/ domingo 25 de abril de 2021

Desde la capital | Cebras, trampas y demás

Rayas en original amarillo y blanco pintadas en el piso, paralelas a la acera por donde con preferencia ante cualquier vehículo, el peatón cruza la calle en tanto no arriesgue su integridad. En 1949 en gran Bretaña, George Charlesworth, laboratorista de investigación carretera las probó frente al incremento de autos en las ciudades, que convertían el acto en ruleta rusa, para frenar el imparable ascenso de atropellos. El éxito fue instantáneo entre conductores y peatones. Bajó el índice de siniestros. Los pasos peatonales se instalaron en definitiva tras aprobarse la ley correspondiente.


Aquí habrá más, pero yo solo ubico tres semáforos en el centro de la ciudad, con pulsador en el poste donde el peatón detiene el tráfico y cruza la calle por la cebra. Si no pagáramos aún las consecuencias del neoliberalismo, entre otros beneficios tendríamos semáforos inteligentes: que cambian instintivamente -puede decirse- al verde, al reconocer que un peatón va a cruzar la calle. Optimizan, además, el flujo vehicular. La fase verde aumenta si grupos de personas requieren más tiempo para hacerlo. Si el grupo abandona el área de espera antes de la luz verde, esta se pausa sin interrumpir el paso vehicular. Semáforos con cámaras de seguimiento montadas en cada señal peatonal. Los industriales cubren un campo visual de 2 o 3 metros; este se percibe en segundos en áreas de 8 x 5 metros, a quien quiera cruzar la calle. En un segundo, estima la intención; en 2 segundos la evaluación es confiable. Después, el sistema señala el deseo de cruzar la carretera en nombre de una o más personas hacia un controlador de luces de peatones y este último decide cuándo cambiar la iluminación.


Que en calles del centro de la ciudad es difícil encontrar un lugar en aceras con parquímetro, que ocupan autos de empleados de negocios aledaños que pagan $200.00 por mes. Que todo va a la bolsa izquierda de “alguien”; ¡ojalá fueran al DIF! aunque en el aparcamiento más amplio -opera el cártel de la charola y sicarios- se especifica la donación del total recaudado al DIF.


De la vialidad chepe, hace años, el noticiero radiofónico “opinión pública de Marco A. Guevara” recibe quejas de automovilistas abusados por la vigilancia en la “ruta del-amor-dida”; se le llama desde entonces. Casi a diario circulamos por ahí y otras vías, con pasos peatonales invisibles. Algunos semáforos rojos intuyen al guiador la presencia de peatones. Nunca me molestan; pero en mi caso son evidentes los actos premeditados; hasta para provocar accidentes en cruceros.

¿Será por recomendación especial, por conducir vehículo con placas y demás foráneos; ser activista y crítico? Al parecer me acumulan más de lo que no pueden cobrar al Retén Ciudadano.


Lo hicieron el jueves; el viernes a las 16:59 del 6211010979; dijeron ser de coppel y su retahíla de confirmar datos personales; (a-qué volver) colgué y marqué al mismo número; la grabación indicó: “el número que usted marcó no existe; verifíquelo y vuelva a marcar”; lo hice de otro celular; nunca dio línea. (La lada 621 corresponde a: Julimes, Naica, Hacienda Santa Gertrudis y Saucillo) son parte de la red radical. A propósito; Amazon, está vendiendo el libro titulado “El Yunque, la ultraderecha en el poder”, que Álvaro Delgado ex periodista de La Jornada escribió en 2003 (sexenio foxista). Su décima edición cuesta $2,500. El autor dice, sin regalías para él.


Rayas en original amarillo y blanco pintadas en el piso, paralelas a la acera por donde con preferencia ante cualquier vehículo, el peatón cruza la calle en tanto no arriesgue su integridad. En 1949 en gran Bretaña, George Charlesworth, laboratorista de investigación carretera las probó frente al incremento de autos en las ciudades, que convertían el acto en ruleta rusa, para frenar el imparable ascenso de atropellos. El éxito fue instantáneo entre conductores y peatones. Bajó el índice de siniestros. Los pasos peatonales se instalaron en definitiva tras aprobarse la ley correspondiente.


Aquí habrá más, pero yo solo ubico tres semáforos en el centro de la ciudad, con pulsador en el poste donde el peatón detiene el tráfico y cruza la calle por la cebra. Si no pagáramos aún las consecuencias del neoliberalismo, entre otros beneficios tendríamos semáforos inteligentes: que cambian instintivamente -puede decirse- al verde, al reconocer que un peatón va a cruzar la calle. Optimizan, además, el flujo vehicular. La fase verde aumenta si grupos de personas requieren más tiempo para hacerlo. Si el grupo abandona el área de espera antes de la luz verde, esta se pausa sin interrumpir el paso vehicular. Semáforos con cámaras de seguimiento montadas en cada señal peatonal. Los industriales cubren un campo visual de 2 o 3 metros; este se percibe en segundos en áreas de 8 x 5 metros, a quien quiera cruzar la calle. En un segundo, estima la intención; en 2 segundos la evaluación es confiable. Después, el sistema señala el deseo de cruzar la carretera en nombre de una o más personas hacia un controlador de luces de peatones y este último decide cuándo cambiar la iluminación.


Que en calles del centro de la ciudad es difícil encontrar un lugar en aceras con parquímetro, que ocupan autos de empleados de negocios aledaños que pagan $200.00 por mes. Que todo va a la bolsa izquierda de “alguien”; ¡ojalá fueran al DIF! aunque en el aparcamiento más amplio -opera el cártel de la charola y sicarios- se especifica la donación del total recaudado al DIF.


De la vialidad chepe, hace años, el noticiero radiofónico “opinión pública de Marco A. Guevara” recibe quejas de automovilistas abusados por la vigilancia en la “ruta del-amor-dida”; se le llama desde entonces. Casi a diario circulamos por ahí y otras vías, con pasos peatonales invisibles. Algunos semáforos rojos intuyen al guiador la presencia de peatones. Nunca me molestan; pero en mi caso son evidentes los actos premeditados; hasta para provocar accidentes en cruceros.

¿Será por recomendación especial, por conducir vehículo con placas y demás foráneos; ser activista y crítico? Al parecer me acumulan más de lo que no pueden cobrar al Retén Ciudadano.


Lo hicieron el jueves; el viernes a las 16:59 del 6211010979; dijeron ser de coppel y su retahíla de confirmar datos personales; (a-qué volver) colgué y marqué al mismo número; la grabación indicó: “el número que usted marcó no existe; verifíquelo y vuelva a marcar”; lo hice de otro celular; nunca dio línea. (La lada 621 corresponde a: Julimes, Naica, Hacienda Santa Gertrudis y Saucillo) son parte de la red radical. A propósito; Amazon, está vendiendo el libro titulado “El Yunque, la ultraderecha en el poder”, que Álvaro Delgado ex periodista de La Jornada escribió en 2003 (sexenio foxista). Su décima edición cuesta $2,500. El autor dice, sin regalías para él.