/ martes 16 de febrero de 2021

Cuidando nuestra salud | Las virtudes (Parte 1)

“El mundo está lleno de milagros, pero nos tapamos los ojos y no vemos nada” Ball Shem Tov. Cuando estamos invadidos por la ira, la furia o la tristeza, no podemos apreciar los milagros de la vida diaria que nos siguen sosteniendo, sin darnos cuenta siquiera que existen. Irónicamente, el duelo nos abre los ojos de forma muy diferente a cualquier otro momento y nos permite emprender un viaje espiritual, apreciar más a las personas, al mundo y abrirnos a las bendiciones de la vida.

Sea cual sea tú propósito en esta vida, va a ir regulado por tus valores que cuando realmente son integrados en nuestra vida, es decir en el día a día se convierten en virtudes, las cuales dan solidez a nuestra personalidad, pero también lo contrario puede ser, lo que nos lleva a vicios y sufrimiento.

Les quiero compartir una historia anónima, que es relatada en el libro Aprendiendo a decir adiós de Marcelo Rittner, que describe perfectamente lo que hoy les quiero compartir.

El hombre que estaba tras el mostrador miraba la calle distraídamente. Una niña se aproximó al negocio y apretó la nariz contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió ver el collar de turquesa azul.

-Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete muy bonito?

El dueño del negocio miró desconfiado a la niña y le preguntó: ¿Cuánto dinero tienes?

Sin dudar, ella sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo bien atado y fue deshaciendo los nudos. Lo colocó abierto sobre el mostrador y dijo, feliz:

-Alcanza?

Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.

-Sabe?, quiero darle este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y estoy convencida de que quedará feliz con ese collar del color de sus ojos.

El hombre fue a la trastienda, colocó el collar en un bello estuche y lo envolvió.

-Toma – le dijo a la niña-. Llévalo con cuidado.

Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo. Aún no acaba el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el regalo ya abierto e indagó:

-Este collar fue comprado aquí?

-Si señora.

¿Y cuánto costó?

-¡Ah! –exclamó el dueño del negocio-. El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.

La joven continuó:

-Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo.

El hombre tomó el estuche, rehízo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven.

-Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: dio todo lo que tenía.

Los invito a reflexionar sobre esta historia anónima, la cual estaremos analizando la próxima semana. Y le compartiré un suceso real en mi familia, que marco la vida de mi madre y de toda nuestra familia.

Y como decía Emma Godoy espero que mis palabras te acompañen… y te ayuden a disfrutar más el día de hoy.

Soy Jessica Cano Gasperín, quedo a sus órdenes en jcanogasperin@gmail.com, y en mi página de facebook Tribuna Mujer "Familia, Salud y Belleza", hasta la próxima semana.


“El mundo está lleno de milagros, pero nos tapamos los ojos y no vemos nada” Ball Shem Tov. Cuando estamos invadidos por la ira, la furia o la tristeza, no podemos apreciar los milagros de la vida diaria que nos siguen sosteniendo, sin darnos cuenta siquiera que existen. Irónicamente, el duelo nos abre los ojos de forma muy diferente a cualquier otro momento y nos permite emprender un viaje espiritual, apreciar más a las personas, al mundo y abrirnos a las bendiciones de la vida.

Sea cual sea tú propósito en esta vida, va a ir regulado por tus valores que cuando realmente son integrados en nuestra vida, es decir en el día a día se convierten en virtudes, las cuales dan solidez a nuestra personalidad, pero también lo contrario puede ser, lo que nos lleva a vicios y sufrimiento.

Les quiero compartir una historia anónima, que es relatada en el libro Aprendiendo a decir adiós de Marcelo Rittner, que describe perfectamente lo que hoy les quiero compartir.

El hombre que estaba tras el mostrador miraba la calle distraídamente. Una niña se aproximó al negocio y apretó la nariz contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió ver el collar de turquesa azul.

-Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete muy bonito?

El dueño del negocio miró desconfiado a la niña y le preguntó: ¿Cuánto dinero tienes?

Sin dudar, ella sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo bien atado y fue deshaciendo los nudos. Lo colocó abierto sobre el mostrador y dijo, feliz:

-Alcanza?

Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.

-Sabe?, quiero darle este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y estoy convencida de que quedará feliz con ese collar del color de sus ojos.

El hombre fue a la trastienda, colocó el collar en un bello estuche y lo envolvió.

-Toma – le dijo a la niña-. Llévalo con cuidado.

Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo. Aún no acaba el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el regalo ya abierto e indagó:

-Este collar fue comprado aquí?

-Si señora.

¿Y cuánto costó?

-¡Ah! –exclamó el dueño del negocio-. El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.

La joven continuó:

-Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo.

El hombre tomó el estuche, rehízo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven.

-Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: dio todo lo que tenía.

Los invito a reflexionar sobre esta historia anónima, la cual estaremos analizando la próxima semana. Y le compartiré un suceso real en mi familia, que marco la vida de mi madre y de toda nuestra familia.

Y como decía Emma Godoy espero que mis palabras te acompañen… y te ayuden a disfrutar más el día de hoy.

Soy Jessica Cano Gasperín, quedo a sus órdenes en jcanogasperin@gmail.com, y en mi página de facebook Tribuna Mujer "Familia, Salud y Belleza", hasta la próxima semana.