teorías del filósofo sedujeron multitudes. Perduran sus creencias aceptadas y apreciadas por muchos científicos incluido Albert Einstein, el más valorado de todos los tiempos, padre de la teoría de la relatividad con sus intereses religiosos de niño modificados a lo largo de su vida. A pesar del aparente conflicto entre ciencia y fe, Einstein manifestó su dificultad para contestar a la pregunta de, si creía en la existencia de Dios. Compartía la idea de un Dios personal, consideraba incapaz a la mente humana, de comprender cómo se organiza todo el universo a pesar de percibir la existencia de cierto orden y armonía. El ganador del premio Nobel de física admitió su postura y creencias religiosas cercanas a la visión del Dios de Spinoza que es y da origen a diferentes naturalezas o modos, tales como el pensamiento o materia. En síntesis, para Spinoza Dios es todo; fuera de él no hay nada.

Julio Morales Quiñones | Jubilado de Telecom / Activista social, in-pase.

Actualmente, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krause y Mario Vargas Llosa, son los tres falsos intelectuales expuestos al escarnio público por sus mentirosos y abusivos ataques al gobierno de México; en tanto Enrique Alfaro gobernador de Jalisco, quedó bajo la lupa federal a petición de organismos internacionales y locales defensores de periodistas y activistas de derechos humanos, por amenazas al periodista Ricardo Ravelo, quien publicó declaraciones del testigo protegido que señaló al gobernador, colaboradores y familiares, por nexos con grupos del narcotráfico. Otro tanto podría ocurrir a quienes, en otras latitudes pecan de intocables, una vez que la gente decide transformar experiencias en lecciones para impedir abusos y exigir justicia.

A fines de 1676 Gottfried Leibniz se reunió en La Haya (Holanda) con Baruch Spinoza quien vivía sus últimos meses de vida; murió el 27 de febrero de 1677. Discutieron durante 48 horas sobre Ética, “póstuma obra” del genio quien considera a hombre y naturaleza, una extensión del Ser Supremo”. El filósofo vivía entre polvo del cristal de lentes que él pulía. Estudió en la Universidad de Leiden influenciado por Descartes, Platón y Aristóteles.

Leibniz descubridor del cálculo infinitesimal y el sistema de notación binario de los números, estaba fascinado por el trabajo del filósofo místico. Nadie en dos días supo de que hablaron; pero imaginemos al sabio judío de origen portugués refutando la naturaleza infinita de la sustancia, mientras el científico alemán le rebatía con su famosa teoría de las mónadas (formas sustanciales dotadas de una determinación interna, cuya génesis se halla en Dios) como elemento primordial de la materia, pues ambos albergaban concepciones filosóficas opuestas en muchos sentidos e importantes afinidades como escepticismo en conocimiento empírico. Había especiales diferencias entre ambos; Spinoza era un filósofo que creía en la ética de las convicciones y Leibniz fue un perfecto representante de la ética de la acción.

Spinoza adquirió reputación de hereje y ateo; fue expulsado de la comunidad judía por sus escritos. Parecía imposible la reunión de dos Seres Humanos tan distintos. A pesar de su juventud, Leibniz pensador y científico reconocido, acudía a academias importantes de Europa; Spinoza en cambio vivía en sana medianía. Se le consideraba excéntrico y medio loco. Su tendencia pro-democracia y vida le ubican en el marco del pensamiento político renacentista moderno. Es un absurdo histórico de la filosofía que, en un siglo de monarquía barroca existiera un autor demócrata. Sin embargo la inclinación política de Spinoza denotaba rasgos del republicanismo clásico y aristotelismo político.

Espiritualidad y teorías del filósofo sedujeron multitudes. Perduran sus creencias aceptadas y apreciadas por muchos científicos incluido Albert Einstein, el más valorado de todos los tiempos, padre de la teoría de la relatividad con sus intereses religiosos de niño modificados a lo largo de su vida. A pesar del aparente conflicto entre ciencia y fe, Einstein manifestó su dificultad para contestar a la pregunta de, si creía en la existencia de Dios. Compartía la idea de un Dios personal, consideraba incapaz a la mente humana, de comprender cómo se organiza todo el universo a pesar de percibir la existencia de cierto orden y armonía. El ganador del premio Nobel de física admitió su postura y creencias religiosas cercanas a la visión del Dios de Spinoza que es y da origen a diferentes naturalezas o modos, tales como el pensamiento o materia. En síntesis, para Spinoza Dios es todo; fuera de él no hay nada.

Julio Morales Quiñones | Jubilado de Telecom / Activista social, in-pase.