/ sábado 18 de mayo de 2019

¿Qué aroma despedimos?

Hace unos día mientras caminaba por algunas calles de la ciudad, me percate de varios aromas, unos eran agradables y otros no, incluso algunos eran de evitarse. Entonces pensé que somos prisioneros de los buenos aromas. Vivimos rodeados de todo tipo de olores, incluso los propios, sean agradables o no, casi no hay manera de evitarlos. Hay olores que pueden resultar desagradables y hasta ofensivos. Sin siquiera darnos cuenta, uno trata de evadirlos. Al percibir esos aromas pensé, ¿a que huele nuestro mundo? Huele a muerte, desolación, abandono, pobreza y miseria. Huele a devastación, codicia y corrupción. Huele descontento, desesperación y a muchas cosas más. Estos mi estimado lector son aromas con que el ser humano “perfumamos” nuestro mundo día a día. ¿De dónde vienen estos aromas? Sin duda alguna del corazón del hombre apartado del amor y del propósito de Dios para sus vidas, pues de la abundancia de su corazón es lo que ofrece al mundo.

En su segunda carta de Corintios (2:14-17), el apóstol Pablo nos habla del aroma de Cristo. Para ilustrar su pensamiento, usa una imagen con la que sus lectores estaban familiarizados: El desfile de recibimiento a generales del ejército romano a su regreso de una campaña victoriosa. Un general tenía que haber peleado al frente de batalla, debía haber ganado y establecido la paz en las tierras conquistadas, debía haber acabado con los enemigos, haber atrapado prisioneros y haber conseguido un gran botín. En el desfile también marchaban sacerdotes llevando incensarios esparciendo perfume de incienso que significaba olor de vida o de muerte, según la condena que recibirían los prisioneros y esclavos.

En esta ilustración, Pablo nos presenta a Cristo como el gran conquistador universal a quien no se puede derrotar. Por la gracia de Dios, cuando aceptamos a Cristo, nos unimos a Su triunfo somos parte del gran desfile universal y eterno. Por medio nuestro, Dios desea manifestar la fragancia de Cristo en todo lugar. Es un reto ahora de llevar el delicioso aroma de Cristo a todo lugar que cambie la atmosfera de nuestro mundo, aroma que lleva a la salvación, la esperanza y la justicia. Somos llamados a esparcir el aroma de Cristo en nuestro caminar por este mundo. Dios desea manifiesta la fragancia de Cristo en todo lugar. El aroma de Cristo trasciende por medio de su amor, su carácter, su personalidad y sus enseñanzas. Nuestro reto es manifestar esa fragancia en nuestras vidas día a día y trascenderla.

¿Cómo nos contagiamos con el perfume de Jesús? Muy sencillo, entregándole a Cristo nuestras vidas y haciéndole Señor de la misma. Obedeciendo su palabra. Amando y sirviendo a Dios y a nuestro próximo. Estos son medios efectivos que tenemos a nuestra disposición.

¿Ha notado usted que cunado saluda o abraza a alguien anda muy perfumado, su aroma se le impregna? Bueno si vivimos abrazados a Jesucristo por medio de la fe, adquiriremos su perfume y podemos esparcirlo en nuestro andar cotidiano

Deseo terminar esta reflexión trayendo a la memoria la palabra de Dios en 2 Corintios 2:14-17: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento, porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.

Estimado lector Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo

Pastor J. Andrés Pimentel M. Casa de Oración Pacto de Paz

Hace unos día mientras caminaba por algunas calles de la ciudad, me percate de varios aromas, unos eran agradables y otros no, incluso algunos eran de evitarse. Entonces pensé que somos prisioneros de los buenos aromas. Vivimos rodeados de todo tipo de olores, incluso los propios, sean agradables o no, casi no hay manera de evitarlos. Hay olores que pueden resultar desagradables y hasta ofensivos. Sin siquiera darnos cuenta, uno trata de evadirlos. Al percibir esos aromas pensé, ¿a que huele nuestro mundo? Huele a muerte, desolación, abandono, pobreza y miseria. Huele a devastación, codicia y corrupción. Huele descontento, desesperación y a muchas cosas más. Estos mi estimado lector son aromas con que el ser humano “perfumamos” nuestro mundo día a día. ¿De dónde vienen estos aromas? Sin duda alguna del corazón del hombre apartado del amor y del propósito de Dios para sus vidas, pues de la abundancia de su corazón es lo que ofrece al mundo.

En su segunda carta de Corintios (2:14-17), el apóstol Pablo nos habla del aroma de Cristo. Para ilustrar su pensamiento, usa una imagen con la que sus lectores estaban familiarizados: El desfile de recibimiento a generales del ejército romano a su regreso de una campaña victoriosa. Un general tenía que haber peleado al frente de batalla, debía haber ganado y establecido la paz en las tierras conquistadas, debía haber acabado con los enemigos, haber atrapado prisioneros y haber conseguido un gran botín. En el desfile también marchaban sacerdotes llevando incensarios esparciendo perfume de incienso que significaba olor de vida o de muerte, según la condena que recibirían los prisioneros y esclavos.

En esta ilustración, Pablo nos presenta a Cristo como el gran conquistador universal a quien no se puede derrotar. Por la gracia de Dios, cuando aceptamos a Cristo, nos unimos a Su triunfo somos parte del gran desfile universal y eterno. Por medio nuestro, Dios desea manifestar la fragancia de Cristo en todo lugar. Es un reto ahora de llevar el delicioso aroma de Cristo a todo lugar que cambie la atmosfera de nuestro mundo, aroma que lleva a la salvación, la esperanza y la justicia. Somos llamados a esparcir el aroma de Cristo en nuestro caminar por este mundo. Dios desea manifiesta la fragancia de Cristo en todo lugar. El aroma de Cristo trasciende por medio de su amor, su carácter, su personalidad y sus enseñanzas. Nuestro reto es manifestar esa fragancia en nuestras vidas día a día y trascenderla.

¿Cómo nos contagiamos con el perfume de Jesús? Muy sencillo, entregándole a Cristo nuestras vidas y haciéndole Señor de la misma. Obedeciendo su palabra. Amando y sirviendo a Dios y a nuestro próximo. Estos son medios efectivos que tenemos a nuestra disposición.

¿Ha notado usted que cunado saluda o abraza a alguien anda muy perfumado, su aroma se le impregna? Bueno si vivimos abrazados a Jesucristo por medio de la fe, adquiriremos su perfume y podemos esparcirlo en nuestro andar cotidiano

Deseo terminar esta reflexión trayendo a la memoria la palabra de Dios en 2 Corintios 2:14-17: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento, porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.

Estimado lector Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo

Pastor J. Andrés Pimentel M. Casa de Oración Pacto de Paz